Algo de razón tiene el comandante Chávez en esas afirmaciones, pero no toda la razón.

La derecha brasileña y el poder imperial estadounidense son totalmente contrarios a determinados aspectos positivos de la política exterior del gobierno brasileño presidido por Ignacio-Lula-Da Silva, líder histórico del Partido de los Trabajadores (PT). No así respecto a su política interna.

De eso no tengo la menor duda

Pero las críticas a Lula sobre la corrupción en la cúpula del PT y en su gobierno no provienen exclusivamente de una derecha descalificada para ser creíble en cuestiones de moral pública y privada, y de un imperio gobernado no solo por los peores halcones sino por una auténtica cleptocracia.

Provienen de la izquierda del PT, de la izquierda de Brasil, de los movimientos sociales mas consecuentes, de lo mejor de las iglesias brasileña y de todo lo sano y progresista de esa sociedad.

De eso tampoco tengo duda.

Como no la tengo respecto a los hechos en sí: parte de la cúpula del PT e importantes figuras del gobierno de Lula cayeron en las redes de la corrupción, recurrieron a los mismos métodos de la derecha para financiarse y lo hicieron con menos rigor, dada su inexperiencia histórica en la materia.

La derechización ideológica los condujo a la degradación moral, avergonzando a no pocos de sus seguidores, sembrando el desaliento en las filas petistas y la izquierda brasileña, complaciendo a una gran parte de la derecha.

La corrupción en la cúpula del PT no es una invención de la derecha y del imperialismo; es una realidad que ha debilitado significativamente al gobierno de Lula, diezmando su base social de apoyo.

Y ese es sólo uno de los factores del desgaste, que aunque con mucho impacto en una sociedad que nunca esperó algo así de dirigentes fundamentales del PT, no es quizás de tanta significación como el hecho de haberle dado continuidad al modelo neoliberal y de haber profundizado sus orientaciones.

Los hechos son tozudos

Lula ha sido en el plano de la sociedad brasileña un presidente funcional al neoliberalismo y resistente a una gran parte de las demandas que le son contrarias.
Ha aceptado las imposiciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial.

Ha pactado con fuerzas empresariales que han contribuído a bloquearla posibilidad de un modelo alternativo.
Lula a conciliado con determinados aspectos de la política de la Administración Bush, llegando hasta facilitar tropas brasileñas para ocupar militarmente la hermana República de Haití.

Cierto que sus reparos al ALCA, su actitud frente a Venezuela y a Cuba, sus pasos a favor de Petroamérica, Telesur y otros aspectos de la política integracionista latinoamericana y caribeña merecen ser defendidos de las objeciones de sus adversarios de derecha y ultraderecha.
Pero no es esa actitud frente a la integración la que posibilita el arrinconamiento de su gobierno, ni la que ha creado las condiciones para desplazarlo o para impedir su reelección. Sobre todo para estos últimos, dada la posición de una parte significativa de la clase dominante a favor de su permanencia y de su desgaste electoral.

La baja de popularidad, la división y desmoralización del PT, no tienen nada que ver con lo positivo de su gobierno, sino precisamente con lo negativo que lo va arropando, con las conductas que lo desacreditan y erosionan.
La derecha y la Administración Bush siempre están prestas a forzar a la mayor entrega posible y a desplazamientos mas a la derecha que los propiciados por los grupos hegemónicos en el PT; y trabajan para que el relevo de Lula, que por su pasado siempre será sospechoso de girar en sentido contrario.

Así actúan en todas partes

Así –y peor aun- han actuado en Venezuela, sin lograr arrinconar a Chávez, sin poder debilitarlo, sin poder reducir en lo mas mínimo su programa integracionista bolivariano.

Deseos no le faltan y con razones superiores a la que pueden tener frente al gobierno de Lula, incapaz de pasar las fronteras del neoliberalismo, de construir una vía alterna, de proponerse un cambio revolucionario como el que está en marcha en Venezuela.

Deseos no le faltan, pero no pueden.

Y no pueden porque el Presidente Chávez y las fuerzas conductoras de la revolución bolivariana han decidido no suicidarse, no renegar de los cambios, no tolerar hechos degradantes, desacreditantes, antipopulares...
El Presidente Chávez debería tener presente lo que recientemente le dijera Frei Betto, con dolor en el alma, al mundo:

“La derecha brasileña no consiguió en décadas lo que un pequeño núcleo de líderes petistas logró en pocos años: desmoralizar a la izquierda... después de trabajar junto a los movimientos populares para construir una nueva propuesta, un pequeño grupo de dirigentes mete el pie y el alma en la corrupción, comprometiendo todo el proyecto.”
Debería también tener presente la reflexion de Bernardo Boff acerca de la degradación ética del PT y de las consecuencias negativas de querer jugar en político con los mismos métodos de la derecha. Y valorar las agudas y enteras críticas, que con mas drasticidad pero sobre los mismos temas, han formulado James Petras y Jair Krischle, eminente intelectual estadounidense (el primero) y personalidad brasileña de los derechos humanos (el segundo.)

