Impacientes por reformas sociales, los electores del Frente Popular desencadenan huelgas masivas en toda Francia. El presidente del Consejo, Léon Blum, quien dio múltiples garantías a la derecha antes de su elección, se encuentra más en posición de árbitro que de líder.
El gran patronato, que predice una catástrofe económica y teme que las clases trabajadores le tomen el gusto al ocio, se encuentra en estado de pánico. Asustado por la amplitud del movimiento social, acepta de repente amplias concesiones.
La Cámara adopta con un solo voto en contra la ley llamada del 20 de junio de 1936 que instituye dos semanas de descanso retribuido.
Este movimiento de limitación del trabajo no dejará de ampliarse con la tercera semana de descanso retribuido en 1956, la cuarta en 1965 y luego la quinta en 1983, para interrumpirse en 2005 con la impugnación de la duración semanal del trabajo, la eliminación de días feriados y el aumento de la edad de la jubilación.