Los recientes acontecimientos en Uzbékistán, que dejaron como saldo gran cantidad de muertos, no fueron, como interpretó un gran número de organizaciones y gobiernos occidentales, una batalla por los derechos humanos, una batalla de los buenos contra los malos. Esta revuelta fue organizada por fundamentalistas que se presentan como una organización política inocente con el fin de recibir el apoyo del Occidente.
En mi viaje a Uzbekistán me entrevisté con responsables militares uzbecos y aprendí mucho acerca de la verdadera naturaleza de Hizb al-Tahir, organización fundada en Jerusalén Oriental hace más de 50 años por miembros de los Hermanos Musulmanes. Se trata de un grupo yihadista, apenas diferente de lo que hace Bin Laden. Es responsable de numerosos ataques contra el gobierno uzbeco y las embajadas estadounidense e israelí. Sin embargo, los países occidentales y en particular los países europeos piden que el presidente Karimov combata a esos terroristas con guante blanco.
Es ingenuo creer que se trata de una lucha por los derechos humanos. El Hizb al-Tahir escogió a Uzbekistán como terreno de ensayo para alcanzar sus objetivos. Ya hemos visto a lo que puede conducir el desarrollo de regímenes islamistas en los países vecinos, en Irán y Afganistán. Los islamistas iraníes se han presentado como defensores de los derechos humanos y los talibanes como combatientes antisoviéticos. Una vez en el poder siempre se han opuesto a Occidente. Hoy, los dirigentes del Hizb al-Tahir han buscado refugio en Londres y París, y reciben la ayuda de los activistas pakistaníes.
Estados Unidos e Israel deben comprender que Uzbekistán es una muralla contra el desarrollo del islamismo y que es necesario ayudar a Karimov.

Fuente
Ha’aretz(Israel)
Diario de referencia de la izquierda intelectual israelí. Propiedad de la familia Schocken. Tirada de 75,000 ejemplares.

«A barrier to Islamic evil», por Reuven Daniel, Ha’aretz, 22 de junio de 2005.