Ha poco apareció el Global Trends 2020 -Mapping the Global Future (Tendencias globales 2020- Cartografía del futuro global), elaborado por el Consejo Nacional de Inteligencia- NIC de los EEUU, donde ubican definitivamente a los Pueblos Indígenas como activos motores del llamado “eje del mal”. Los bolivianos están ahora preocupados con la interevención “legal” que realiza Estados Unidos en Paraguay (dado que su soldadesca tiene licencia e inmunidad para matar y cometer delitos de cualquier tipo) en la instalación y ocupación de una base militar con capacidad para 16,000 combatientes, con la que EEUU podrá, según expertos y parlamentarios, controlar las reservas de hidrocarburos de Bolivia, dado que el pozo de La Vertiente, en Tarija que es la mayor reserva de gas del mundo, está conectado con el pozo Independencia 1 de Gabino Mendoza, a sólo 100 kms. en territorio paraguayo. Igual de preocupados estuvieron los ecuatorianos hace poco cuando denunciaron la instalación de una base militar EEUU en la costa de Manta, para desplegar el Plan Colombia en Ecuador. Igualmente en el Perú existen ya unas cuatro bases militares norteamericanas “informales” en la Selva amazónica dizque “para el control antidrogas”.

En este campo los indígenas de la región andina tenemos muchas razones para estar contra el TLC-USA, porque de aplicarse el TLC en nuestros países su consecuencia directa será cuadriplicar el problema del aumento de las áreas sembradas de coca y como consecuencia la ampliación del narcotráfico; esto se explica porque los subsidios norteamericanos a sus alimentos que son vendidos a bajísimos precios en la subregión, compiten deslealmente con los precios de los productores locales, desplazando así a los campesinos serranos a la siembra masiva de coca, como único “competitivo”, con lo que se amplían cada vez más las chacras cocaleras. Esta parece ser una política conciente de los EEUU para generar el despliegue del Plan Colombia en toda el área andina y con esto una guerra de ocupación directa de “intensidad controlada”. De lo contrario ya habrían aparecido en el senado norteamericano las leyes que prohíban los ingentes subsidios a sus agroexportaciones.

Todo este despliegue de políticas “comerciales” con los TLCs y las bases “anti-coca”, son ya una avanzada de la “nueva” política intervencionista de los EEUU en Sudamérica, después de agotada la “guerra fría”, se ha inaugurado lo que se ha venido calificando como una “guerra de ocupación” de “baja intensidad” contra el “eje del mal” donde los antiguos “territorios indígenas” de las “inviables” patrias criollas de la zona andina deben ser ocupadas o controladas por las tropas de EEUU. Y aquí Chile tiene en AL la misma función que cumple Israel en el Oriente-Medio. Pero el “Perú Posible” de Toledo tiene un papel indecoroso. Es conocido el servilismo que profesa Alejandro Toledo, presidente del Perú a las políticas regionales de Chile y es explicable la forma como este “indígena” farsante, en estos días de julio y comienzos de agosto, protege y permite que en Tumbes, frontera norte del Perú el defenestrado expresidente, Lucio Gutiérrez –enemigo declarado y divisionista de las organizaciones indígenas ecuatorianas- conspire públicamente contra la democracia ecuatoriana. Toledo traicionó a Lula en el plan de afianzar el MERCOSUR y traiciona también ahora a Bolivia con el tema del “anillo energético” para beneficiar con la venta del gas a Chile. Es decir, mismo peón de los EEUU (?).

Esta nueva “ingenieria política y militar” comienza a desarrollar en AL sus bases teóricas con la llamada “Conferencia de Wingspread” en Wisconsin en donde se perfilan los lineamientos de la “nueva política contra-insurgente” y se avizora un nuevo y potencial enemigo de “los intereses” de los EEUU en la región: los indios-quechuas, que en opinión de un asistente del programa Fullbright: “El quechua y el comunismo van de la mano, la diferencia es que mientras los comunistas predican el comunismo, los indígenas lo practican”. Y esto mismo lo dice J.C. Mariategui, el más renombrado intelectual socialista peruano en varios de sus textos. Esta Conferencia sobre el Perú, fue colofón de un Seminario que duró desde julio de 1969 hasta mayo de 1970, mes en que se efectúa este plenario final de Wingspread a la que asistieron mas de 75 importantes dirigentes políticos, altos ejecutivos de las empresas, eruditos, dirigentes, obreros, clérigos, periodistas y representantes de otros sectores de ambos países. Veinte pertenecían a Perú, incluida una delegación oficial. En esta conferencia además de una docena de importantes temas se tocó el tema: “Los Indios”.

