El reinado de Juan Pablo II estuvo dedicado al intento de comunicar a un mundo globalizado lo que significaba el hecho de ser una criatura humana creada por Dios. Este hombre, talentoso en muchos sentidos, hizo de su vida un ejemplo de lo que podía ser una existencia inspirada en el Evangelio. Fue uno de los grandes dirigentes de la Iglesia Católica de los últimos 2000 años y su pérdida nos deja huérfanos.

Hombre de imagen, fue visto más que cualquier otra persona por una mayor cantidad de gente en toda la Historia. Echó a andar la mayor revolución no violenta. Nacionalista polaco, contribuyó en gran medida a hacer realidad el sueño de su país de convertirse en un Estado independiente. Fue, primero, un tornado blanco sobre el mundo; después, la encarnación del coraje ante la enfermedad, de la dignidad en el sufrimiento, al igual que el defensor de la dignidad humana frente al comunismo y también frente al consumismo y al materialismo occidentales.

Era un hombre complejo, ligado a la tradición sin ser rígido. Estaba convencido de ser un Papa para toda la humanidad y abordó numerosas cuestiones basado en su experiencia personal. Los historiadores debatirán sin duda largo tiempo acerca de su legado y de su influencia sobre la Iglesia. ¡Lo echaré de menos!

Fuente
The Age (Australia)

The Age (Australia)
Referencia: «Dynamic pastor of the global village», por Cormac Murphy-O’Connor, The Age, 3 de abril de 2005.