El vicepresidente Cheney y el presidente de la Cámara de Representantes prestan el juramento de fidelidad.

«Juro fidelidad a la bandera de los Estados Unidos de América y a la República que simboliza: una nación unida “Under God” [1], indivisible, con libertad y justicia para todos» [2].

Por decisión de la Corte Suprema, ese es el texto que los escolares estadounidenses seguirán recitando cada mañana en sus aulas, de pie, con la mano sobre el corazón, ante la bandera.

Todo esto era previsible, porque el caso Michael Newdow nos pronosticaba esta situación cuando éste perdió ante la justicia norteamericana.

El caso Newdow

El 14 de junio pasado, la Corte Suprema de Estados Unidos rechazó su demanda que pedía la eliminación de la mención «Under God» del Juramento de Fidelidad. La Corte se negó a pronunciarse sobre el fondo de la demanda y rechazó esta en cuanto a su forma. Según la Corte, se trata únicamente de una cuestión familiar ligada a la educación de la hija de Michael Newdow que no se encuentra bajo la custodia del demandante.

El juez Paul Stevens, en nombre de la mayoría de los magistrados, declaró que el Sr. «Michael Newdow no tiene bases jurídicas para presentar su demanda ante un tribunal federal» y que «hay mucha diferencia entre los derechos del señor Newdow a comunicarse con su hija y el derecho que reclama de proteger a su hija de las influencias a las que está expuesta en la escuela».

La Corte Suprema estima en su veredicto que Michael Newdow, quien vive separado de la madre de su hija, no tenía autoridad para presentar una demanda judicial contra esta, en nombre de su hija, en un terreno que tiene que ver con los principios religiosos y educativos. Esta decisión, que escamotea el hecho de que Michael Newdow no se refería en su demanda a la educación de su hija sino a un principio general de separación (de poderes y/o influencias) entre la Iglesia y el Estado, se hizo pública el día llamado Flag Day [3], o sea exactamente 50 años después que la mención «Under God» (significa algo como «bajo el mando de Dios») que denunciaba Newdow fuese agregada al Juramento de Fidelidad por el Congreso. Es difícil creer que tanta coincidencia sea fruto de una simple casualidad.

Esta respuesta esquiva no satisface a Newdow quien afirma en una tribuna publicada en el diario New York Times [4] que lo que hizo la Corte fue buscar una artimaña jurídica para eludir la aplicación del derecho y evitar su obligación de respetar la primera enmienda de la constitución [5]. Esta opinión la comparten numerosos comentaristas que se preguntaban desde el principio qué pirueta jurídica iba a realizar la Corte Suprema para rechazar la demanda en un proceso cuyo resultado se daba ya por descontado [6].

La Corte Suprema ofrece así una victoria a los movimientos cristianos que lucharon por el mantenimiento de la mención «Under God» y que utilizaron sus influencias al más alto nivel para conservarla luego de que esta fuera declarada anticonstitucional por la Novena Corte de Apelaciones de California.

Estos grupos tenían, por otro lado, el apoyo de parte importante de la población ya que, según un sondeo Ipsos-Public Affairs publicado el 24 de marzo de 2004, el 87% de los estadounidenses piensa que la frase debe mantenerse en el juramento. Este resultado puede explicarse también por el simple hecho que hace ya 50 años que los escolares recitan diariamente el juramento.

Todo comenzó el 26 de junio de 2002, cuando la Novena Corte de Apelaciones de California declaró, mediante el juez Goodwin, que «el juramento es, en su forma actual, una aprobación inaceptable del gobierno a la religión ya que envía a los no creyentes un aviso de que no están integrados, que no son miembros plenos de la comunidad política».

Para Michael Newdow, médico de urgencias, libre pensador militante y graduado de derecho que asumió personalmente la defensa de su propio caso ante la justicia, se trataba del fruto de un combate comenzado en la Florida, en 1998, contra las referencias a Dios en los textos oficiales estadounidenses.

La decisión desencadenó inmediatamente la cólera de los grupos cristianos y de los legisladores, tanto republicanos como demócratas, y dio lugar a la creación de sitios de protesta en Internet. Al día siguiente, el muy devoto secretario de Justicia John Ashcroft [7] declara que «el Departamento de Justicia defenderá el derecho de los niños de nuestra nación a jurar fidelidad a la bandera norteamericana» [8] y el Senado vota -por mayoría menos uno- un texto a favor de la mención «Under God» [9].

