El general John Jumper, oficial de la Fuerza Aérea norteamericana, reveló que los aviones militares permanecerían en Irak para combatir la resistencia y proteger al régimen instaurado por Estados Unidos «más o menos por tiempo indefinido». Mientras se habla con frecuencia de la retirada de las tropas terrestres estadounidenses, el Pentágono se dedica en estos momentos a construir cuatro bases militares aéreas que supuestamente deben apoyar a las fuerzas de seguridad iraquíes, pero que necesitarán ser protegidas por una numerosa infantería.

Estas instalaciones, que deberían garantizar el control de los pozos petroleros iraquíes mediante cerca de 50 vuelos diarios, le permitirán además a Estados Unidos efectuar bombardeos para reprimir cualquier forma de insurrección gracias a la presencia activa de soldados que seguirán movilizados y al empleo de aviones de reconocimiento. Estados Unidos trata asimismo de legalizar el saqueo de los recursos petroleros iraquíes por la vía constitucional, que ha previsto convertir a la parte beligerante en socio privilegiado de Irak.
«Tenemos intereses en esta parte del mundo y estamos también interesados en permanecer en contacto con el ejército in situ», admitió ese mismo general en un reportaje realizado hace algunas semanas.