Con motivo del día Internacional de la Mujer, Naciones Unidas ha publicado un informe que señala que los índices de participación de las mujeres en el mundo son todavía escandalosamente bajos. El mismo señala que para que las mujeres se sientan representadas adecuadamente, al menos el 30% de los escaños en el parlamento deben estar en manos de las mujeres.

Sólo 20 naciones – incluyendo Ruanda, Mozambique, Guyana y Burundi – han alcanzado o sobrepasado este porcentaje y sólo en tres países – Chile, España y Suecia – existe paridad en el gobierno.

Durante su presentación el Secretario General, Sr. Kofi Annan, dijo: “El avance es lento, pero el mundo comienza a entender que no hay política más efectiva para promover el desarrollo, la salud y la educación que el empoderamiento de mujeres y niñas, y no existe política más importante en la prevención de conflictos y en los procesos de reconciliación cuando éste ha finalizado”.

A pesar de estas dificultades, es indudable que se están haciendo esfuerzos importantes para aumentar la participación de las mujeres en la política formal y representativa a través de medidas positivas tales como cuotas y espacios asignados por legislaturas. Y como vimos anteriormente, en algunos países está dando resultados. Sin embargo, en muchos otros, la participación de las mujeres está concentrada en áreas estereotipadas de la gobernabilidad, sobre todo en sectores sociales, desconociendo que para avanzar hacia la igualdad de género se requiere de la participación de las mujeres en sectores claves tales como: la macroeconomía, el comercio, los presupuestos y las auditorías nacionales. En muchos casos estas áreas han sido muy resistentes al análisis de género y escasamente abiertas a la participación de las mujeres tanto como gestoras de políticas públicas como participantes de la sociedad civil.

Por otra parte la creciente participación de las mujeres en las decisiones políticas y económicas ha planteado, según algunas estudiosas del tema, nuevas preguntas e interrogantes sobre la construcción de la ciudadanía femenina y de la gobernabilidad: ¿Hasta qué punto, el número de mujeres en posiciones de poder e influencia es una muestra de no-discriminación y más democracia, en sociedades con un alto déficit democrático?, ¿Su mayor participación en instituciones como el Congreso, el Poder Judicial, el Ejecutivo, las empresas, las instituciones sociales, incrementa las posibilidades de lograr mayores condiciones de igualdad entre mujeres y varones?,

¿Constituyen las mujeres un grupo social representable o un sector “vulnerable” sin diferencias?, ¿Cómo podemos superar la brecha generacional entre las feministas y las nuevas generaciones de mujeres que dada su mayor libertad, no sólo esperan mejorar su calidad de vida sino avanzar en espacios de decisión y poder? Estos interrogantes nos deberían llevar a desmitificar a las mujeres como un todo indiferenciado sin intereses específicos, a abordar las dificultades que enfrentan para el ejercicio de sus derechos, a revisar cuáles son los estímulos para la participación, al tema de la representación, y a la comprensión de las relaciones de la gobernabilidad democrática y género.

En Colombia el 8 de Marzo estuvo marcado por un contexto electoral que ha levantado varios interrogantes y ha constatado algunas tendencias poco esperanzadoras. En el marco de la reciente reforma política, la mayor participación de las mujeres ha dependido de la voluntad política de los partidos para generar condiciones para su inclusión efectiva. En una primera revisión, ninguno de los seis grandes partidos firmantes ha cumplido el “Pacto para una inclusión efectiva de las mujeres en la política”, promovido por un conjunto de instituciones gubernamentales, estatales, y de la cooperación internacional. Estas elecciones han reafirmado que, a pesar de la amplia participación de las mujeres en los espacios sociales, la política sigue siendo en Colombia el espacio por conquistar por las mujeres. Algunas cifras, todavía provisionales, así lo indican:

Asimismo, si revisamos los datos de las municipales 2004-2007, en sólo 9 municipios colombianos se ha logrado una real paridad, en 73 representan entre un 30% y 49% y, en 184 las mujeres sólo representan entre el 1% y el 9%. Por otra parte, la elección popular de gobernaciones está vigente desde 1991 y desde entonces, e incluyendo el resultado de las elecciones locales de 2003, sólo 7 mujeres se han desempeñado como gobernadoras, lo que representa un total del 5% de las gobernaciones.

El Senado queda integrado por 12 mujeres que representan el 12% y la Cámara por 17 mujeres, representando un 10,2%. El promedio de representación es del 11,1%
En la Cámara, con respecto a la legislatura anterior, hay tres mujeres menos, manteniéndose en el senado el número de 12.
Del total de 162 candidatas que se presentaron al senado, fueron elegidas un 7,4%.
22 de 32 departamentos no tienen ninguna mujer en la Cámara
El porcentaje alcanzado por las mujeres en estas elecciones es menor que en la de 2002, asimismo inferior a la del 98.

Estos resultados deberían constituirse en una alarma y un punto de partida para la reflexión sobre qué democracia se quiere para Colombia. Qué esfuerzos son necesarios por el gobierno, el Ministerio Público, los partidos y la sociedad civil? Cuáles son los obstáculos para construir una verdadera democracia igualitaria con la activa participación y liderazgo de las mujeres, y que genere vínculos de responsabilidad democrática entre todos los actores. No se trata sólo de acercar a algunas mujeres al poder sino también de construir agendas políticas para el logro de una verdadera justicia de género.