Tropas estadounidenses el día de su llegada a la base militar aérea de Karshi-Khanabad en Uzbekistán, el 27 de abril de 2004.

EEUU pierde la base militar más imprescindible para la continuación de su operación antiterrorista en Afganistán, la de Karshi-Hanabad, ubicada en la parte Sudeste de Uzbekistán, en la cercanía estratégica inmediata de la zona de operaciones.

Ya se ha hecho del dominio público que las tropas estadounidenses abandonan definitivamente Uzbekistán, En la noche del martes pasado, el asesor de la secretaria de Estado de EE UU, Daniel Freid, al arribar a Tashkent, reconoció en rueda de prensa que las conversaciones que se sostenían con el presidente Islam Karimov no le dieron a Washington el resultado apetecido. Karimov siguió firme en sus planteamientos a EE UU, y las tropas estadounidenses, «sin que se desarrollen debates complementarios», se ven obligadas a abandonar Uzbekistán. Ya hacia finales del año en curso Karshi-Hanabad pasará de lleno bajo control de la Fuerzas Aérea de Uzbekistán.

Uzbekistán, el primero entre las repúblicas centroasiáticas, ofreció su territorio para la instalación de la base militar estadounidense en septiembre de 2001, en el marco de la realización de la operación antiterrorista en Afganistán por EE UU (y más tarde por las fuerzas de coalición). Pero en mayo del año en curso Tashkent exigió que EE UU evacuara sin dilaciones su base aérea de Karshi-Hanabad.

Tashkent lo explicó oficialmente del modo siguiente: período por el que por acuerdo mutuo de las partes se concedió el aeródromo - la fase activa de la operación antiterrorista en Afganistán - ha concluido, por lo que ya es hora de retirar las tropas estadounidenses. Esta posición de Tashkent la apoyaron también otros integrantes de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCSh), que ya han dirigido una propuesta análoga a EE UU. De momento sólo propuesta.

Todo el mundo comprende que Karimov reaccionó de este modo a la posición mantenida por Washington ante los acontecimientos de Andizhán. En particular, Tashkent ve la falta de sinceridad en la exigencia estadounidense de realizar una investigación internacional de dichos acontecimientos. Tashkent dio a entender que dispone de una información que prueba la participación de funcionarios de la embajada estadounidense en la organización de los sucesos en Andizhán, en el transcurso de los cuales las autoridades uzbecas se vieron obligadas a emplear armas.

En principio, existen otros datos fidedignos de que el motín que estalló en la ciudad no se inscribe de ningún modo en el esquema de «sublevación de la población contra el régimen represivo». Por supuesto, Washington cometió un error al comentar de un modo demasiado unilateral aquella historia, y ahora se ve obligado a pagar su error.

Pero, dejando de un lado las peripecias de los sucesos de Andizhán, convendría preguntar: ¿en qué grado fueron neutralizados los talibán, los extremistas de Hekmatiar y Al Qaeda durante la «fase activa» de la operación en Afganistán y encontrarán EE UU y la coalición a su mando una eficaz sustitución a la base de Hanabad?
Es dudoso que lo consigan. En primer lugar, porque a la única base estadounidense que queda en Asia Central, la ubicada en Kirguizia, cerca del aeropuerto internacional capitalino de Manas, no le alcanzarán sus capacidades para cumplir sola las funciones de «aeródromo de tránsito», o de una base intermedia. Manas ya está sobrecargado de aviones estadounidenses. Según habitantes de los pueblos cercanos de Razdolnoe, Mramornoe, Vasilievka y otros, por el incesante ruido que hacen los motores de aviones, en las casas es imposible dormir ni estar en activo. Por algo los «verdes» locales ya han centrado su atención en esa base reñida con el entorno.

Es poco probable también que se encuentre un buen sustituto en territorio afgano. En opinión de los militares y políticos de Afganistán, con los que pude hablar durante mi reciente visita a Kabul, la única base afgana que podría sustituir a la de Hanabad es el aeródromo de Shindand. Pero éste se ubica en una zona de «inestabilidad militar», y los propios estadounidenses, aunque ya lo han inspeccionado minuciosamente, dudan de la posibilidad de utilizarlo.

Por estas mismas razones tampoco conviene el aeropuerto de Kandagar. A los otros dos que quedan - el de Mazari-Sharif y el de Herat - los estadounidenses los enfocan con escepticismo debido a varios factores. Al de Herat, debido a su cercanía a Irán y las simpatías hacia éste que siente la población local. Al de Mazari-Sharif, por las capacidades limitadas de ese aeropuerto. Además, no se debe olvidar que existen tradicionales vínculos de amistad entre esa provincia septentrional afgana y Uzbekistán.

En cuanto a los talibán, Hekmatiar y Al Qaeda, según han mostrado las recientes elecciones al parlamento afgano, ellos inesperadamente han intensificado sus acciones en las provincias del Sureste, Sur y Sudoeste de Afganistán. El propio presidente de éste, Hamid Karzai, se vio obligado a reconocer que tan sólo en ocho meses del año en curso las pérdidas ocasionadas a los afganos por los talibán y sus cómplices han excedido un millar de personas. En los años anteriores no se registraban bajas tan grandes. La Administración de Karzai desde hace mucho propone aumentar en número las fuerzas de coalición y las fuerzas de seguridad internacionales, así como ampliar las zonas de sus responsabilidades.

La pérdida de bases militares en Asia Central creará numerosos problemas para EE UU, sin lugar a dudas.

Fuente
RIA Novosti (Rusia)