Después del desafortunado referendo, los políticos europeos redescubrieron las políticas populistas. Turquía tiene la rara oportunidad de insertarse en el marco de esas políticas. El problema reside en que no hay una voz turca en los medios de comunicación europeos y en que numerosos políticos hablan de Turquía sin siquiera conocer los criterios turcos. La nueva estrella de esas políticas es Nicolas Sarkozy.
Hijo de padre húngaro y de madre greco-judía, Sarkozy es ambicioso y el candidato más serio en las elecciones presidenciales. En Francia, la mayoría de los medios de comunicación se refieren a él como el político conservador que goza allí de más popularidad. Con los turcos no pasa lo mismo, la actitud de Francia era ya extraña, pero con el factor Sarkozy las cosas pueden evolucionar de una forma verdaderamente mala. Y aunque Sarkozy no es muy popular por aquí, los turcos tienen muchos motivos para quererlo.
Los turcos y los húngaros están histórica y genéticamente ligados e inclusive desde el punto de vista lingüístico tienen mucho en común. Los nacionalistas radicales turcos aman particularmente a los húngaros y querrán aún más a Sarkozy si éste se opone al ingreso de Turquía en la UE; se convertirá en un héroe para ellos. Los turcos ya son europeos y nuestros extremistas son tan complejos como Sarkozy. La mayoría de los turcos tiene una mentalidad más abierta que los extremistas, lo que significa que el 99% de los turcos es más europeo que Sarkozy y su fan-club. Sarkozy actúa de tal modo que uno olvida por completo que él también fue «negro» una vez. Para ocultar su pasado de «negro», no deja pasar una sola ocasión para probar que es «blanco». Sus discursos hacen pensar que es el nieto de Napoléon. Él demostró su capacidad en una sociedad tan discriminatoria como la francesa. Para comprender su psicología, basta con establecer una analogía con los luchadores turcos. Se dice comúnmente que los mejores luchadores son más decididos que los demás porque tienen un defecto que esconder, una herida en la mano durante la infancia, por ejemplo.
No es el patrimonio genético lo que hace que Sarkozy sea francés o europeo, sino el hecho de que ha aprovechado las oportunidades que se le han presentado en la política y en la sociedad francesas. Que yo sepa, él dice ser católico romano, pero podría muy bien ser judío según las leyes de esa religión. Con Turquía ocurre lo mismo, se proclama secular pero de cultura islámica. Turquía ha trabajado más que Sarkozy para llegar a ser europea. Por ello no es una exageración decir que si Sarkozy es francés, los turcos son europeos.

Fuente
Turkish Weekly (Turquía)
El Turkish Weekly es el diario publicado por la Organización Internacional de Investigación Estratégica con sede en Ankara.

«Turkey is as much European as Sarkozy is French«, por Baris Sanli, Turkish Weekly, 22 de agosto de 2005.