El tema relativo a “los Indios”, desarrollado por William P. Mangin, antropólogo sociólogo y matemático de la Universidad de Siracusa, doctor en filosofía graduado en Yale, ex director del Cuerpo de Paz (organismo expulsado del Perú por Velasco Alvarado, acusado de ser parte de la CIA y reimplantado hace muy poco por el actual mandatario A.. Toledo) y del Proyecto Vicos. Sus conclusiones son de enorme importancia para analizar los pasos dados por EEUU en su política contra-insurgente de las últimas décadas y, sobre todo, para calcular las nuevas políticas que los EEUU implementarán luego del Informe NIC. Los resultados de este Seminario fueron publicados en el libro titulado U.S. Foreign Policy in Peru, la edición en castellano de Editorial Sudamericana de Buenos Aires, que apareció en 1972 con el nombre de Estados Unidos y la Revolución Peruana.

En este informe Mangin dice: “A mi juicio implicaría cortedad de vista creer que una de las naciones (tribus, pueblos, o como quiera llamárseles) más importantes y que exhibe mayor uniformidad cultural, nos referimos a los quechuas, no exigirá el reconocimiento de sus derechos. Los gobiernos peruanos coloniales y republicanos, civiles y militares, han intentado abolir por decreto a los indios... Los diferentes intentos realizados en los últimos 400 años para matarlos, integrarlos o dirigirlos hacia la jungla para que enfermen de malaria no han tenido éxito. Los quechuas (y aymaras) son tenaces...”.

Mangin, finalmente propone que EEUU debe desarrollar un trabajo más sutil y científico para afrontar el peligro del desarrollo de la cultura quechua. No en vano la gran preocupación era -y es- que esta cultura diferenciada, en determinado momento, reclame sus derechos y ponga en peligro los intereses de las grandes potencias, especialmente de EEUU. Por eso Mangin propone “salidas para enfrentar esta circunstancia previsible” y aunque se formulan, en el contexto de la Guerra Fría, se proponen como ayuda al gobierno peruano o como intervención para controlar, neutralizar o destruir las aspiraciones quechuas; lo cierto es que la guerra interna de los veinte años subsiguientes dejaron un saldo de setenta mil muertos quechuas. En estos términos, para los halcones norteamericanos sólo juega la tesis del genocidio disimulado. Por eso Manguin también habla de “una política de prescindencia norteamericana del problema de los indios” de la región andina, cuando dice: “... Como mi propia posición es la de un anarquista conservador, creo que las soluciones confusas y poco claras originadas en las áreas locales generalmente son mejores que las soluciones confusas y poco claras impuestas desde afuera.”

La propuesta no es “poco clara”, es clarísima: en vez de una intervención directa de cooperación y apoyo militar, que sería confusa y poco clara, mejor generar una situación similar interna de destrucción cultural confusa y poco clara. No hay mejor definición de la experiencia o fenómeno subversivo “senderista-maoísta” como provocación de “una situación confusa interna” que condujo al genocidio “interno” de setenta mil indígenas peruanos. Estrategia de exterminio que fue aplastada por las mismas comunidades indígenas autoorganizadas en las famosas Montoneras Indígenas, rebautizadas como Rondas Campesinas, cuando ya se preparaba una intervención militar multirateral para “parar el genocidio”.

Este mismo Cuerpo de Paz bajo la dirección de W. Manguin a fines de los años 50 y comenzando los 60, reclutaba (por no decir raptaba), niños indígenas quechuas, aymaras y amazónicos bajo la modalidad de “las becas de estudios”, se los llevaban a EEUU para “instruirlos”. Uno de estos niños se llamaba Alejandro Toledo Manrique, que luego de varios años, regresa al Perú convertido en un aparente exitoso profesional acompañado por una antropóloga judía especialista en “indígenas” y en “cholos sagrados”, su esposa-separada-esposa. Ahora con las revelaciones del informe NIC, ¿Cuál cree amigo lector que es la estrategia anti-indígena de los EE.UU.?