Colombia, como la mayoría de los países del mundo, es culturalmente diverso o multicultural. Pueblos indígenas, afrodescendientes, y raizales entre otros, han hecho posible esta realidad. Ellos representan raíces muy importantes de nuestro pasado, sus culturas milenarias han dejado huella en otros pueblos y comunidades, y han aportado significativamente a este país.

Reiteradas evidencias confirman que a lo largo de la historia de Colombia, la multiculturalidad se ha asumido desde diversas violencias con las que se ha intentado negar, invisibilizar, arrasar u homogenizar los distintos pueblos asentados en este país y por ende sus culturas. Dan cuenta de ellas: la invasión española en el siglo XV, la esclavización primero de los indígenas y luego de los afrodescendientes, y la inquisición, momentos vergonzosos de nuestro pasado, que evidenciaron una crueldad sin justificación ni límites. También, las distintas formas de exclusión y discriminación impuestas desde la cultura dominante y las políticas de Estado, la miseria y la pobreza, el accionar de los actores del conflicto armado, y los intereses económicos privados nacionales e internacionales.

Las violencias ejercidas contra los pueblos en Colombia han galopado sobre la equivocada creencia de superioridad racial, la discriminación por los colores de la piel, la codicia y el deseo de enriquecimiento rápido, proyectos políticos y armados excluyentes, el autoritarismo, y modelos económicos homogenizantes.

En forma ejemplarizante, desde su resistencia ancestral, los pueblos indígenas han logrado pervivir a la adversidad y las distintas violencias, se han convertido en importantes actores sociales y políticos, y aportan al proceso de construcción de paz en este país. En los últimos treinta años se han comprometido con unas apuestas y propuestas en torno de la recuperación, el fortalecimiento y la protección de sus culturas, su ejercicio de autonomía, y la “construcción de un nuevo país y un mundo posible y deseable”. Ellas representan importantes pistas sobre los requerimientos de la paz y la democracia, los aportes y las exigencias de la multiculturalidad, y nos ofrecen modelos de vida más humanos y esperanzadores.

1. Apuestas

El movimiento indígena

El movimiento indígena representa una de las más importantes apuestas de los pueblos indígenas del Cauca. Aunque encuentra sus raíces en la plataforma de lucha puesta en movimiento por Manuel Quintín Lame a comienzos del siglo XX, es realmente en la década de los setenta de la misma centuria cuando toma cuerpo con el surgimiento del Consejo Regional Indígena del Cauca –CRIC-.

Emerge a partir de la articulación de enormes esfuerzos por parte de los líderes y las comunidades que lo dinamizaron. De un lado, por las condiciones en que se encontraban los pueblos indígenas, que por entonces soportaban la miseria y la pobreza, el despojo de sus territorios ancestrales, la pérdida de su autonomía, la debilidad de sus autoridades, y el “terraje”, institución esta que constituía un vestigio de la esclavitud. Del otro, por la represión con que respondió el Estado a esta apuesta organizativa.

En la actualidad, el movimiento indígena es percibido por algunas opiniones autorizadas como una revolución pacífica, dado que en el corto lapso de 34 años, ha hecho ruptura con diversas expresiones de violencia estructural que han negado y amenazado de muchas maneras la existencia y la cultura de los pueblos. A su vez, por que ha generado importantes cambios, ha logrado una significativa consolidación y ha conquistado la simpatía y el apoyo de importantes sectores, Iglesias, organismos intergubernamentales, y organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales.

El movimiento indígena ha logrado tejer la unidad en la diversidad, construir la propuesta política de los pueblos indígenas, abolir el terraje, y fortalecer las autoridades. También, recuperar los territorios ancestrales, la cultura, la lengua y la educación propia. A esto se agrega la creación de la Organización Nacional Indígena –ONIC- que dinamiza el movimiento a nivel nacional.

La acción no violenta

Otra importante apuesta de los pueblos indígenas en la historia reciente ha sido el recurso a la acción no violenta, como mecanismo fundamental para desarrollar sus proyectos políticos, su resistencia indígenas comunitaria, y aportar a la construcción de la paz.

Resulta paradójico que ellos que han padecido tantas violencias sean hoy quienes le apuesten a protegerse y transformar la realidad desde mecanismos noviolentos. Sin embargo, esta opción no puede interpretarse como la adopción del pacifismo, puesto que los pueblos indígenas tienen presente que como ha ocurrido en otras ocasiones de la historia, frente a agresiones extremas ellos pueden acudir a la violencia como mecanismo también extremo de defensa.

Desde la acción no violenta los pueblos indígenas han realizado movilizaciones masivas para expresar su postura de defensa de la vida y su inconformidad con políticas públicas. Dentro de estas, la de septiembre de 2004 realizada en el Cauca, que alcanzó a convocar a 70.000 personas; y la del 12 de octubre de 2005 en ese departamento, que congregó aproximadamente a 15.000. En igual forma, mediante este recurso han ejercido su resistencia indígena comunitaria y han elaborado los manuales de resistencia con los que han intentado protegerse frente a algunas expresiones del conflicto armado. También, han efectuado las tomas pacíficas de predios, en desarrollo de su propuesta de liberación de la madre tierra o reforma agraria popular.

Estas acciones no violentas generalmente han encontrado una respuesta inadecuada y desbordada por parte del gobierno, cuando las ha descalificado y estigmatizado o las ha reprimido mediante el recurso de la fuerza. Esta actuación gubernamental repite errores históricos que no construyen la democracia ni la paz, dado que impiden que los pueblos expresen su inconformidad o sus necesidades desde mecanismos legítimos y pacíficos. A su vez, desconoce los instrumentos normativos de alcance universal que consagran los Derechos Humanos de los pueblos indígenas y los derechos especiales consagrados a las minorías étnicas.

