La designación de John Bolton como embajador de Estados Unidos en la ONU ha provocado consternación e inquietud en las cancillerías extranjeras y aplausos de parte de la extrema derecha estadounidense.
Para el demócrata Sidney Blumenthal, en el Guardian, apenas hay dudas sobre la misión de Bolton: eliminar a Mohammed El-Baradei de la dirección del Organismo Internacional de la Energía Atómica y forzar a la ONU a que apoye las próximas aventuras militares en Irán, Siria y Corea del Norte. En el otro extremo del tablero, el republicano Nile Gardiner se regocija en el Boston Globe y el International Herald Tribune, porque Bolton va a «sacudir» la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra (es decir, librar a los Estados Unidos de cualquier crítica) y «reformar» la ONU (o sea, no incorporar miembros al Consejo de Seguridad, sino sólo mantener en él a Estados Unidos.).
Nir Boms y Reza Bulorchi se indignan en el Washington Times por el apoyo francés a Irán. Prueba de ello es la prohibición en París de una reunión de los Mujahidines del Pueblo. Sin embargo, esta organización -manipulada ahora por el Pentágono-, es considerada como terrorista por el Departamento de Estado. Para luchar contra el terrorismo iraní, que cesó desde hace mucho tiempo, Francia debería por lo tanto apoyar el terrorismo estadounidense.
Michael Scheuer, jefe de división en la CIA, obligado a dimitir tras haber hecho pública su crítica sobre la manera en que el gobierno de Bush lucha contra el terrorismo, sale en defensa de sus colegas en el New York Times. En efecto, la gente buena se indigna ante la práctica corriente de la extradición de prisioneros hacia Estados que recurren a la tortura para “interrogarlos” con toda legalidad. El agente Scheuer subraya que esos métodos se usan desde hace mucho tiempoo; Bill Clinton ya los había utilizado y resultaron eficaces. Si es cierto que los responsables de su aplicación deben de ser censurados, los que han ordenado su utilización son los presidentes y no los agentes que obedecieron.
También se habría podido considerar, como lo hizo el Tribunal de Nuremberg ante casos de igual naturaleza, que los dirigentes políticos son los primeros responsables y que los ejecutantes son sus cómplices. Nos enteramos de paso -por la propia pluma del ex jefe de la unidad anti-Ben Laden- de que la mayoría de las informaciones sobre Al Qaeda se obtuvieron mediante la tortura, con el grado de confiabilidad merece ese tipo de métodos.
El cineasta Andrei Mikhalkov-Konchalovsky se interroga, en Argumenty i fakty, sobre los proyectos de transposición del mundo entero a un único modelo económico y político. Eso fracasó en Afganistán y en Irak, por lo que no hay razón para que funcione en Rusia. Para él, no se puede hacer abstracción de las culturas, incluidas las que tienen elementos arcaicos. Europa está dividida en dos partes, según una línea de separación que corresponde a la división catolicismo/ortodoxia. Nos guste o no, es una realidad que se impondrá siempre.
Las particularidades del mundo ruso también están presentes en el contenido central del texto de Padma Desai, en Die Welt. Esta ex colaboradora del ministerio ruso de Finanzas bajo la era de Yeltsin e investigadora en el Council on Foreign Relations, considera que los ataques contra la política de Vladimir V. Putin no tienen en cuenta las especificidades y la historia reciente de Rusia, punto de vista raro en la prensa occidental.
En el Daily Star, Ghassan Khatib, ministro palestino del Trabajo, se arma de paciencia para explicar cosas evidentes difíciles de admitir. No es posible un alto al fuego porque palestinos e israelíes se acusan mutuamente de ser responsables de la violencia, y cada bando está convencido de tiene que defenderse. Como lo estipula la «hoja de ruta», es necesario en primer lugar reducir la tensión con gestos concretos de paz por ambas partes. Los palestinos no pueden renunciar a la violencia de los atentados si los israelíes no renuncian a la violencia de la ocupación. Por consiguiente, deben estos últimos detener la expansión de las colonias y dejar que la comunidad internacional apoye la economía palestina.