Por su lado, los grupos cristianos se expresan a través del cantante Lee Greenwood [10], relacionado con Billy Graham y representante de un movimiento que agrupa también asociaciones como la Christian Legal Society, el American Jewish Congress y la Catholic League for Civil and Religious Right. Esos grupos invierten el argumento de Newdow y afirman que los movimientos de libre pensadores quieren imponer el ateísmo a la nación [11].

Michael Newdow.

La madre de la hija de Michael Newdow tiene como defensor legal al fiscal del caso Clinton-Lewinski, el muy puritano Kenneth Starr. Newdow recibirá incluso amenazas de muerte a causa de su acción y el apoyo de las asociaciones de libre pensadores de Estados Unidos así como de la Anti-Defamation League [12] y los grupos budistas, inquietos ante la interpretación demasiado cristiana de la mención «Under God» del juramento.

La guerra de los símbolos

Para cada uno de los grupos rivales lo que está en juego es la definición de la identidad estadounidense.

La cuestión del juramento de fidelidad puede parecer trivial. Los himnos y banderas de una nación son considerados a menudo como algo anodino. Estos son, sin embargo, elementos que participan en la definición de la nación y, retomando la expresión de Gurvitch, los símbolos nacionales «incluyen y excluyen».

Los símbolos o los himnos tienen dos funciones: una función social, que permite a los diferentes miembros de un grupo identificarse entre sí como elementos pertenecientes a una misma comunidad; y una función psico-social, como puntos de referencia que recuerdan al espectador ideas e ideologías que se asocian a ellos.

Esta función psico-social tiene un carácter individual, pero es resultado de la vida social y de la pertenencia a un grupo que dispone de ideas propias y de cierta percepción de su historia. Transformar el discurso alrededor de los símbolos de una comunidad es influenciar la ideología de los que se reconocen en esos símbolos, y transformar los símbolos -o los himnos- proporciona por tanto la posibilidad de definir a través de ellos quién forma parte o no de la comunidad.

El "flag day" en los Estados Unidos.

En el caso de Estados Unidos, definir quién es o no «norteamericano» es una cuestión capital cuando se conoce la importancia de la noción de «no-norteamericano» (unamerican) en las diferentes cacerías de brujas que han tenido lugar en ese país a lo largo del siglo XX [13].

La demanda de Michael Newdow intentaba imponer el respeto de la primera enmienda de la constitución, a la vez que la aceptación de la idea de que los ateos y libre pensadores son miembros plenos de la comunidad nacional, contrariamente a lo que se desprende de la presencia de una referencia a Dios en el juramento de fidelidad.

La mayoría de sus oponentes negaron la pertinencia de ese argumento mediante la utilización de sofismas que afirmaban que no había problemas ya que los ateos no estaban obligados a recitar el juramento de fidelidad. El profesor Samuel Huntington, teórico de la guerra de civilizaciones, fue uno de los pocos que refutaron claramente los argumentos de Michael Newdow en un texto que publicó el Wall Street Journal [14].

Para Huntington, la mención «Under God» debe estar en el juramento de fidelidad porque Estados Unidos es una nación creyente e incluso, por encima de todo, cristiana. Según él, Newdow tiene razón: los ateos no pertenecen a la comunidad nacional estadounidense. Basándose en sondeos recientes concluye incluso que la religiosidad es algo que caracteriza a Estados Unidos dentro del mundo «desarrollado» y que históricamente Estados Unidos ha sido siempre así. Como se trata de una nación religiosa, los que no aceptan esa característica no son más, en el mejor de los casos, que ciudadanos de segunda categoría.

Sin embargo, si bien es indiscutible que Estados Unidos es un Estado donde, contrariamente a los países que tienen un nivel de vida comparable, la religiosidad es fuerte, es falso que eso sea una constante histórica inmutable. En 1910 y 1920, el 43% de los estadounidenses se declaraban miembros de una Iglesia. En 2002, la proporción era de 65%. Durante el siglo XX, se produjo por tanto una recuperación del control de la democracia estadounidense por parte de la religión, lo cual se refleja en las diferentes versiones del juramento de fidelidad.

De los orígenes «socialistas»...

El juramente de fidelidad tiene su origen en un texto escrito por el pastor bautista Francis Bellamy, quien se definía a sí mismo como un «socialista cristiano». En su juramento quiso expresar las ideas de su sobrino Edward Bellamy, autor de exitosas novelas socialistas utópicas como Looking Backward (1888) o Equality (1897). Los sermones de Francis y las novelas de Edward reflejan las mismas ideas: la construcción de una sociedad fundada por la clase media sobre la base de una economía planificada y la igualdad política, económica y social para todos.

