Mientras que el Consejo de Seguridad de la ONU llegaba trabajosamente a aprobar un texto sobre la actividad nuclear iraní, conocíamos que Teherán avanzaba más rápido de lo previsto en el montaje de centrífugas en Natanz. Todo el problema del expediente nuclear iraní se basa en esta diferencia de ritmo. Por un lado se tiene una diplomacia lenta y por el otro una aceleración indiscutible. Irán es el único corredor de fondo frente a una comunidad internacional desprovista de estrategia global.
La declaración del Consejo de Seguridad de la ONU no permitirá ninguna presión real sobre Irán, pues las declaraciones presidenciales del Consejo de Seguridad no tienen poder jurídico: esta primera etapa tiene un carácter esencialmente político. Es un simple llamado sin ningún tipo de amenaza. En realidad, lo que está en juego es la responsabilidad del Consejo de Seguridad y de sus miembros permanentes. Se corre el riesgo de transformarlo en un cenáculo impotente, sometido al OIEA, invirtiendo los papeles de ambas instituciones. Los europeos, que siempre han defendido el Consejo de Seguridad, deberían estar preocupados. Es poco probable en este momento que la esencia de la cuestión iraní sea abordada nuevamente en el Consejo de Seguridad antes del mes de junio y Teherán sacará el mayor provecho de ello.
Al continuar subestimando nuestras fuerzas y sobreestimando las de Teherán, se comenten varios errores. Por una parte el mercado, que tiene el mérito de enviar mensajes claros, ya ha respondido: el comercio con Teherán ha disminuido, como lo había predicho muy bien el ex negociador del presidente Jatami, Hassan Rohani. A los negocios no les gustan los países que están bajo examen del Consejo de Seguridad. Por otra parte, la carrera para el enriquecimiento de uranio en Irán, para la que los europeos han demostrado en el curso de sus negociaciones que no hay ninguna justificación civil debido a que el único reactor ruso presente en Irán es alimentado con combustible ruso para toda su vida útil, podría dar la razón a quienes afirman que la bomba estaría disponible no en cinco años, sino más bien en dos.
Y los que tienen mayores razones para temer a esta bomba podrían sacar sus conclusiones. Si lo hacen, ¿de quién será la culpa?

Fuente
Le Figaro (Francia)
Difusión: 350 000 ejemplares. Propiedad de la Socpresse (creada por Robert Hersant, hoy es propiedad del constructor de aviones Serge Dassault). Es el diario de referencia de la derecha francesa.

«Le temps de la diplomatie, trop lent face au sprint nucléaire de l’Iran», por Thérèse Delpech, Le Figaro, 1ro de abril de 2004.