A fin de cuentas, Slobodan Milosevic tuvo más oportunidades que sus víctimas. El ex jefe serbio murió a los 64 años en su cama. Esta muerte es su pequeña victoria en el tribunal de la ONU, que por lo tanto no podrá llevar adelante el primer proceso por crímenes de guerra de un ex jefe de Estado.
En su calidad de jefe serbio después de 1989, Milosevic fue quien atizó la locura étnica que provocó el conflicto más sangriento de Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Yugoslavia fue el gran fracaso occidental de los años 90. «Ha llegado la hora de Europa», proclamara el ministro de Relaciones Exteriores de Luxemburgo Jacques Poos, en 1991, cuando croatas y serbios luchaban entre sí. Sin embargo, fue necesario esperar Srebrenica y sus 7 000 hombres y muchachos asesinados en 1995 para que Estados Unidos se hiciera cargo de la situación y empujara a una Europa ineficaz a poner fin a los combates.
Durante demasiado tiempo, las autoridades de los Estados Unidos estuvieron convencidas de que las guerras balcánicas eran fruto de odios centenarios y de un nacionalismo fanático, más que de las ambiciones autocráticas de Milosevic, pero cuando la OTAN aplicó la línea dura –con el apoyo de la ONU únicamente en Kosovo y sólo más tarde– su régimen se desplomó y se calmaron las pasiones.
En la actualidad, la nueva situación surgida de la era post Milosevic en los Balcanes dista mucho de ser perfecta, las tensiones sectarias están aún vivas y es frágil la democracia. No puede prescindirse aún del acantonamiento de tropas occidentales en Bosnia, Kosovo y Macedonia, pero nadie duda seriamente de lo correcto de esta injerencia. La tragedia de los Balcanes consiste en que a Occidente le tomó demasiado tiempo decidirse a poner fin a los actos del hombre que murió este fin de semana, solitario, un criminal de guerra en gran medida olvidado.

Fuente
Wall Street Journal (Estados Unidos)

«Balkan Ghost. No one now disputes that stopping Slobodan Milosevic was the right thing to do», por el equipo editorial, Wall Street Journal, 13 de marzo de 2006.