El juramento se publicó en el número de septiembre de 1892 de The Youth’s Companion, una publicación de Boston propiedad de Daniel Ford, de quien Francis Bellamy fue asistente personal después de verse obligado a dejar su parroquia a causa del contenido de sus sermones. Encargado también de participar en la organización de las conmemoraciones de los 400 años de la llegada de Cristóbal Colón al continente americano, Francis Bellamy aprovechó para organizar manifestaciones en honor a la bandera con la inclusión de su juramento de fidelidad.

El juramento original decía: «Juro fidelidad a mi bandera y a la República que representa: una nación unida, indivisible, con libertad y justicia para todos» [15].

Ciertos autores estimaron que Bellamy quería mencionar también la igualdad añadiéndola a la libertad y la justicia para todos pero que le impidieron hacerlo los demás miembros del comité encargado de la redacción del texto, quienes se oponían a la igualdad entre hombres y mujeres y entre blancos y negros. Reflejando las inquietudes estadounidenses de su época, el juramento resaltaba entonces la unidad de la nación ya que los recuerdos de la guerra civil estaban frescos aún.

El juramento adquirió nuevamente notoriedad en los años 20. Ante una importante ola de inmigrantes, Estados Unidos asistió a un recrudecimiento de los movimientos que reclamaban una «americanización» de la gente que llegaba a su territorio, movimientos entre los cuales se encontraba el Ku Klux Klan.

En algunos Estados se obligó a los escolares a recitar el juramento de fidelidad ante la bandera, pero este fue modificado el 14 de junio de 1923 y -en la misma fecha- en 1924, en el marco del Flag Day. La expresión «mi bandera» se transformó primeramente en «la bandera de Estados Unidos» y después en «la bandera de Estados Unidos de América» [16].

Esas modificaciones tenían como objetivo impedir que los hijos de inmigrantes lo recitaran pensando en la bandera de sus países natales o, algo que podía ser peor aún en aquella primera época de «cacería de rojos», en la bandera roja del comunismo o en la bandera negra del anarquismo. Bellamy expresó su desacuerdo, pero el juramento se hizo cada vez más popular y acabó convirtiéndose en un himno oficial el 22 de junio de 1942. Se cambió, sin embargo, el saludo a la bandera, con el brazo derecho y la mano extendidos, demasiado parecido al saludo nazi, y se substituyó por la mano sobre el corazón que se inspiraba en el ritual francomasónico.

En aquella época, el juramento de fidelidad no contiene aún ninguna referencia religiosa pero, paralelamente a la primera ola de anticomunismo y a la retórica de Woodrow Wilson, un discurso cristianizante se va a desarrollar en Estados Unidos.

En 1931, en el momento del fallo de la Corte Suprema sobre el caso United States vs. Macintosh, la corte declara: «Somos un pueblo cristiano». Sin embargo, las mentes no estarán realmente listas para aceptar la adaptación del texto a la referencia religiosa hasta la época de la Guerra Fría.

... a un texto contra el «comunismo ateo»

Los años 50 son considerados hoy en Estados Unidos como los «happy days» de la historia estadounidense, el paréntesis entre la Segunda Guerra Mundial y la guerra de Vietnam. Sin embargo, es la época de la guerra de Corea, del maccarthysmo y del desarrollo del complejo militaro-industrial que acabará por inquietar al propio Eisenhower. Es también un periodo durante el cual va a ocurrir una cristianización del discurso político.

Elegido presidente en 1952, Eisenhower tendrá una influencia determinante en esta cristianización del discurso. Él se place en afirmar que «nuestra forma de gobierno no tiene sentido a menos que esté basada en una fe religiosa profunda, sea cual sea». Evacuando el viejo debate sobre las intenciones de los «padres fundadores» de la constitución estadounidense en cuanto a la religión, afirma:

«Aunque el gobierno libre no estuviese basado originalmente en una forma de fe religiosa profunda, los hombres deberían tratar entonces de fundar una religión que resalte el altruismo, la cooperación y la igualdad de los hombres» [17].

Eisenhower plantea su presidencia como una gran cruzada a favor de la religión y el altruismo. Ese discurso religioso va acompañado de llamados constantes a recordar la amenaza comunista, tanto exterior como interna. Para él, sin embargo, la gran diferencia entre la URSS y Estados Unidos es la creencia en Dios. Mediante sus discursos, Eisenhower logra convencer a una población aterrorizada por la amenaza nuclear soviética -amenaza que él mismo se complace en recordar en cada uno de sus discursos- de que Dios está del lado de Estados Unidos y lo hace mediante el uso de las formas retóricas provenientes del discurso apocalíptico cristiano.