A pesar de la respuesta represiva a las acciones no violentas de los pueblos indígenas, estos han persistido en ellas y han propuesto el diálogo y la solución pacífica de los conflictos.

Relaciones interétnicas y alianzas con sectores populares

Los pueblos indígenas también le apuestan a la construcción de relaciones interétnicas y alianzas con sectores populares. Comprenden que comparten una historia común marcada por la discriminación, exclusión, y demás violencias ejercidas contra los pueblos. En igual forma, que sus luchas reivindicatorias deben extenderse a todos los pueblos por que son también sus luchas; y que con ellos deben construir una alternativa de poder que a su vez representaría un poder desde la base.

“Sabemos que la solidaridad, es la única garantía que tenemos los pueblos históricamente dominados para transportarnos mas allá de los límites geográficos, físicos, humanos y hasta de pensamiento que nos han impuesto a través de los tiempos”.

2. Propuestas

Resistencia no violenta

A lo largo de su existencia los pueblos indígenas han ejercido una resistencia histórica que les ha permitido afrontar los desafíos impuestos por las distintas violencias. Mediante este mecanismo han logrado pervivir como pueblos, proteger sus culturas, y defender sus derechos. En algunas ocasiones su resistencia ha admitido el recurso a la violencia pero como necesidad extrema de defensa. En la historia reciente, estos pueblos le han apostado a la resistencia no violenta como ejercicio de autonomía.

Los pueblos indígenas tienen claro que como pueblos cuentan con unas culturas, propuestas políticas, autoridades, territorio ancestral, y formas organizativas propias. Es a partir de esta convicción que ejercen su autonomía frente al Estado, la violencia estructural, el conflicto armado y el modelo económico neoliberal. Saben también que como seres humanos y pueblos gozan del reconocimiento de Derechos Humanos y derechos especiales, dentro de los que se consagran la libre determinación y autogobierno.

Dialogo y solución pacífica de los conflictos.

El ejercicio de autonomía de los pueblos indígenas va siempre de la mano de una propuesta de diálogo y solución pacífica de los conflictos. Ella se entiende como la búsqueda de la armonía y el equilibrio, principios que orientan la vida de estos pueblos.

Mediante estos mecanismos intentan resolver los conflictos que surgen al interior de sus comunidades, los interétnicos, y los que los enfrentan con el Estado. A su vez, frente al conflicto armado, sus gestiones humanitarias han logrado disminuir la intensidad de la expresión del mismo sobre sus comunidades. En desarrollo de esta propuesta, los pueblos indígenas han insistido en la urgencia del diálogo para la solución pacífica del conflicto armado y han abogado por el intercambio humanitario.

Paz integral

Los pueblos indígenas no comprenden la paz en forma restringida, como negación de las diferencias y los conflictos o el silenciar de fusiles. Ellos la conciben en forma integral. En tal perspectiva, la paz esta relacionada con el reconocimiento de la diversidad, la garantía para el ejercicio de los derechos de los pueblos, la inclusión social, la participación, la solidaridad, la protección de los DDHH, el respeto por modelo económicos alternativos que respondan a las necesidades de los pueblos, y la solución negociada del conflicto armado.

Liberar a la madre tierra: reforma agraria popular

Desde sus culturas milenarias los pueblos indígenas atribuyen un significado especial al territorio, se sienten estrechamente vinculados con el mismo y se relacionan de manera respetuosa con él.

“El territorio es el espacio donde se vive la cultura, se ejerce la autonomía y se recrean los aspectos esenciales para la vida, el aire, el agua y el alimento del cuerpo y del espíritu. El lugar donde están nuestros ombligos y nuestros muertos, donde soñamos, reímos, despertamos y dormimos, bailamos y cantamos, y día a día contamos historias y hacemos ceremonias de adoración de nuestros dioses”.

En la actualidad, estos pueblos proponen una reforma agraria popular bajo la consideración de que “la madre tierra” esta amenazada de muchas formas y por diversos actores. Muy especialmente por la acumulación de su propiedad que le niega su función social, los intereses económicos privados nacionales e internacionales que la convierten en objeto de explotación de proyectos y megaproyectos con altos costos de contaminación y destrucción de la misma, y las leyes y políticas públicas que quieren privatizar sus recursos como el agua, los páramos y los bosques.

“una tierra encarcelada, dominada, explotada, expropiada y destruida sufre, se muere y no puede garantizar la vida de especies y pueblos en armonía y equilibrio”. “(...) Liberar la madre tierra del saqueo y la especulación que ahora, con las leyes forestal y de aguas quieren profundizar al conceder bosques y aguas, al igual que los páramos, los parques y el subsuelo a la explotación de multinacionales como mercancías. Nuestra unidad camina la palabra. Por que nuestras raíces están en los territorios indígenas, campesino y afrocolombianos somos y seremos solidarios en la lucha por su libertad”.

3. Enseñanzas

 La capacidad de los pueblos indígenas para incidir en la transformación de la realidad.

 La necesidad de reflexionar sobre el significado de nuestra multiculturalidad, sus aportes y los mínimos necesarios para poder construir una convivencia pacífica dentro de esta realidad.

 La estrecha relación entre el reconocimiento y la garantía de los derechos de los pueblos con la democracia y la paz.

 La importancia de las propuestas de los pueblos indígenas como pistas relevantes frente a los requerimientos de la paz y la reconciliación en Colombia.

 La posibilidad de soñar y construir otro mundo posible, deseable y más humano.