Hace 18 meses que Estados Unidos concluyó que en Darfur tenía lugar un genocidio. Sin embargo, George W. Bush, el único presidente en declarar que ocurría un genocidio durante su mandato ha hecho poco para detenerlo. La razón de esta falta de reacción podría muy bien ser Salah Abdallah Gosh, nombre bien conocido de los responsables de la lucha antiterrorista y de las víctimas de atrocidades en Darfur.
Entre 1990 y 1996, fue asistente de Bin Laden en Sudán y, después de 2003, dirige las operaciones de contrainsurgencia en Darfur. Ello debería conducirlo a ser inculpado por crímenes de guerra, pero en vez de eso, la CIA lo ha convertido en uno de sus principales interlocutores para el tema de la lucha contra el terrorismo y en un informante en lo referente a Al Qaeda, pero los pecados de Gosh son demasiado importantes como para ser ignorados. ¿Puede ser ignorado por la CIA alguien que equipa a los janjaweeds? Además, Sudán sólo cambió de actitud en el pasado frente a las amenazas.
Finalmente, la historia de Gosh ilustra los límites de la política antiterrorista que sacrifica otros objetivos políticos. Ello mina el liderazgo moral de los Estados Unidos. Es necesario duplicar las tropas en Darfur.

Fuente
Los Angeles Times (Estados Unidos)

«Our friend, an architect of the genocide in Darfur», por John Prendergast y Don Cheadle, Los Angeles Times, 16 de febrero de 2005.