Con sus discursos Eisenhower no hace, en realidad, más que retomar una tendencia en desarrollo desde que Harry Truman anunció el fin del monopolio nuclear estadounidense, tendencia cuyo principal vocero es el joven predicador Billy Graham. Este predicador carismático, que será más tarde el director de conciencia de Ronald Reagan y George W. Bush (hijo), comenzaba entonces a hacerse célebre gracias a sus lazos con Randolph Hearst y Cecil B. De Mille [18], quienes garantizaron su notoriedad.

Graham pronunciaba ya en aquel entonces discursos encendidos y apocalípticos sobre la lucha a muerte entre la Norteamérica cristiana y el comunismo ateo [19], referencia que aparece también en el discurso que hizo célebre a Joseph McCarthy.

Al mismo tiempo la Iglesia católica desarrolla una condena del comunismo en términos parecidos. En realidad, el Vaticano había condenado esa ideología desde 1894 y la encíclica Nostis et Nobiscum, redactada al año siguiente de la redacción del Manifiesto comunista de Marx. En 1949, Pío XII -que nunca excomulgó a ningún nazi, ni siquiera después del descubrimiento de los campos de exterminio- excomulga a todo católico que elogie los principios comunistas.

En Estados Unidos, a principios de los años 50, el cardenal Francis Spellman apoya las medidas de McCarthy en los programes de radio de los Caballeros de Colón.

Los Caballeros de Colón reúnen a la burguesía católica de diferentes países de América del Norte.

El emblema de los Caballeros de Colón.

Fundada el 2 de octubre de 1881 por el padre Michael J. McGivney alrededor de algunos fieles de Connecticut, esta organización cuenta actualmente 12,000 consejos que reúnen 1,6 millones de miembros a través del mundo. Sin embargo, hay que tomar con cuidado esas cifras en la medida en que la organización fue concebida como una caja de seguro de vejez y enfermedad para los miembros del clero católico y se convirtió más tarde en un seguro de vida para los católicos que cotizaban a ella.

La organización mantuvo su acción mutualista y los 1,6 millones de miembros que cuenta hoy son en realidad personas que pagan un seguro pero que no tienen ningún peso dentro de la organización y que no profesan necesariamente la ideología de esta. En cambio, para ser Caballero de Colón y miembro de la jerarquía de la organización hay que ser obligatoriamente miembro de la alta burguesía católica.

Los dignatarios de la organización han predicado siempre una lectura reaccionaria del dogma. Actualmente, los Caballeros de Colón utilizan sus fondos para prestar apoyo a los programas antiaborto y a las acciones diplomáticas de la Santa Sede, entre ellas a su representación en la ONU. En los años 50, los Caballeros de Colón jugarán un papel decisivo en la adopción de la mención «Under God» por parte del Congreso.

El 22 de abril de 1951, el consejo de administración de los Caballeros de Colón adopta una resolución que enmienda el juramento de fidelidad y agrega «Under God» al juramento que se recita al inicio de sus reuniones. Entre abril y mayo de 1952, los Caballeros de Colón de la Florida, de Dakota del Sur, de New York y de Michigan adoptan resoluciones en las que recomiendan que el Congreso modifique oficialmente el juramento de fidelidad y lanzan peticiones en ese sentido.

El 22 de agosto, el Consejo Supremo de la organización adopta esa posición y envía copias del texto al presidente de Estados Unidos (aún Harry Truman) y al vicepresidente, en su condición de presidente del Senado, así como al presidente de la Cámara de Representantes. La operación se repite en agosto de 1953 con el envío, esta vez a todos los miembros del Congreso, de textos que piden la introducción de la mención «Under God». La campaña comienza a encontrar apoyo entre los congresistas.

El 7 de febrero de 1954, Eisenhower y su esposa asisten a un templo presbiteriano de Washington, por recomendación de Billy Graham [20], en momentos en que el reverendo George M. Docherty pronuncia un sermón sobre el juramento de fidelidad.

Docherty declara: «Lo que falta es la característica y el factor que definen el modo de vida norteamericano. Exceptuando la mención ‘Estados Unidos de América’, podría ser el juramento de cualquier república. En realidad, me imagino que los niños de Moscú podrían recitar un juramento similar con el mismo fervor. Rusia es también una república que pretende haber derrocado la tiranía de la monarquía. Rusia también se dice indivisible.» Concluye por tanto que, aunque algunos ateos estadounidenses «honestos» se sientan quizás heridos, «un ateo norteamericano es una contradicción terminológica» [21].

