Uno

Como era de esperarse, la propaganda de la
prensa mundial destaca en primer plano la
vinculación de Evo Morales con los dos
líderes más connotados del movimiento
de liberación de América Latina, Fidel Castro
y Hugo Chávez, poniendo en sordina o
desinformando las verdaderas causas de la
lucha histórica del pueblo boliviano para
vencer la situación de vasallaje, esclavitud
y exclusión social a la que ha estado sometido
hasta el presente por la oligarquía nacional,
mestiza o blanca, que se apoderó
del espacio de poder político y económico
que dejo vacante la oligarquía colonial del
Virreinato del Perú en 1825.

Dos

La historia de los pueblos originarios de
Bolivia, conocida arqueológicamente
como Región Andes Centro-Sur o «Circum-
Titicaca, es muy antigua. Se inicia con la
presencia de antiguas sociedades de
recolectores cazadores de camélidos cuyo
ajuar de instrumentos de trabajo incluía
puntas líticas de proyectil como las que
caracterizan al sitio Viscachani. Hace
10.000 años, aquellos grupos humanos cazaban
tanto los camélidos como los relictos
de fauna pleistocénica, capturaban peces
de gran tamaño, recolectaban intensamente
moluscos marinos y plantas comestibles
como el algarrobo en un territorio que se
extendía desde el altiplano hasta las planicies
litorales del océano Pacífico, planteando
un modelo de desarrollo combinado
basado en lo que se ha denominado la integración
vertical de pisos ecológicos (2).

Según esta tesis, el núcleo social altiplánico
de Titicaca, conformado por pueblos de
lengua aymara, desarrolló mecanismos selectivos
para la colonización de zonas
periféricas donde existían recursos de subsistencia
necesarios para cubrir necesidades
complementarias de producción en dicho
centro. Esta organización no implica-
Bolivia en la nueva era

ba la conquista o la absorción de la fuerza
de trabajo ajena al núcleo territorial, sino
su integración en un sistema que potenciaba
las ventajas comparativas existentes en
las diferentes regiones y pueblos andinos.
El modo de vida formativo de la sociedad
andina llegó a integrar verticalmente
no solamente el litoral pacífico, sino también
el piedemonte selvático oriental que
se extiende hacia la región amazónica. Surgieron
así hacia el segundo milenio antes
de Cristo unidades sociopolíticas extensas
como la Cultura Chavín y la Cultura
Tiwanako, que constituyen en Suramèrica
el primer experimento orgánico de producción
de espacios urbanos asociados con
agricultura de regadío y ganadería de
camélidos. Ambas se relacionaron con desarrollos
similares a lo largo de la franja
desértica de la costa pacifica, donde comenzaron
a formarse desde el cuarto
milenio antes de Cristo comunidades estables
construidas alrededor de templos dedicados
al culto de divinidades locales,
cuya subsistencia se basaba en la pesca y la
recolección marina, la caza, la domesticación
de camélidos y la agricultura de regadío
en la desembocadura de los ríos que
desaguan en el océano.

Las poblaciones aymara que florecieron
alrededor del lago Titicaca se convirtieron
en el centro de una extensa formación
social conocida como el Imperio
Tiwanako, cuya influencia se extendió sobre
todo el altiplano andino y la costa pacífica,
dando posteriormente origen al surgimiento
de diversos estados regionales. Hacia
el siglo 12 de la era cristiana, existió un
pueblo de lengua quechua organizado en
once ayllus o linajes que vivía en el Cusco,
los cuales hacían remontar su genealogía a
los pueblos de la región de Titicaca.

A partir
de aquella fecha comenzó, bajo el
liderazgo de Manco Capac, una serie de
guerras de conquista que habría de llevar
dicho pueblo a convertirse en el núcleo del
Imperio Incaico que se extendíó desde el
sur de Colombia hasta el norte de Chile y
Argentina. Los pueblos aymara del Altiplano
Boliviano conservaron una relativa autonomía
hasta el siglo 15 de la era, cuando
fueron finalmente sometidos por los
quechuas cusqueños, quedando como el
grupo más importante de pueblos no
quechua del imperio Incaico. Sin embargo,
fueron obligados a aceptar la colonización
incaica que se traduce en la Bolivia de hoy
día en la existencia de un núcleo importante
de poblaciones indígenas hablantes del
quechua.

Debido a su importancia, los aymara
fueron el único grupo andino que logró
mantener su lengua y su identidad cultural,
las cuales sobreviven a la conquista y la
colonia españolas y a la quasi esclavitud y
la marginación social que les impuso la
oligarquía republicana hasta el presente.

