La participación activa del Papa en la caída del régimen en la Unión Soviética se
destaca en numerosos comentarios, es indiscutible para Polonia así como para los países y regiones cuya población es católica devota, como en Eslovaquia y Lituania. Su autoridad moral sirvió de aliento a los demás movimientos de oposición, la disidencia en Rusia se motivó por el ejemplo polaco de Solidarnosc, pero su papel era indirecto.

La oposición entre las Iglesias ortodoxa y Romana no fue borrada por la presión antirreligiosa de los comunistas. La desconfianza entre las Iglesias del Este y del Oeste persiste.

La Iglesia Ortodoxa se apresuró a recuperar el poder que perdió en 1917 y su posición de Iglesia de Estado. La tolerancia religiosa es la misma hoy que en 1917: Rusia es un territorio ortodoxo, los misioneros extranjeros serán rechazados tanto como lo puedan ser. Rusia era, sin embargo, en su fase de liberalización, a partir de 1985 y sobre todo después de 1991, el sueño dorado de los bautistas norteamericanos, los managers de la Cientología, los monjes
krishnas y muchos otros. Los rusos no se convirtieron masivamente al catolicismo, pero el trabajo caritativo y comunitario de la Iglesia Católica era eficaz. A partir de 2003 los católicos fueron contrarrestados masivamente, el patriarcado ortodoxo afirma entonces que es tolerante pero que Rusia le pertenece, además, no envía misiones a Portugal o Irlanda. El Papa, por el contrario, consideraba a su Iglesia como universal.

Por ende, no hubo influencia directa en la desaparición de la URSS. Eso no excluye sin embargo que él haya podido empujar al «imperio del mal» a la destrucción gracias a sus fervientes oraciones y su devoción a María.

Fuente
Die Tageszeitung (Alemania)

Die Tageszeitung
Referencia: «Mythos zwei: der papst hat massgeblich zum mauerfall beigetragen», por Erhard Stölting, Die Tageszeitung, 4 de abril de 2005.