Iván Darío Hernández, Estación Central

De hecho debieron formularse patrones de comparación con los seres y entidades que los acompañaban en la aventura de vivir, así ellos fuesen de naturaleza animal, vegetal o mineral. El establecimiento de relaciones, el sentido de las proporciones, la unicidad de su existencia, y los vínculos con los otros levantaron enigmas con consecuencias especiales para la vida de unos y la de los demás.

En el campo de lo estrictamente productivo y en particular al considerar algunas variables que nos permiten comparar situaciones, esa curiosidad numérica también existe. En la Venezuela de hoy algunos números deben llamarnos a la reflexión.

¿Qué significa que el crecimiento del producto interno bruto (PIB) del país haya tenido la cifra más alta desde que el Banco Central de Venezuela (BCV) comenzó a tener sus mediciones acerca del mismo, dentro de los 64 años actuales de una institución con tradición de medición en las cuentas nacionales? Recordemos para no olvidar la cifra acerca del crecimiento del PIB durante el concluido año 2004, que tuvo un impresionante valor de 17,3%.

¿Qué le ocurre a la inflación venezolana que durante el mes de febrero del 2005 logró en la medición que realiza el BCV para el índice de precios del Area Metropolitana un valor de 0,17%, aproximado a 0,2%, como el valor mínimo obtenido en los últimos 17 años?

¿Qué significado tiene el valor de nuestras reservas internacionales cuándo superan la cifra de los 26 mil millones de dólares, en cantidad comparable al tamaño de nuestra deuda externa, lo que permitiría ¨teóricamente¨ cancelarla de inmediato?

¿Es una mera casualidad que el precio promedio del petróleo venezolano se encuentre durante este año 2005 y a la altura del primer trimestre en un valor alrededor a los 40 dólares el barril?

¿Cómo entender las cifras millonarias que definen el comportamiento de cualquiera de las Misiones Sociales emprendidas por el gobierno nacional en los últimos dos años?

Para muestras basta un botón, dice la expresión popular.
No tenemos dudas que Venezuela vive momentos de transición política. Primero la aprobación de la Constitución Bolivariana el 15 de diciembre de 1999, que marcó por la vía de su legitimación, a través de un referéndum con una notable y marcada mayoría, un hecho importante de la vida institucional del país.

Las nuevas reglas del juego, su marco constitucional quedaban definidos en la Carta Magna. Pero ella no estaba destinada a quedar como letra muerta. Pasaron acontecimientos para comprobar su mera existencia, vinieron eventos después de la aprobación de la Segunda Ley Habilitante, hubo la reacción de ciertas elites, y una dura confrontación durante los años 2002 y 2003 con el golpe de estado de abril primero y el sabotaje petrolero después.

Eran señales por parte de quienes pretendieron desconocer su contenido y acabar con el país de manera insólita e inédita. Vaya paradoja cuándo parte de los propios venezolanos intentaron destruir su máxima fuente institucional burlonamente despachada con un acto de desconocimiento público y notorio, y con la demolición de la base de su riqueza material costara lo que costara.

La recuperación posterior de la sindéresis política, las derrotas sucesivas en el plano electoral con las jornadas del 15 de agosto y el 31 de octubre hacían retornar a la normalidad el clima político y el actuar dentro de su ámbito constitucional. Pasaba la tormenta y el país con sus integrantes continuaba existiendo a pesar de las terribles consecuencias en vidas humanas y pérdidas materiales. Venezuela volteaba la página política y de esa manera su influencia sobre los numeritos acerca de la economía y la sociedad en su conjunto tenían un efecto visible.

Aparecieron los valores antes citados en cuánto a los niveles del PIB, la inflación, las reservas internacionales o los precios petroleros, estos últimos claro está sujetos también a procesos más allá de nuestras fronteras. Igualmente el desempleo ¨record¨ producto del sabotaje petrolero que alcanzó un 21% comenzaba a descender hasta llegar a valores cercanos al 10% a finales del 2004.

La vuelta a un clima político de normalidad constitucional actuó como un factor estimulante para la recuperación y crecimiento de nuestro aparato productivo, las hipótesis sobre el llamado "rebote" debían guardarse para nuevas ocasiones, la práctica y los numeritos económicos desmentían las voces agoreras de la oposición política. Los juicios políticos disfrazados de tecnicismos económicos quedaban desnudados ante la nueva realidad.