Tres

A partir de la conquista española, los valles
andinos y la planicie central boliviana,
densamente poblados por grupos indígenas
socializados por milenios en tradiciones
laborales agropastoriles, mineras, metalúrgicas
artesanales, artísticas y arquitectónicas
muy avanzadas, se convirtieron en
el núcleo trabajador del imperio colonial
español. Los indígenas bolivianos fueron
forzados bajo el régimen de la mita, institución
de trabajo servil instaurada bajo el
Imperio Inka, a trabajar en las enormes
minas de plata de Potosí y Oruro, las más
grandes de todo el hemisferio occidental.
Entre el siglo XVI y el siglo XVIII, la
actual Bolivia, conocida como Provincia
de Charcas o Alto Perú, se convirtió en una
de las regiones más ricas y densamente pobladas
del imperio español en América. En
el siglo XVII, Potosí se había transformado
en la ciudad más grande de América con
una población aproximada de 150.000 habitantes.
La plata, la plusvalía extraída de las
minas de Potosí y Oruro fue decisiva para
la consolidación del modo de producción
capitalista en Europa, y la acumulación de
capitales bajo la forma de metales preciosos
que habría de servir posteriormente a
Adam Smith para formular su teoría sobre
La Riqueza de Las Naciones, fundamento
de la ideología liberal que habría de caracterizar,
partir del siglo XIX, la concepción
del mundo capitalista de la cual, por contradicción,
se derivó el pensamiento de
Carlos Marx.

El agotamiento de las minas de plata
hacia finales del siglo XVIII produjo el decaimiento
económico de Potosí, aunque el
Alto Perú y particularmente la ciudad de
Chuquisaca, continuaron siendo un importante
centro político e intelectual. La Universidad
de Chuquisaca tuvo una gran influencia
en la formación de intelectuales y
profesionales no sólo en el Alto Perú o Provincia
de Charcas, sino también en el
Virreinato del Río de La Plata.
En 1809, luego de la ocupación de
España por los ejércitos napoleónicos se
produjeron diversas revueltas en
Chuquisaca y en La Paz, simultáneas con
los intentos emancipadores que se estaban
produciendo para entonces en Caracas. El
Alto Perú fue, sin embargo, la última región
en ser liberada por los ejércitos patriotas
luego de la Batalla de Ayacucho, ganada
por el Mariscal Antonio José de Sucre.
El Congreso del Alto Perú, convertido en
república autónoma en 1825, la denominó
República de Bolivia, Hija Predilecta del
Libertador Simón Bolívar.

Cuatro

En el siglo XIX, la declinación de la producción
de plata debido a la sobreexplotación
de dicho recurso hizo que Bolivia
perdiese el nivel de progreso económico
del cual había disfrutado hasta entonces.
Otras regiones de Suramérica, tales
como el Río de la Plata y Chile habían comenzado
a desarrollar la producción
agropecuaria tanto para consumo interno
como para la exportación. Bolivia, que había
devenido netamente un país exportador
de minerales preciosos, se convirtió en un
importador neto de alimentos. La principal
fuente de ingresos del estado y de la oligarquía
eran los impuestos directos sobre la
masa de campesinos indígenas ya empobrecidos,
lo cual determinó el desarrollo de un
sistema político represivo de los derechos
de las mayorías, tornando a Bolivia en una
de las repúblicas suramericanas más atrasadas
gobernada por dictaduras militares.

Cinco

Hacia finales del siglo XIX, Bolivia intentó
explotar la riqueza de sus territorios
amazónicos y su litoral pacífico, que contenía
ingentes depósitos de nitrato y guano
descubiertos en 1860. Pero la empobrecida
oligarquía boliviana carecía tanto de
los mecanismos como de la voluntad polí-tica para echar adelante esta empresa. Fueron
los peruanos, los chilenos, los norteamericanos
y los ingleses quienes iniciaron
la explotación de dichos recursos. Desde
mediados del siglo XIX Chile, con el
apoyo del capital inglés, había logrado
arrancarle a Bolivia sucesivas concesiones
territoriales y comerciales en la costa del
Pacífico. Para defenderse de la agresiva intervención
chilena, la empobrecida oligarquía
boliviana firmó una alianza con Perú.
Cuando Bolivia intentó subir los impuestos
a las compañías chilenas que explotaban
del nitrato y el guano en su litoral pacífico.
Chile, de manera unilateral, invadió
el territorio boliviano en 1879, impuso la
guerra a Bolivia y Perú, se apoderó del litoral
boliviano e invadió Perú capturando su
capital, Lima.

Seis

El despegue de la Segunda Revolución
Industrial hacia mediados del siglo XIX,
determinó la expansión colonial de los países
capitalistas con miras a apoderarse a
bajo costo de las materias primas que necesitaba
para desarrollar su actividad fabril.
La minería de la plata, que no había sido
totalmente abandonada, condujo al descubrimiento
de grandes yacimientos de estaño,
mineral de extraordinaria importancia
para la industria mundial, convirtiendo a
Bolivia en el primer productor y exportador
de aquella materia prima, bajo control del
capitalismo mundial.