El Movimiento Sin Tierra (MST), la fuerza político-social mas avanzada de Brasil, insospechable de derechismo, también con dolor en el alma, ha tenido que diferenciarse del gobierno de Lula y reemprender la lucha. Cansada de promesas, indignada por las medidas neoliberales, ha decidido recientemente arreciar las críticas a Lula y darle luz verde a las ocupaciones de latifundio.
Las iglesias de los pobres, los cristianos de la teología de la liberación defraudados por el gobierno, pusieron fin a la tolerancia.

Los desprendimientos por la izquierda en el PT se suceden uno tras otros, mientras la izquierda fuera del PT procura reagruparse en una línea de oposición revolucionaria y recomposición de fuerzas.

Casi todos los movimientos sociales combativos están en una línea de cuestionamiento y movilización.
Heinz Dieterich, valorando muy positivamente los esfuerzos y las habilidades del Presidente Chávez en dirección a producir avances hacia la conformación del “Bloque Regional de Poder”, se refiere a los límites y a los choques con sus respectivos pueblos a que están expuestos Kirchner y Lula.

Ese choque –nos dice Heins- que Kirchner tendrá el próximo año -sino cambia su política decididamente hacia el modelo del desarrollismo democrático regional que encabeza Chávez- se encuentra en fase avanzada en Brasil, donde ha llevado al desmoronamiento de la base partidista y social de Lula, con la salida de 800 líderes sociales, 400 intelectuales, el (tardío) alejamiento del Movimiento Sin Tierra (MST) y de políticos importantes como el paulista Iván Valente. Se acerca el momento, del cual Hugo Chávez le había advertido hace tiempo en una conversación privada: “Cuando el pueblo se levante, el FMI no te podrá salvar.”

Junto al diputado Iván Valente han renunciado del PT, reafirmando posiciones de izquierda, Plinio de Aruba Sampaio (quien en la interna del PT acaba de sacar 40 mil votos), Jorge Almeida, Secretario de los Movimientos Populares del PT y un buen número de diputados, concejales, incluídos el influyente diputado de Río de Janeiro, Chico Alencor, y el sub-alcalde de Sao Paolo, Helio Bicudo.

Todos ellos hablan del “agotamiento del papel transformador del PT” y una parte se ha incorporado al Partido Por el Socialismo y la Libertad, en proceso de crecimiento.

La frustración no es para menos y no faltan quienes hablan del “asesinato de la esperanza” por el llamado “campo mayoritario” de la dirección del PT encabezado por el propio Lula, mientras otros se movilizan por rearmar la esperanza y el proyecto emancipador.

Ir a las causas y valorar sus consecuencias

Las causas de esa crisis hay que localizarla, como hemos dicho, en la continuidad de la política neoliberal y la pérdida de credibilidad debido a los actos de corrupción que ha acompañado a los esfuerzos por arriba de hacer del PT un partido articulado al capital financiero y una variante de partido de Estado.

Lula ha seguido la misma política de Fernando Enrique Cardoso, y el pueblo que voto por él no lo hizo con esos fines.

Esto ha implicado la negación de conquistas históricas relacionadas con la jubilación de los trabajadores, así como el anuncio de una “reforma laboral” que impulsaría la derrota de los sindicatos.

La lógica del “libre mercado”, de la privatización y de la desregulación laboral ha gravitado determinantemente sobre la política económica del gobierno de Lula, previo pacto con el sector financiero nacional e internacional.
Ya antes de su acceso al gobierno, lideres del PT y destacados sindicalistas aparecían junto a empresas telefónicas privatizadas asociadas con el City Bank y a Telecom de Italia y de Portugal.

La corrupción destila al proyecto político de transformación del PT en un partido del sistema guarda relación con esos vínculos espurios.

El caso de Luiz Gushiken, ex dirigente del sindicato bancario y de la CNT, persona muy vinculada a Lula, tiene una gran significación dentro de las causas del despeñadero a que han sido conducidos el PT y el gobierno de Lula.

Ese señor creó una empresa para asesoría de Fondos de Amparo del Trabajador (fondos relacionados con la previsión social) y por esa vía se convirtió en asesor del capital financiero.

Lula lo designó Ministro de comunicaciones, a pesar de eso –o mas bien por eso- el ministerio que maneja el dinero de la publicidad, precisamente del que procede el utilizado para sobornar legisladores y grupos políticos.
La suma desviada es fabulosa. Se estima en 2 mil 300 millones de dólares, proveniente de empresas de publicidad duchas en la practica de sobrefacturas.

