Aslan Maskhadov servía de pretexto a Occidente para ejercer una presión diplomática sobre Rusia porque conservaba una apariencia de legitimidad. Ya no quedan más interlocutores que las fuerzas islamistas radicales. Ahora esas fuerzas tienen las manos libres en su guerra contra Rusia. La acción de las bandas armadas va a intensificarse. Es la escalada del terror. Nuevas figuras aparecerán en primer plano, más radicales que Maskhadov, como
Bassaev, Udugov y la nueva generación que ha crecido en la guerra, que no habla ruso y que está impregnada por completo de propaganda wahhabita y salafista.
La muerte de Maskhadov tendrá un impacto en la ideología de los terroristas. Él era la encarnación de una nacional-democracia más o menos aceptable para el Occidente en Ichkeria [1]. Desde ese punto de vista, no hay sucesor. Ello tendrá también consecuencias sobre la influencia de las cabezas pensantes del separatismo checheno, del otro lado del Atlántico, que serán más prudentes a la hora de escoger a sus intermediarios ya que el apoyo de Estados Unidos a los terroristas ultra-radicales no sería interpretada de la misma manera incluso en su propio país. Ahora la administración de Alhu Alkhanov [2] es el único centro legítimo del sistema checheno.
Con miras a desestabilizar el norte del Caúcaso y a preparar la revolución naranja, Occidente utilizará activamente a la administración de Grozny y tratará de oponerla al centro federal. Ya ha empezado a hacerlo. Hemos visto en la prensa recientemente textos de acuerdos inaceptables entre Rusia y Chechenia que exigen una autonomía total y el pago de reparaciones. Ahora el poder de Grozny es el que va a desempeñar el papel de Maskhadov, bajo una forma edulcorada.

Fuente
Komsomolskaïa Pravda (Rusia)

«Запад будет подбивать Чечню на « оранжевую » революцию», por Alexandre Duguin, Komsomolskaïa Pravda, 10 de marzo de 2005.

[1Nombre dado por los independentistas a la república chechena.

[2Es el presidente legal de Chechenia que sucedió a Akhmad Kadyrov, asesinado en mayo de 2004.