Más del 90% de la población reprueba al Establo congresal. Se lo considera inútil, caro, poco ilustrado, sin legitimidad por haberla perdido en pocos años de ineficiencia aguda, en suma, una calificación severa pero ilustrativa de lo que piensa la gente. ¿Cree el aprismo que sus legiferantes no son parte de esta masa censurada y hasta odiada por la ciudadanía? Si así lo piensan, cometen un error. ¡Y mayúsculo!

Por tanto, ¿a qué apunta la valla de S/. 3,300 (equivalente a US$ 1000) para que los candidatos internos a legisladores puedan inscribir sus postulaciones? Evidentemente la respuesta es lógica e inequívoca: a que sólo los que tengan esa suma de dinero puedan sufragar la aspiración. Más aún. El cernidor discrimina entre oligarquías con dinero y masas absolutamente empobrecidas pero que desearían estar presentes en la vida política del Apra, o de cualquier partido.

Los estudios de opinión señalan que el Apra con su candidato-locomotora Alan García Pérez, apenas atisba el tercer lugar con tendencia a seguir bajando en las preferencias. Las constantes evasivas para definir posiciones, las esperanzas onanistas de conquista del voto fujimorista, la irresponsabilidad ante sucesos que en otros tiempos hubieran merecido un inmediato y orgánico rechazo (verbi gracia: Convención del Mar, TLC, anillo energético, privatizaciones a granel), son insumos poderosos en esta caída ante la opinión pública que busca otras opciones más contundentes, aunque puedan carecer de solera y tradición de lucha democráticas. ¡Lo que es peor! Hay tendencias claramente dictatoriales y hasta extremistas, pero tienen la virtud definitoria de un rumbo simple pero claro. El pueblo detesta los claroscuros, los grises envueltos en frases, el chascarrillo elevado a la dudosa calidad de propuesta política.

Si el Apra, partido que tiene una larga historia levantisca ante las opresiones; antaño renovadora de la política de la butifarra y el pisco; aportadora de una concepción que incorporaba al pueblo como protagonista fundamental de su historia; hoy declina esos caminos para calificar a sus postulantes por su poder dinerario y eso es lo que presenta ante la ciudadanía, entonces, no hay duda que una extraña estrategia para perder tiene asegurada la derrota y el fracaso más clamorosos de que se tenga memoria.

¿Y los muertos y los héroes civiles caídos a lo largo de tantos años de lucha con victorias y derrotas? ¿Y la memoria de quienes creyeron en un Perú libre, justo y culto? ¿Fue para eso que Haya de la Torre, más presidente que muchos presidentes y que apenas cobró S/ 1 (un sol) cuando lideró la Asamblea Constituyente de 1978-79, hizo una herramienta al servicio del pueblo? ¿Para perder por torpeza y traición a los principios de fe, unión, disciplina y acción? Mi impresión es que, al margen de la simpatía que se tenga, fulminado el Apra en la próxima contienda electoral, hay un nadir con responsables y una peligrosísima senda hacia abajo, hacia los sótanos de la historia que NO perdona a quienes pierden la brújula por incapacidad mediocre y por no renovar la plana dirigente.

Estuve ha poco en la celebración entusiasta de los grupos marxistas que anunciaban la conformación de su alianza política en el Hotel Crillón. Invitado por excelentes amigos, compartí con ellos un instante celebratorio. Y había una masa compacta de algo más de 3000 personas de múltiples conformaciones partidarias. La unión hace la fuerza y me alegré que ellos opten por pelear conformando un frente. También estuve en la marcha contra un TLC “sí o sí” de pocas semanas atrás con algo más de 3 ó 4 mil personas. Y, como es obvio, ¿no es legítimo preocuparse por el único partido o movimiento político que puede sacar a la calle más de 80 ó 100 mil afiliados o simpatizantes como el Apra? Hay realidades que no pueden obviarse ni despreciarse. Esta es una de ellas. La antihistórica derecha peruana jugó a poner un dique insalvable entre las fuerzas de izquierda.

Con la autoridad humilde que da estar en la fe indoblegable; desligado de cualquier clase de compromiso sectario; firme en mis denuncias de inconductas, negociados, inmoralidades que otros obvian porque están pagados o por simple complicidad, reitero la pregunta, invocando a que quienes tengan que responder lo hagan frente a sus dirigidos: ¿estrategia aprista………para perder?

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!