George Docherty y Dwight Eisenhower.

Docherty es también el pastor de numerosos congresistas y, rápidamente, 17 proposiciones son presentadas al Congreso, aunque es el representante demócrata de Michigan, Louis C. Rabaut -católico- quien quedará como el autor de la primera.

La inclusión de la mención «Under God» será aceptada por unanimidad en ambas cámaras. El subcomité del Senado para enmiendas constitucionales rechazará sin embargo la proposición de Ralph Flanders, senador republicano de Vermont, que pide que la ley y la constitución estadounidenses reconozcan explícitamente la autoridad de Jesucristo.

Eisenhower firmará el decreto que modifica la formulación del juramento de fidelidad el 14 de junio de 1954 -el día de la bandera-, 30 años día por día después de la anterior modificación del texto, impulsada por la extrema derecha estadounidense. El 17 de agosto de 1954, en un mensaje al Caballero Supremo de la Orden de los Caballeros de Colón, Luke E. Hart, en ocasión del Consejo Supremo de la organización organizado en Louisville, Eisenhower reconoció a la Orden la paternidad de la reforma.

En 1956, la frase «En Dios confiamos» («In God We Trust»), incluida ya en los dólares estadounidenses, se convirtió en la divisa oficial de Estados Unidos. Las Iglesias católica y protestantes estadounidenses completaban así el desvío de los símbolos nacionales del país, reforzando a la vez el vínculo entre nacionalidad estadounidense y creencia religiosa.

Un texto útil en la «guerra de civilizaciones»

Los movimientos de libre pensadores ponen hoy este desvío en tela de juicio precisamente en momentos en que la administración Bush utiliza los mismos argumentos retóricos que la administración Eisenhower. Bush, al igual que Eisenhower, desarrolla la imagen de una nación en peligro que debe tomar a Dios como referencia ante la proximidad de la Apocalipsis.

El 17 de febrero de 1955, el teólogo judío Hill Herberg afirmó que Eisenhower se presentaba como «no solamente el dirigente político sino también como el dirigente espiritual de nuestra época» [22], lo cual podría aplicarse también a George W. Bush, quien no deja pasar ocasión alguna de exagerar la amenaza contre Estados Unidos para apelar seguidamente a la devoción religiosa y recordar el lugar cimero que ocupa Estados Unidos entre las naciones.

Al final de su vida, en su autobiografía, el propio reverendo George M. Docherty lanzó una alerta sobre los excesos a los que podía dar lugar la asociación de Estados Unidos con Dios. Refiriéndose a la inclusión de la mención «Under God» en el juramento de fidelidad, escribió: «Sigo considerando válido mi argumento, pero es posible que el tiempo haya convertido mis argumentos filosóficos en razones no pertinentes habida cuenta de los grandes problemas en juego.

Un patriotismo falso nació de la amenaza fantasiosa de la expansión comunista. El mccarthysmo ensombreció las ondas radiales, los superpatriotas no se preguntaban ya si de verdad estaban del lado de Dios sino que afirmaban que Dios estaba del lado de ellos. En su versión actual, el nuevo juramento de fidelidad ha servido de apoyo a la religión civil que caracterizó al cristianismo institucional de los años 50.» [23].

Hoy en día, no solamente la administración Bush dice conducir su política exterior según los preceptos divinos y planes de Dios para el mundo [24] sino que hasta la propia democracia estadounidense es puesta en duda por quienes dicen hablar en nombre de Dios.

El 2 de enero de 2004, el reverendo Pat Robertson declaraba que Dios haría ganar la elección presidencial de 2004 a George W. Bush porque «Dios le ha dado su bendición. Quiero decir que él puede cometer errores terribles y salir del apuro. Poco importa lo que haga, bien o mal. Dios lo apoya porque es un hombre piadoso y Dios lo bendice.» [25].

[1NDLR: Teniendo en cuenta que esta expresión, que significa a la vez «atendida por Dios» o «bajo el mando de Dios», es extremadamente difícil de traducir, hemos decidido mantenerla en inglés. La traducción más aproximada del sentido original que hayamos encontrado en textos franceses sería «bajo el ala de Dios».

[2I pledge allegiance to the Flag of the United States of America, and to the Republic for which it stands: one Nation under God, indivisible, with Liberty and Justice for all.

