Un avión DC-9 de la compañía Itavia explota en las proximidades de la pequeña isla de Ustica con 93 pasajeros civiles a bordo. Numerosos expertos señalaron la controvertida tesis de un error militar, pues varios cazas de la OTAN perseguían entonces aviones libios que sobrevolaban el territorio italiano. El descubrimiento de un avión libio estrellado en las montañas calabresas parecía apoyar esta tesis. Sin embargo, el secreto de defensa fue impuesto al precio de una teoría oficial dudosa que afirmaba que ningún avión de la OTAN había recorrido el espacio aéreo italiano y que la caída del avión libio era sólo una coincidencia. No fue hasta el 28 de septiembre de 2000, tras 20 años de investigaciones obstaculizadas por las autoridades occidentales, que se abrió el proceso a nueve militares de alto rango de los servicios secretos italianos acusados de atentado contra las instituciones y de alta traición. Durante el proceso fue establecido que numerosos falsos testimonios, ocultamiento de pruebas y omisión de información tenían como objetivo encubrir la existencia de esta operación militar la noche del «accidente».