Estos se caracterizan por un sistema partidario frágil, debilidad institucional y amplios segmentos de la población no incorporados o excluidos de la política, de allí que se convierta en constante la desarticulación social expresada en la falta de autonomía entre actores sociales y políticos, y el determinismo de los actores políticos sobre la sociedad”.
“Dadme un balcón y seré vuestro presidente” solía decir Velasco Ibarra, cinco veces presidente (1933-1972) del Ecuador, más conocido por sus detractores como el “loco” Velasco o “el gran ausente” por sus seguidores. El velasquismo, según Agustín Cueva, fue un producto de la crisis de dominación de los años 30, uso mítines políticos pero no construyó organizaciones e instituciones. Velasco hacia visitas a caballo a lugares muy apartados del territorio ecuatoriano en contraposición de los candidatos liberales y conservadores a fin de que la presencia popular, democratizara los espacios públicos y se extendiera la definición de ciudadanía. Su identificación del pueblo, como un conjunto de sectores sociales correspondientes a aquellos que habían sido incorporados a una estructura corporativa de representación como los artesanos y los obreros, dio a la categoría de pueblo como clases bajas, honestas y mestizas (su querida chusma) una consistencia que tenía su opuesto: la oligarquía.
En el Ecuador uno de los partidos de raigambre populista fue Concentración de Fuerzas Populares (CFP) fundado por Guevara Moreno en 1949 y màs tarde coptado por Assad Bucaram llamado el “Patán de noble corazón” quien llevaría en, 1979, a la presidencia de la República a su sobrino Jaime Roldós Aguilera muerto trágicamente en 1981 junto a Martha Bucaram de Roldós, hermana del hasta hoy líder del Partido Roldocista Ecuatoriano (PRE) Abdalá Bucaram quien fundó en 1982 esta organización política.
En el populismo según Laclau el “pueblo” no opera como un dato primario sino como una construcción. El populismo no es esencialmente económico sino político, se origina en un conflicto real o imaginario en el que el líder junta la retórica anti élite y desafía el statuo quo utilizando redes clientelares a fin de conseguir votos. Una de las peculiaridades del populismo es la construcción discursiva de la sociedad como un campo antagónico y maniqueo en el que se enfrentan al pueblo y la oligarquía por tanto, el líder que ha logrado articular resentimientos y aún odios de clases cumple un papel de redención.
Entre las características del populismo son: demagogia política, inestabilidad organizacional, irresponsabilidad económica, excesiva generosidad redistributiva., liderazgo personalista y paternalista, ideología amorfa y ecléctica
En sistemas políticos de institucionalidad frágil o débil la movilización de la gente y la ocupación de espacios públicos es vivida e interpretada como si fuera la verdadera democracia, aquello es lo que ocurre en las concentraciones del PRE en las que se privilegia el show y el espectáculo antes que el mítin mismo.
Actualmente Abdalá Bucaram y Alvaro Noboa fundador del Partido Renovador Institucional Alvaro Noboa (PRIAN) son los representantes del populismo en el Ecuador, cada uno con un estilo un tanto diferente busca ganarse el electorado costeño donde tienen su mayor radio de acción.
Al slogan “La fuerza de los Pobres” del PRE se añadió otro que se pudo visualizar en marzo pasado en una gigantografìa: “Solo Dios sabe lo que hemos sufrido”. Bucaram ahora se esfuerza por parecer como más maduro, más conciliador, aunque no ha dejado su verborrea y su especialidad, la tarima; sitio en el cual no tiene contrincante. “El Papa estaba esperando que yo volviera al Ecuador para morir”, se develaba así una identificación narcisista con Dios y con los representantes del poder clerical. “Yo creo en el indio, en el cholo, en el negro” “El pueblo está feliz porque llegó papa” gritaba mientras afirmaba que la oligarquía estaba temblando, no se sabe si se dirigía a la oligarquía intelectual, indígena o a la oligarquìa agroexportadora de la costa de la cual forma parte.
Alvaro Noboa, en el imaginario popular es: “El Pobre niño rico que lo único que quiere es llegar a ser presidente para ayudar a los pobres” en su caso tal parece ser que juega a ser Robin Hood, porque en el imaginario de sus simpatizantes: “Tiene tanta plata que no necesita robar, mas bien esa plata se la dará a los pobres” aunque no ha tenido empacho de recurrir a la figura del Superman como a su tiempo lo hizo Bucarám al postularse para la alcaldía de Guayaquil usando la figura de Batman y Alfredo Adum, ex ministro de su fugaz gobierno corrupto de seis meses que ofreció llevar a las mujeres a un lodazal como Robin.
En los espacios políticos contratados en los canales de Televisión aparece un hombre de baja estatura cuyas mangas del saco son mas grandes que sus manos, siempre sudoroso y que se atranca al hablar para no más de decir “Adelante, Ecuador, adelante” es Alvaro Noboa cuya falta de conocimientos políticos lo hace considerar la política como una más de sus empresas. Contrario a Bucaram, no es un showman, pero ambos tratan de ganarse esos canales de audiencia.
Al discurso populista le importa más las figuras que el fondo, éstas se trastocan en imaginarios creados vía catarsis colectivas que rayan en la histeria debido a que el pueblo es novelero y morboso al cual, en vez de darle pan hay que darle más circo.
Casi todos los candidatos presidenciales a su turno usaron de alguna manera recursos populistas: León Febres Cordero utilizó como slogan de campaña “Pan, techo y empleo” transformado mas tarde muy hábilmente por su contrincante político Bucaram en: “Jama, caleta y camello” Asi mismo, Rodrigo Borja recitaba “Ahora le toca al pueblo” y Jamil Mahuad “El es el camino” en clara alusión a Jesucristo.
Las percepciones de las élites sobre el “pueblo han oscilado entre el paternalismo y la hostilidad. Velasco Ibarra a la vez que admiraba y alababa a su pueblo sentía hostilidad racista en contra de los cholos y visiones racistas-paternalistas sobre los indígenas. Abdalá Bucaram a pesar de que aparentemente integra en su discurso la multiculturalidad se muestra como regionalista atacando a los políticos de la Sierra y para Alvaro Noboa que no ha tenido reparos en contratar hasta a niños para que trabajen en sus bananeras el pueblo sería una masa de miserables a los cuales el tiene la bondad de contratarles y de pagarles un paupérrimo sueldo.
En mi concepto, el populismo logra de alguna manera aglutinar un colectivo que oscila entre la obnubilación y la fascinación por el carisma de su líder cuyo discurso carece de una verdadera reinvindicación político-ideológica de clase y que acompañado de gestos y actitudes histriónicas es capaz de llevar al delirio a las multitudes. Si se hace un análisis semiológico del discurso este carece de contenidos reales aunque no de simbolismos y es precisamente por aquello que el líder populista se introyecta en la masa al hablarles de sus asuntos cotidianos utilizando un lenguaje en jerga o vistiendo como ellos lo cual produce un fenómeno de identificación con una figura paternal llevando a la masa al paroxismo.