[3El 14 de junio se celebra el aniversario de la adopción oficial de la bandera estadounidense. Celebrado localmente en diversos Estados y comunidades desde finales del siglo XIX, el «Día de la Bandera» (Flag Day) se convirtió en una celebración nacional en 1949.

[4«Pledging Allegiance to My Daughter», por Michael Newdow, New York Times, 21 de junio de 2004. Tema abordado en Tribunes Libres Internationales n° 373 del 22 de junio de 2004 (en francés).

[5Esta enmienda estipula «El Congreso no hará ninguna ley que tenga que ver con el establecimiento o que prohíba el libre ejercicio de una religión o que restrinja la libertad de palabra o de prensa, o el derecho que asiste al pueblo de reunirse pacíficamente y de dirigir pedidos al Gobierno».

[6«Atheist Presents Case for Taking God From Pledge», por Linda Greehouse, New York Times, 24 de marzo de 2004.

[7«John Ashcroft dans le secret des Dieux» (texto en francés), Voltaire, 2 de febrero de 2004.

[8Citado por la CNN, «Gov’t to ask rehearing of Pledge ruling», 27 de junio de 2002.

[9El único voto que faltó fue el del muy reaccionario Jessie Helms que no pudo participar en el voto por hallarse entonces convaleciente una intervención cardiaca.

[10Cantante estadounidense de country cuya canción «God Bless the USA» es un clásico de las ceremonias en Estados Unidos.

[11Lee Greenwood declaró en una entrevista para el sitio web de Billy Graham: «La frase «Under God» en el juramento de fidelidad no significa que todo el mundo sea cristiano. No significa tampoco que todo el mundo crea en Dios. Significa que esta nación está protegida por Dios».

[12Quien se había opuesto ya a los grupos fundamentalistas cristianos estadounidenses durante la polémica sobre la película de Mel Gibson «La Pasión de Cristo según el actor Mel Gibson -La implosión de la alianza judeo-cristiana», Voltaire, 26 de febrero de 2004.

[13«Chasses aux sorcières, des communistes aux musulmans» (texto en francés), por Paul Labarique, Voltaire, 24 de junio de 2004.

[14«Under God», por Samuel Huntington, Wall Street Journal, 16 de junio de 2004. Abordado en Tribunes Libres Internationales n°371, Voltaire, 18 de junio de 2004.

[15’I pledge allegiance to my Flag and to the Republic for which it stands, one nation, indivisible, with liberty and justice for all.

[16«Two Little Words, por Hendrik Hertzberg, The New-Yorker, 8 de julio de 2002.

[17Citado por Pr. Ira Chernus «Eisenhower: Faith and Fear in the Fifties».

[18Stephen Whitfield, «Praying: God Bless America», in Cold War Culture, p. 77.

[19En 1953, declaró «Casi todos los propagandistas de los Evangelios y los estudiosos de la Biblia piensan que el [comunismo] lo dirige Satán en persona», in Stephen Whitfield, op. cit,, p. 81.

[20A pesar de sus discursos, Dwight Eisenhower fue bautizado siendo ya presidente de Estados Unidos y, según se dice, nunca antes había puesto un pie en un templo. Después de haberse presentado como un hombre religioso, pero sin implicarse en ninguna secta durante su campaña electoral, Eisenhower se dio cuenta que no podría seguir siendo presidente sin ser miembro de alguna Iglesia. Era Billy Graham quien le recomendaba a qué templos debía acudir.

[21Citado in Martin Marty, «Civic Religion», in Modern American Religion, vol. 3, p. 300.

[22Citado in Martin Marty, op. cit., p. 295.

[23«I still consider my reasoning to be valid, but the times should have overruled my philosophical arguments as irrelevant in light of the greater issues at hand. A false patriotism was being aroused by the bogus threat of Communist encroachment; McCarthyism darkened the airwaves; superpatriots were prone to ask not whether they were on God’s side, but whether God was on theirs. As such, the new Pledge unfortunately served as one more prop supporting the civil religion that characterized the institutional Christianity of the fifties», in I’ve Seen the Day, George M. Docherty, p. 160.

[24«The driving force behind America’s foreign policy», por George W. Bush, The Independent, 26 de febrero de 2004. Abordado en Tribunes Libres Internationales n°294, Voltaire, 26 de febrero de 2004.

[25Selon Dieu, Bush gagnera l’élection en 2004 (Según Dios, Bush ganará las elecciones de 2004), texto en francés, Voltaire, 7 de enero 2004.