¿Entramos simplemente en una nueva fase de crecimiento producto de las oscilaciones favorables de los precios petroleros? ¿Se comienza a revertir el ciclo largo de desinversión, de descapitalización de nuestra economía que ha durado cuándo menos las últimas casi tres décadas? ¿Es que acaso los ciclos políticos y productivos se han entrelazado en el contexto de un entorno mundial favorable? ¿Será capaz de mantenerse un crecimiento del aparato productivo para los próximos lustros de manera sostenida? ¿Alcanzará Venezuela sus equilibrios macroeconómicos y sociales en los próximos años tal de dar un salto significativo en el nivel de vida de la mayoría de los venezolanos? ¿Podrá el país cumplir con las anheladas metas del milenio las cuales suscribieron los mandatarios del mundo para la próxima década? 

Comprometidos como nos encontramos la mayoría de todos los venezolanos en que algunas de esas preguntan tengan numeritos suficientemente razonables, que no sólo den testimonio de una recuperación del aparato productivo que ya es visible, de un crecimiento que comienza a consolidarse de manera también fehaciente, sino igualmente para alcanzar un desarrollo acorde con las posibilidades que nos brinda la naturaleza que nos acoge, la historia que nos respalda, el deseo de cambio que nos acompaña, y la convicción de una voluntad de defensa de nuestra soberanía a veces ensombrecida por amenazas que vienen de otras latitudes.

Los numeritos de nuestra economía y de nuestra situación social son el referente empírico necesario que señala la bitácora del cambio político en curso, pero también comienzan a mostrarse las modificaciones que se vienen gestando dentro del aparato productivo en lo que está por venir.

Proponerse metas inalcanzables señala una voluntad política que tiene como base la angustia que proviene de la pobreza a superar, las injusticias a eliminar, y a poner de lado las diferencias sociales que reflejan una exclusión social inaceptable. 

Cómo ajustar los ritmos de cambio y los numeritos traducidos en metas realizables, viables, es un reto en el que nos encontramos envueltos los venezolanos de hoy. Equilibrar las relaciones macro económicas y macro sociales se presenta como condición necesaria aunque no suficiente.

Recuperar niveles aceptables de crecimiento de la inversión respecto al producto resulta elemento imprescindible para la reversión del largo ciclo de descapitalización, ahorrar en tiempos de bonanza permite pasar la fase negativa del ciclo petrolero con menores restricciones y angustias, como ya se demostró a lo largo de los años 2000 y 2001 cuándo se lograron acumular más de 6 mil millones de dólares.

Un señalamiento importante debe mencionarse al considerar las series numéricas de algunas de las variables mencionadas. Se trata no sólo de números específicos sino de un conjunto que comienza a mostrar eso, una tendencia, una ruta, una dirección con su sentido creciente para el PIB, las reservas internacionales, los precios petroleros, y una disminución tanto para la inflación como para la tasa de desempleo.

A través de las proyecciones el cumplimiento de las metas del milenio, que contienen algo más de lo que le ocurre a la economía para adentrarse en el ser humano, en sus necesidades básicas y primarias, de salud, alimentación, educación, y pare Ud., de contar, dado que la satisfacción de unas conlleva las posibilidades de otras nuevas, en ese camino insaciable del ser humano por mejorar cada vez más su calidad de vida. 

Previsión, cálculo numérico, sentido de las proporciones, audacia política, combinadas con una aceleración productiva, con un impulso a las nuevas inversiones, con la creación del potencial de nuestra infraestructura, la consolidación del camino avanzado, la sostenibilidad de nuestros programas sociales encaminados a vencer la exclusión social, la elevación de la conciencia de los derechos de la mayoría y una profundización del proceso de cambio que vive el país, todo ello, no tenemos duda, pudiera permitir que esos numeritos que hoy comienzan a aparecer como meras sorpresas, o casualidades, como simples curiosidades, para algunos, no sean más que señales de un cambio más profundo que se viene dando al interior de la sociedad venezolana, el de una verdadera "transustanciación" para recordar al maestro García Bacca en sus exploraciones acerca de los cambios y sus expresiones.

Ello más allá de las necesarias ¨transformaciones¨ que comienzan a aparecer cuándo exploramos la naturaleza de los numeritos que acompañan el proceso productivo y a la sociedad venezolana en la actualidad. Se hace camino al andar sin dejar de soñar en un futuro que se construye día a día con los numeritos que nos muestran: el ritmo del progreso, las metas por alcanzar, los deseos insatisfechos, las necesidades por cubrir y el horizonte por recorrer.