Todavía me acuerdo de cuando era un muchacho adolescente, allá en mi pueblo natal de San Antonio de las Vueltas, en la provincia villareña, como la gente vieja de la época decía, al referirse a los hechos de sangre que se sucedían en la capital de la isla -se referían a la violencia desatada durante primera dictadura de Batista de mediados de los años 30 del siglo pasado- que esas cosas pasaban porque «El Diablo andaba suelto y que La Habana era un Infierno».

Pasados los años, los viejos somos nosotros y El Diablo de nuevo anda suelto pero el Infierno está ahora en Irak.

Veamos si no lo que dice un cable de prensa fechado a las cinco de la mañana del jueves 16 de junio del año dos mil cinco: Al Ambar, provincia de Irak, especial para la cadena de televisión CNN: De acuerdo a fuentes del ejercito de los Estados Unidos, cinco solados Marines pertenecientes a la Segunda División de ese cuerpo expedicionario, murieron ayer miércoles cuando una poderosa bomba explotó debajo de su vehículo militar cuando este se dirigía por una carretera camino de una operación de combate en la zona.

También, añade el cable, un marine murió de las heridas sufridas cuando fue alcanzado por fuego enemigo de armas de pequeño calibre ese mismo miércoles, en otra operación de combate contra fuerzas enemigas en la ciudad de Ramadi.

Estas últimas bajas en combate aumentan a 47 el número de soldados norteamericanos muertos durante esta primera quincena de este mes de junio, alcanzando ya la cifra de 1713 la totalidad de combatientes muertos estadounidenses desde que comenzó la guerra en Irak. Todo eso sin contar los soldados heridos, muchos de gravedad, cuya cifra se calcula que ya llega a los diez mil.

Y sigue el cable de prensa reportando que a la hora de almuerzo, en el comedor de una base militar en Irak, se produjo un ataque con una bomba que llevaba encima un terrorista suicida, muriendo producto de la explosión 23 soldados iraquíes y causando además 28 heridos.

La base militar donde se produjo el hecho está situada apenas a unos 56 kilómetros de Bagdad. También en un pueblo situada al sureste de la capital se produjo otro ataque suicida con un carro-bomba que alcanzó a un auto patrullero de la policía dando muerte a 4 de sus ocupantes y dejando heridas a otras 29 personas.

A estos actos de violencia ocurridos ayer miércoles en Irak se agrega la muerte de otras cinco personas con seis heridos graves a consecuencia de un ataque con mortero en una barriadas al sur de Bagdad, según reportó la policía.

Todo estos hechos de violencia que han costado las vidas a tantos y tantos soldados norteamericanos, es sin contar los miles de combatientes iraquíes así como los miles de inocentes civiles, hombres, mujeres, ancianos y niños que nada tiene que ver en esta guerra que parece no tener fin, a pesar que el Presidente Bush, cantando temprana victoria, había dicho al terminar la invasión a Irak, desde el puente de mando de un portaviones norteamericano, que la guerra había terminado.

Pero lamentablemente la guerra no ha terminado. Entramos en un verano caliente. Por acá en Estados Unidos, tenemos en las casas y en los automóviles el alivio confortable del aire acondicionado. Suerte que tenemos los que no estamos en esa guerra espantosa. Pero allá, en Irak lo que hay es un verdadero Infierno y como decían los viejos de mi pueblo, El Diablo anda suelto.

¿Quién ahora va a apagar el fuego que arde en el Infierno de Irak y le va a poner en la frente la cruz al Diablo que anda suelto por allá? ¿Quién? ¿Quién? ¿Quién?

Como decía El Tenorio: «De los muertos que vos matáis, responda el cielo y no yo».