Todo esto orquestado por la cúpula del PT encabezada por José Dirceu, segunda figura del gobierno, enllave de Lula e ideólogo del proyecto instrumentado por los responsables de finanzas del PT.

El nombramiento, de Enrique Meirelles por demás al frente del Banco Central, (quien llegó a ser presidente del Boston Bank), fue una concesión a ese sector.

En tal situación es muy difícil alegar ignorancia de parte de Lula y eso explica que su situación política empeora, aun después de pedir perdón al pueblo brasileño (previamente había declarado que la verdad florecería en medio de tantas mentiras.) Su credibilidad esta gravemente estropeada y parece que es tarde para rectificar y emprender un destino diferente al de sus mas intimos colaboradores.

Aun así una parte importante de la derecha no parece inclinada en salir de Lula. Le interesa mas un Lula debilitado y chantajeable.

Solo perdurar en el camino neoliberal de Cardoso provoca contradicciones insalvables con su propio pueblo y con el contenido esencial de un bloque regional alternativo a las políticas neoliberales y reduce el pacto con Chávez y Tabaré Vázquez a lo sumo a la vida presidencial de Lula, en franco proceso de agotamiento. ¡Ni hablar si este se le agrega corrupción!

En estos tiempos, donde las crisis de gobernabilidad dentro del modelo neoliberal acortan su tiempo de explosión, resulta imposible sostener por mucho tiempo esa dualidad: neoliberalismo a lo interno y compromisos progresistas a lo externo.

Y los países, como Venezuela y Cuba, con líneas internas y externas coherenciadas, deben medir muy bien hasta donde un manejo excesivo de la política de Estado y un bajo interés en la conformación de la alianza popular y por las políticas revolucionarias a escala continental, pueden conducirlos a ciertos alejamientos de sus aliados estratégicos y algunos reveses.

Nunca ha dado resultados positivos pasar por alto graves errores internos de otros en interés de preservar los aspectos positivos en política exterior, que la misma crisis interna lo torna frágiles.

Ver más allá del avance a través de los compromisos de Estado

Las dudas respecto a si el PT puede cambiar en sentido positivo son cada vez mayores, mientras su maquinaria opta por afirmarse como fuerza sistémica y clientelista, es decir, por completar su conversión a partido del sistema.
Todo esto no debe ser obviado para limitarnos a una defensa de Lula respecto a las intenciones de la derecha, que por demás lo siente metido en su trampa.

Entiendo lo que significa para el plan integracionista de Chávez, el hecho de que Lula sea reemplazado por la derecha monda y lironda. Esto afectaría seriamente ese proceso, espoleado y potenciado por políticas de Estado diferenciadas en alguna medida del interés exclusivo de los EEUU y su actual administración.

Pero es necesario tocar las causas profundas de esa posibilidad, procurando superarlas y contribuyendo a que Lula pueda ser superado desde la izquierda.
Lo de Lula y la dirección del PT tiene mucho de autoderrota. O él da un poco probable viraje espectacular (lo cual ya parece imposible) o avanza hacia un desgaste seguro.

De autoderrotas silenciadas y toleradas por las izquierdas estamos cansados. Recordemos lo acontecido en Nicaragua. Recordemos también –en otro plano- los errores pacifistas-institucionalistas en el Chile de Salvador Allende.
Recordemos el colapso –fundamentalmente por los graves errores acumulados-del “socialismo” euro-oriental. La mezcla de errores morales con políticas conciliadoras es generalmente mortal. Las claudicaciones , por demás, se pagan caro. Mirémonos en el espejo del Ecuador de Lucio Gutiérrez.

Chávez es precisamente el ejemplo contrario. Pero pienso que en política exterior lo está dominando demasiado la política de Estado y la diplomacia, y en la interna no se está cuidando del mal de la corrupción burocrática, miemtras se maneja con un perfil bajo en la promoción de la unidad continental a nivel de pueblos, fuerzas de vanguardia y sectores revolucionarios.

Y el proyecto integrador revolucionario va mucho mas allá de los límites de los acuerdos progresistas con Estados de países donde no están en marcha procesos revolucionarios, ni están seguros las posiciones mas o menos independientes respecto a EEUU.

Esos límites determinan cierta fragilidad, que solo pueden contrarrestarse con la integración desde abajo y entre los de abajo, con la diferenciación de la política de Estado de las políticas de los partidos y movimientos revolucionarios.

Lula se ha separado de su propia base de origen y eso no debe ser ignorado, asumiéndolo sencillamente como víctima de un plan.

Ojalá Chávez lo entendiera así y con la prudencia de lugar, ya que es estadista y revolucionario a la vez, actuara en consecuencia.

Y ojalá que lo que está pasando en Brasil le sirviera de ejemplo al Frente Amplio de Uruguay y al Mas de Evo Morales (Bolivia) y sus aliados.

Rebelión