Nuestra sección Tribunas y Análisis ya ha demostrado anteriormente que la visión de Rusia que nos ofrece la prensa occidental mantiene los clichés de la Guerra Fría. Conforme a estos estereotipos, las acciones del Kremlin no se analizan como las de cualquier otro Estado sino mediante un modelo de lectura atlantista, la cuestión de los derechos humanos en Rusia es objeto de una crítica mucho más aguda que en el caso de otros muchos Estados cuyas políticas son tan criticables como las de ese país y cada acción tendiente a fortalecer el papel del Estado es interpretada como una resovietización. Sin embargo, estos comentarios no siempre son de orden político y van también acompañados de la visión de una «identidad» rusa caricaturesca en la que «el» ruso aparece como un ser rústico, primitivo y a menudo alcohólico.

Durante la «fiesta del hombre» ruso, día feriado que se celebra en Rusia y al que el Kremlin está insuflando nuevo aliento debido al problema demográfico que representa el déficit de hombres en relación con la cantidad de mujeres en ese país, los corresponsales de los diarios franceses Libération y Le Figaro en Moscú se entregaron a una verdadera competencia en materia de estigmatización.
Lorraine Millot, periodista de Libération, diario francés clasificado como de izquierda, describe mediante una serie de citas cuidadosamente escogidas un «hombre ruso» infantil, machista y alcohólico [1]. Sin embargo, afirma que el modelo se encuentra en fase de mutación y que se está acercando al hombre de «los países civilizados» (sic). Para Irina de Chikoff, periodista de Le Figaro, diario francés catalogado a la derecha, el panorama es peor todavía [2]. Ella también afirma que el hombre ruso es un machista alcohólico pero agrega que no hay evolución posible ya que «el hombre ruso se quedó en el medioevo » y sigue siendo fundamentalmente «un mujik». En resumen, el ruso sigue siendo el campesino sucio, alcohólico y analfabeto del cliché tan conocido en Europa. A tal punto que la periodista se pregunta: «¿Es europeo el hombre ruso?». Este artículo, publicado en la versión impresa del diario francés conservador no apareció en su sitio web.

Esta visión reductora de la nacionalidad rusa no es poco frecuente en la prensa mainstream. Desgraciadamente una lógica similar se esconde tras la presentación de las identidades atribuidas a los creyentes de ciertas religiones, habitantes de ciertos países e inclusive a nuestros propios conciudadanos de otras regiones de diferentes clases sociales. En el caso de Rusia, la enumeración de los estereotipos expresados por las corresponsales locales de Libération y Le Figaro, cuando se supone que ambas sean grandes conocedoras del país donde se encuentran, es una muestra del prisma a través del cual se percibe el mundo ruso en ambos diarios. La identificación de este tipo de esquemas mentales permite sopesar mejor el grado de confiabilidad de la información que ofrecen estas publicaciones cuando se trata de Rusia.

[1«Le nouvel homme russe en mal de reconnaissance» [El nuevo hombre ruso necesitado de reconocimiento N. del T.], por Lorraine Millot, Libération, 22 de febrero de 2006.

[2«Poutine relance la "fête des hommes"» [Putin estimula la “fiesta de los hombres”. N.del T.], por Irina de Chikoff, Le Figaro, 23 de febrero de 2006.