La historia humana, tanto la escrita como la revelada por la arqueología, la paleontología y la antropología, explica los procesos de evolución orgánica, desarrollo social y progreso cultural que dieron lugar a cerca de doscientas naciones entre las que hay una docena inmensamente ricas, una veintena en lo que pudiera considerarse un nivel intermedio y el resto sumidas en la pobreza.

Ya sea que se asuma la versión del génesis, con o sin los matices del llamado “diseño inteligente” conocido también como “creacionismo” o la propuesta por Charles Darwin, la humanidad tiene un origen único. Todo comenzó en el mismo momento, en virtud de un proceso idéntico y desde un centro.

¿Cómo se originaron entonces las enormes diferencias ahora existentes?

La creación de riquezas no es un lujo que desde los tiempos remotos se dieron algunos pueblos, sino una necesidad de la supervivencia. Con todo y su perfección, excepto el aire y el agua, la naturaleza no otorgó al ser humano ningún otro producto o sustancia vital que pudiera ser utilizada, racional y sistemáticamente, en su estado natural. De ese hecho simple se deriva la más importante de todas las categorías sociológicas: el trabajo y el más importante concepto tecnológico: las herramientas.

Por medio del trabajo, con herramientas de su invención, relacionándose entre si, los hombres transformaban la naturaleza, se transformaban así mismos y crecieron incesantemente a tal punto que en etapas muy tempranas surgieron grandes realizaciones culturales como el lenguaje, la escritura y el cálculo, bases de la herencia cultural.

La producción de bienes manufacturados y el desarrollo de la agricultura, estrechamente relacionadas con avances morfológicos y anatómicos, permitieron el desarrollo de la producción y la creación de excedentes a los que, a partir de su valor de uso se atribuyó un valor de cambio.

Es de suponer que en ese proceso, tal como ocurre ahora, unos individuos se destacaron más que otros, surgieron la autoridad, los liderazgos y las jerarquías, la apropiación de los frutos del trabajo ajeno y las clases sociales.

El origen de la riqueza no ofrece misterio alguno: proviene del trabajo. Más difícil de explicar es la pobreza.

Obviamente, en esos procesos históricos, unos grupos humanos encontraron condiciones naturales más propicias que otros para su desenvolvimiento, como es el caso de los pueblos que se establecieron en Europa que progresaron más rápido que los situados en zonas tropicales.

El desenvolvimiento económico de los pueblos europeos esta excelentemente explicado a partir de un esfuerzo autóctono, condiciones ideales para la cooperación que dieron lugar a lo que se llamó la “Acumulación Originaria”.

Europa convirtió la precedencia que la colocó en la vanguardia, en exclusividad. Se consideró así misma centro de la civilización universal, y se arrogó el derecho de ocupar, someter, esclavizar, anexar y saquear a los territorios y pueblos de otras latitudes.