Si al difundir su casete Bin Laden esperaba medir la reacción de sus enemigos y el entendimiento que estos tienen de su lógica, encontró que resultaba tan incomprendido como cuando los sucesos del 11 de septiembre de 2001. Así, la mayoría de los medios de comunicación consideraron su casete como un intento de negociación y, por tanto, como una prueba de debilidad. En realidad, Al Qaeda sigue exigiendo la retirada estadounidense de los territorios musulmanes antes de la tregua. Lo que él pide entonces es una capitulación total. El autor del ataque del 11 de septiembre nunca ha pensado en entablar negociaciones.
Si Estados Unidos hubiese escuchado con los oídos de aquellos a quienes en verdad está dirigido el mensaje, los musulmanes, hubiesen captado un mensaje diferente. No hubiesen visto a un Bin Laden débil, sino a un Bin Laden que se proclama responsable de las dificultades de Estados Unidos en Irak y que se muestra magnánimo. Es difícil saber qué repercusión tendrá ese casete en el mundo musulmán. Pero se observa que grupos que no tienen vínculos con Bin Laden retoman sus métodos en Londres o en Madrid y que el yihadismo nativo se desarrolla en Irak. La Guerra en Irak ha hecho que se desarrolle el extremismo y hay que combatirlo ideológicamente. Esto debe interesarnos mucho más que los seudo ofrecimientos de treguas.

Fuente
New York Times (Estados Unidos)
El New York Times aspira a convertirse en el primer diario mundial por medio de sus ediciones extranjeras.

«Al Qaeda’s Big Boast», por Daniel Benjamin y Steven Simon, New York Times, 25 de enero de 2006.