(Extracto del capítulo XXV)

El valor histórico-concreto de la propuesta hecha por el presidente CHAVEZ, al presentar el ALBA como alternativa al ALCA, es tratar de rescatar la idea original del americanismo: América como espacio “nacional” único en las condiciones del siglo XXI. En todo caso, una alianza de estados independientes de cualquier dominio imperialista.
Esa era la proyectiva en 1815 en Jamaica y su invento en 1826 en Panamá; también en el Río de la Plata y en algunos visionarios del nordeste brasileño, en México y Centroamérica. De hecho, los cinco pequeños países del istmo proclaman su unidad bajo el mando de Morazán, cuyo valor simbólico fue parte de la misma gesta precursora americanista.

Ese sería el valor del ALBA, aunque sea en el equivocado y feo formato del “bloque de integración”. No es extraño que el presidente CHAVEZ sea visto como un lunático, embriagado de bolivarianismo trasnochado y americanismo vegetal.

Sin embargo, no hay nada más real en la memoria social de los pueblos latinoamericanos, que la “secreta” idea de que somos parte de una misma realidad. Este secreto se devela cuando nos vemos las caras frente a factores tangibles de dominación imperial, como la deuda externa, la invasión a Panamá, Malvinas, el ALCA, el zarpazo pro yanqui contra la “revolución bolivariana” en abril de 2002, el Plan Colombia, el Plan Puebla Panamá, el asedio a Cuba, las bases militares, o la rupestre prepotencia del embajador yanqui en La Paz, haciendo campaña contra EVO MORALES, en las elecciones de 2002.

Nos referimos a casos candentes de los últimos tiempos. Desde el año 2000, el líder nacionalista HUGO CHAVEZ FRIAS, comenzó a difundir en declaraciones de prensa y algunos discursos, la consigna ALBA, que significa Alianza Latinoamericana

Bolivariana de las Américas. El planteamiento puede revolucionar todo lo que se había conocido hasta ahora como “modelo de integración”.

Dependerá de que gane apoyo en los movimientos de masas.

Y esto ocurrirá si la idea es explicada a amplios sectores de la población humilde en Latinoamérica, inclusive entre algunos movimientos intelectuales y si las poblaciones mejoran su nivel de vida.

En correspondencia con ello, la propuesta del caudillo venezolano generó corrosivas molestias a ROBERT ZOELLICK y sus lobbystas encargados de pregonar el ALCA. Fueron dos señales contrapuestas de que la consigna comenzaba a transitar por el camino correcto.”