En su número de esta semana, The Economist afirma que las tropas estadounidenses deben mantenerse en Irak hasta que hayan terminado su misión y que el gobierno iraquí, ya satisfecho, les pida que se retiren.

Sin embargo, la foto de la portada no muestra a los militares estadounidenses construyendo gloriosamente un Estado democrático y liberal sino a un soldado aislado, que trata protegerse tras un montón de sacos de arena.

O sea, que el mensaje debe leerse al revés: vencido por la Resistencia, Estados Unidos tiene que retirarse; pero no puede hacerlo sin perder su credibilidad, a no ser que logre orquestar un pedido en ese sentido del gobierno títere que entronizó.

En realidad, The Economist prepara las mentes para el plan de retirada elaborado por la Casa Blanca y expuesto en el Washington Post por el senador Joseph Biden: seis meses de campaña mediática en la que se asegure que todo anda bien en Irak, para salir corriendo después. Mientras tanto, que los soldados estadounidenses se mantengan protegidos en sus bases.