El nuevo clima de distensión se materializará en la reunión que este martes
mantendrán en el Palacio de la Moncloa Zapatero y el líder del PP, Mariano
Rajoy, primera de una ronda que el titular del Poder Ejecutivo español
tendrá con los máximos dirigentes de todos los partidos.

Este lunes se reunió el Comité Ejecutivo Nacional del PP. La conferencia de
prensa posterior fue un ejemplo más de que la extrema crispación que
caracterizó en los últimos dos años la posición de este partido frente al
gobierno está siendo trocada por una actitud de colaboración para la gestión
del proceso de paz en el País Vasco.

El secretario de Comunicación del PP, Gabriel Elorriaga, dijo a los
periodistas que Rajoy iría al encuentro con Zapatero "con espíritu
constructivo y prudencia", y aguardaba conocer "la información y orientación
que el presidente del gobierno le quiera dar a este asunto".

No obstante, Elorriaga recordó que el comunicado de ETA que verdaderamente
espera su partido es el de la disolución definitiva de la organización
terrorista. Mientras tanto, dijo, actuará como una "garantía" para los
españoles de que los pasos "que haya que dar" después de la decisión etarra
de alto el fuego "se desarrollen siempre en el marco del Pacto
Antiterrorista".

El 8 de diciembre de 2000 el hoy gobernante Partido Socialista Obrero
Español (PSOE), y el PP suscribieron el "Acuerdo por las libertades y contra
el terrorismo"
, según el cual la lucha antiterrorista es un problema de
Estado y, como tal, les corresponde asumirla "a todos los partidos políticos
democráticos, estén en el gobierno o en la oposición",
aunque la dirección
de la misma es responsabilidad del Poder Ejecutivo.

Dicho documento expresaba "nuestra voluntad de eliminar del ámbito de la
legítima confrontación política o electoral entre nuestros dos partidos las
políticas para acabar con el terrorismo".
De hecho, este enunciado no fue
cumplido por el PP desde que Zapatero asumió el gobierno en 2004.

Más allá del contenido explícito de las declaraciones de Elorriaga, otros
detalles resultan indicativos del cambio que se está operando en la línea
política del PP.

En primer lugar, la presencia en la rueda de prensa, como portavoces del
partido, de Elorriaga y de Soraya Sáez de Santamaría, que representan el
rostro más afable y moderado, muy próximo a Rajoy, de esta colectividad
política.

Habitualmente es el secretario general del PP, Ángel Acebes, quien cumple
esa función, y quien, como el portavoz del bloque en el Congreso de los
Diputados, Eduardo Zaplana, ha encarnado hasta ahora la línea dura,
implacable en los ataques al gobierno socialista.

Tanto Acebes como Zaplana, cuya presencia en los medios de comunicación ha
sido casi cotidiana, han pasado a un discreto segundo plano desde que se
difundió el comunicado de alto el fuego de ETA.

ETA anunció el miércoles 22 en un comunicado "un alto el fuego permanente a
partir del 24 de marzo de 2006".

La organización separatista añadió que "el objetivo de esta decisión es
impulsar un proceso democrático en Euskal Herria (País Vasco, en euskera)
para construir un nuevo marco en el que sean reconocidos los derechos que
como Pueblo nos corresponden y asegurando de cara al futuro la posibilidad
de desarrollo de todas las opciones políticas".

ETA (Euskadi ta Askatasuna, Patria Vasca y Libertad) nació en 1959, durante
la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), con el objetivo central de
luchar por la independencia del País Vasco. En 1968 comenzó su acción
violenta, que ha dejado hasta ahora 851 muertos.

En consonancia con el nuevo clima, el secretario de Organización del PSOE,
José Blanco abogó para que "todos rememos en la misma dirección para acabar
con el terrorismo"
y adelantó que el propósito de la reunión de este martes
es conseguir la unidad de acción entre el gobierno y el primer partido de la
oposición, a la vez que compartir con éste información.

Al nuevo ambiente de distensión política se sumó un grupo numeroso de
asociaciones víctimas del terrorismo, encabezadas por la AVT y el ciudadano
y vasco Foro Ermua, que sobresalieron por su alineamiento junto al PP en la
agria oposición a la política antiterrorista del Ejecutivo, contra la que
organizaron grandes manifestaciones.

En una declaración conjunta, esas entidades admiten que el alto el fuego
"puede ser el punto inicial de un proceso que conduzca al final del
terrorismo"
y consideran esencial la unidad entre el PSOE y el PP para
afrontar dicho proceso.

Pero el presidente de la AVT (Asociación de Víctimas del Terrorismo),
Francisco José Alcaraz, dirigió este lunes una carta abierta a Rodríguez
Zapatero acusándolo de "asumir el lenguaje de Batasuna-ETA", en referencia
al brazo político de la organización, cuando, por ejemplo, el jefe del
Ejecutivo "habla de proceso de paz, como si de una guerra se tratase", o se
refiere a posibles actos terroristas que eventualmente ocurran en esta etapa
como "accidentes".

Por otra parte, Alcaraz advierte que "no admitiremos que la dignidad y
justicia que merecen las víctimas del terrorismo sean moneda de cambio en
esa negociación con los asesinos de nuestras familias".

Al margen de episodios aislados, la prudencia y la mesura son el denominador
común de las manifestaciones de los distintos sectores políticos y sociales
sobre la decisión de ETA y el ciclo que inaugura. Varias encuestas
demuestran el aumento del prestigio de Zapatero y el apoyo de buena parte de
la población a sus iniciativas en este aspecto.

La continuación de la oposición frontal del PP en estas circunstancias
habría significado una política suicida. Pero su apoyo al Ejecutivo en "el
largo y difícil camino que hay que recorrer",
como lo definió Zapatero,
deberá hacer frente a numerosos obstáculos.

El mayor de ellos es el grado de concesiones al nacionalismo vasco y a ETA
que están dispuestos a admitir tanto el partido gobernante como el de la
oposición. Oficialmente se afirma la negativa a otorgar concesión política
alguna a la organización terrorista y el respeto sacrosanto a las decisiones
judiciales en cuanto a condenas y situación de sus militantes.

Sin embargo, resulta difícil imaginar cualquier tipo de negociación que no
incluya concesiones. Concebirlo sería tan falso como los desmentidos de
Zapatero a los contactos del gobierno con ETA. Hoy se sabe que existieron y
tuvieron como escenarios las ciudades de Oslo y Ginebra.

Basta con recordar que los acuerdos de paz entre el gobierno británico y el
Ejército Republicano Irlandés incluyeron la salida de la cárcel de casi 80
por ciento de los presos de esa organización que habían cumplido un tercio
de sus condenas.