El gobierno de Bush hace bien en apoyar la democratización del mundo árabe. El meollo de la cuestión es: ¿cómo hacerlo? Si presionamos demasiado, se da la impresión de que estamos imponiendo nuestra voluntad; si no se presiona lo suficiente, se da la impresión de que apoyamos la libertad en todas partes menos en el mundo árabe. Hay que encontrar el justo medio.
Durante estos últimos meses, hemos copresidido una comisión del Council on Foreign Relaciones llamada «In support of Arab Democracy: Why and How». Llegamos a la conclusión de que había que promover la evolución más que la revolución. Hay que tener un enfoque país por país, no un enfoque global. Hay demasiada diversidad en el mundo árabe como para poder contar con una solución única. Hay que alentar a los dirigentes árabes para que hagan reformas y denunciarlos cuando dichas reformas no son más que castillos en el aire.
Hay que apoyar a los grupos democráticos no violentos, no excluir a los islamistas del proceso y dar confianza a las minorías. Hay que contribuir al desarrollo en el mundo árabe de los medios de comunicación independientes, que podrían matizar la mala imagen de los Estados Unidos. Nuestra diplomacia debe insistir más en la reforma democrática. Debe recompensarse mediante ayudas económicas a los países que llevan a cabo reformas.

Fuente
Washington Post (Estados Unidos)

«The Right Path to Arab Democracy», por Madeleine K. Albright y Vin Weber, Washington Post, 8 de junio de 2005.