El contundente triunfo de Evo Morales con el 51% de los votos -20% encima del candidato derechista Quiroga- confirma el ascenso en la conciencia democrática y antiimperialista del pueblo boliviano. Es un paso más y una victoria dentro del proceso de lucha que llevan los trabajadores y el pueblo boliviano en estos últimos años, en los que ha protagonizado varios levantamientos en defensa de sus derechos democráticos, de la soberanía y de sus recursos naturales.

Hitos importantes de estas luchas constituyen la “la guerra del agua”, que enfrentó al pueblo cochabambino contra la transnacional Bechtel, las movilizaciones obreras y populares en La Paz y el resto del país que culminaron echando del poder al déspota “Goni” y a su sucesor Carlos Mesa, los paros y levantamientos de poblaciones como las de la Ciudad del Alto, que emergieron y crecieron en su combatividad pese a la represión y el crimen estatal. Los intentos separatistas de la burguesía santacruceña y la entrega de los recursos naturales como el petróleo, tuvieron en la unidad y la lucha popular el principal protagonista de la defensa de los intereses nacionales y de los recursos naturales, fue precisamente en medio de las acciones que creció la consigna de la nacionalización del petróleo.

El triunfo de Evo Morales es parte de todo un proceso de oposición popular a los sucesivos gobiernos corroídos por la corrupción y el entreguismo a las transnacionales y al imperialismo norteamericano.

Esta gran movilidad social de la mayoría del pueblo boliviano hoy se proyectó al plano electoral llevando al triunfo al líder Evo Morales, por sobre las demás opciones burguesas que enarbolaron la satanización de la lucha y de la izquierda, la xenofobia y el chantaje.

Esta movilidad social constituye la base y garantía para que el programa gobierno enarbolado por Evo tenga la realización esperada en el objetivo de avanzar en los cambios que el pueblo anhela y que la actual situación le abre el camino para que se profundicen.

Esta victoria del pueblo boliviano es asumida con alegría, como propia por los pueblos de América Latina, pues constituye un golpe a la arrogancia de la gran potencia del norte. Esta victoria requiere también de la solidaridad de todos los que defendemos la soberanía de nuestros países, de quienes nos oponemos a la dominación imperialista y luchamos por una sociedad justa de progreso y bienestar para las grandes mayorías, hoy empobrecidas.

Nadie puede confiarse que el reconocimiento del triunfo de Evo Morales, realizado tanto por la oligarquía boliviana como por el Departamento de Estado norteamericano, sean sinceras, lo más probable es que los derrotados pretendan ensayar la desetabilización, el chantaje y la conspiración como ha sucedido en el caso venezolano.