Vamos entrando al calor de la campaña para las elecciones presidenciales y congresales del próximo 9 de abril. Todo hace prever que será muy difícil que alguno de los candidatos pueda ganar en primera vuelta, así que lo más probable es que la elección presidencial se vaya hasta el mes de mayo.

Vemos a las encuestadoras que hacen su mejor esfuerzo por reflejar el temperamento de los electores de acuerdo a las circunstancias del momento y la aparición de algunos “marketeros políticos” que declaran en algunos programas políticos televisivos, como una especie de “gurúes” que vaticinan y aconsejan a los candidatos, algunos de los cuales han contratado a estos expertos, que cobran muy caro en “temporada alta” para dar servicios de muy discutible valor.

Y es que aparecer en los barrios marginales con jeans y zapatillas evitando la presencia de un candidato a la vicepresidencia mal impuesto; o con chaleco característico y bonita sonrisa; o en camisa, corbata y unidad móvil con valor agregado nacional; o con toda la familia entera para jalar los votos del chino para la chola (esto no es peyorativo); o hablando en tono militar diciendo lo mismo y casi nada, etc., etc., son recursos marketeros en un escenario en que estos momentos, ello no será suficiente y poco les reportará.

Se debe necesariamente entrar en el terreno de lo concreto y el pueblo peruano ha evolucionado y está preparado para escuchar y decidir. Obviamente que existe un “voto reaccionario” al “establishment” social, económico y político, pero ese voto ya está más o menos cuantificado. Hay un 50% del electorado que aún no ha decidido su voto y por tanto éste no será irreflexivo, lo que limita las posibilidades del candidato emergente, a no ser que, en efecto, tenga un mensaje articulado, claro y creíble que le haga ganar una parte de ese “voto reflexivo”.

Es por ellos que más que “marketing”, hay que jugar con estrategias y propuestas concretas, creíbles y expuestas de manera simple y entendible.

Olvidar “ofertas” como las de Banco Agrario o cosa similar, que ya la gente no las cree; se deben hacer proposiciones concretas dentro de una dinámica económica y social modernas, que muestren un gobierno promotor del desarrollo y no asistencialista, solidario y subsidiario (aspectos que no se deben abandonar, pero que más bien deben ser la excepción y no la regla). El Perú es inmensamente rico en posibilidades productivas y se habrá de pasar del concepto superado de “distribución del ingreso” que es un “resultado”, al concepto de “generación de producción competitiva y trabajo sostenibles” en más manos dentro de un marco de modernidad, lo que es desarrollador de bienestar y calidad de vida.

Es en este aspecto es que deben formularse propuestas concretas, entendibles y viables, a la vez que se manejan las estrategias políticas y de campaña singulares a cada opción, pues los “productos” a vender, ya no son los candidatos (los principales harto conocidos), ni sus carismas ni sus sonrisas, ni sus formas de vestir; ni siquiera el color de su piel; sino sus propuestas y la forma en que las comunican para hacerlas llegar.

Allí los candidatos –al margen de líricos Planes de Gobierno que nadie lee y en los que nadie cree, pues nunca se han cumplido- no pueden dejar de pronunciarse y proponer con claridad sobre temas específicos y estratégicos como son: Internacionalización de la Amazonía, TLC; armamentismo chileno, CONVEMAR, inversión chilena; gas de Camisea y anillo energético sur; desarrollo de puertos, ejes Brasil-Perú-Asia-Pacífico; sistema de inversión extranjera, seguridad ciudadana, FF.AA., terrorismo; Poder Judicial, combate a la corrupción y el narcotráfico; reforma del Estado, sistema financiero, deuda y desarrollo, generación de empleo, regionalización; posibilidad de una nueva Constitución y su orientación; y por cierto: nutrición, educación y salud. Pero no sólo el ¿QUÉ?, sino fundamentalmente el ¿COMO?

En cuanto al TLC y la CONVEMAR, al margen de esperar o no que este gobierno los deje aprobados y firmados, los candidatos deben ser enfáticos y claros en su posición sin cálculos electoreros e informar a la población dentro de sus respectivas campañas.

Ahora –mediados de enero- el tiempo electoral es a la vez largo y corto; largo para especular y proyectarse con base a encuestas; y corto para surgir o consolidar con propuestas claras y válidas, que puedan llegar a la población.

No está todo dicho; hay mucho por decir y cada día cuenta. No todo es campaña si no se llega con mensaje o se trata de ocultar lo que después será evidente, pues el pueblo ya está lo suficientemente maduro para no dejarse engañar nuevamente; y si se le logra engañar, tengan por seguro señores candidatos, que la reacción no se hará esperar. A quien llegue con engaños y ocultamientos, no le va a durar y tendrá que responder por el daño.

No basta el “anti-sistema” de un “sistema perverso”, si no se tiene a cambio otro sistema que en realidad sea un “sistema virtuoso”; de otra forma es un salto al vacío con aterrizaje en rocas, del que difícilmente se saldrá con bien. ¿De qué sirve al pueblo seguir en un sistema estable macro-económicamente, con uno de los peores niveles educativos del continente, con bajo nivel nutricional y alta mortalidad infantil; con un servicio de salud deficiente; en suma con 50% de la población excluida del sistema en nivel de pobreza, incluido el 22% de pobreza extrema?.

Candidatos: ustedes tienen la palabra; basta de perder el tiempo en poses marketeras y ataques mutuos; háblenle al pueblo con planteamientos claros, concretos y entendibles.

Dios ilumine a los peruanos.