Los magnates de la minería, bolivianos
o extranjeros, el verdadero poder detrás
del trono, gobernaban a Bolivia a través
de las élites políticas liberales o conservadoras
que se turnaban en el gobierno
y de grupos de presión que abogaban por
los intereses transnacionales. En 1930,
Bolivia y Paraguay habían comenzado a
fortificar su frontera pobremente definida
en la región de El Chaco, dando lugar a
una guerra fratricida entre ambos países
donde murieron más de 100.000 soldados.
Bolivia perdió de nuevo territorio, lo que
generó una honda frustración que estimuló
el surgimiento de movimientos políticos
nacionalistas militares.

Los jóvenes militares bolivianos iniciaron
lo que se ha llamado el socialismo
militar, el cual se trazó como objetivo cambiar
la sociedad boliviana, particularmente
lograr la nacionalización del petróleo y
la redacción de una Ley del Trabajo de corte
avanzado. Simultáneamente, se consolidaron
movimientos sindicales mineros
como la Confederación Obrera Boliviana,
partidos políticos de clase media como el
Movimiento Nacionalista Revolucionario
(MNR) y movimientos políticos de extrema
izquierda como el Partido de Izquierda
Revolucionaria.

Siete

A partir de 1940, Bolivia vivió un largo y
turbulento período político marcado por
golpes de estado y levantamientos populares
que culminaron en 1952 con la destrucción
del ejército boliviano, producto de la
fragilidad ideológica de las élites políticas
que no acertaban en la búsqueda del camino
hacia una sociedad justa y democrática.
Ese mismo año, bajo el gobierno del MNR
se nacionalizaron las minas de estaño y se
proclamo la reforma agraria más avanzada
del hemisferio occidental, se instauró el
sufragio universal y se dio el voto a los
analfabetas.

A los indígenas bolivianos se
les repartieron también tierras libres de toda
servidumbre, se les concedió el voto y también
grandes cantidades de armas. Desde
ese momento, las masas indígenas bolivianas
se convirtieron en un sujeto social poderoso,
aunque pasivo, rural, el cual utilizaron
los sucesivos gobiernos de la oligarquía
para consolidar su poder frente a la masa
radical de obreros del estaño.

En 1956 la inflación económica fue
carcomiendo el poder de la clase media y
del MNR. Se suspendieron los programas
sociales y de administración cogestionaria
de las minas de estaño y se invitó a las compañías
petroleras estadounidenses a retornar
al país. En adelante, el ejercito boliviano
emergió como la fuerza política dominante,
distinguiéndose por su carácter reformista.
La historia más reciente de Bolivia
está marcada por la influencia creciente
de las transnacionales estadounidenses
y europeas en la política local, apoyadas
por la oligarquía boliviana cada vez más
obsecada por el pensamiento neoliberal,
dispuesta entregar no solo el petróleo, sino
el agua y cualquier otro bien natural o económico
que pueda representar ingresos para
la mayoría indígena empobrecida.

Ocho

El contexto político en el cual surge Evo
Morales como líder del Movimiento al Socialismo
y ahora Presidente Constitucional
de Bolivia, es complejo. Internamente
la dinámica política y económica boliviana
ha culminado con la formación de un
sujeto social muy poderoso y combativo.

Como ocurre en la mayoría de los países
latinoamericanos, los y las descendientes
de las etnias indígenas originarias campesinas
se han venido transformando en sujetos
sociales urbanos, con una conciencia
de clase sólida. Muchos han devenido comerciantes,
trabajadores asalariados, trabajadores
informales, profesionales y burócratas,
de manera que la identidad étnica se
cruza con la identidad de otros sectores clasistas
urbanos populares o de clase media.
A la par de los indígenas urbanos y rurales
y los sectores de clase media, los poderosos
sindicatos mineros plantean demandas sociales
y políticas tales como la nacionalización
del petróleo y del gas, las cuales no
podrá soslayar el gobierno de Evo Morales.
De nada valdría el apoyo de la oligarquía
y los sectores derechistas para una
nacionalización chucuta, tal como hizo en
Venezuela el régimen de Carlos Andrés
Pérez: el precio de vacilar podría ser un
conflicto social de dimensiones impredecibles.
La nacionalización verdadera de los
hidrocarburos bolivianos parece ser un hecho
irreversible al cual deberán conformarse
las compañías petroleras, incluida
Petrobrás.

No podemos olvidar el enorme
peso específico que tiene PDVSA, la tercera
empresa petrolera mundial, en la constitución
de Petrosur, empresa comunitaria
que a no dudarlo jugará un papel importante
en el proceso boliviano de liberación
nacional. No podemos olvidar, asimismo,
que el ejército boliviano sigue siendo
un actor político de mucho peso en el
destino nacional. Como ocurre en otros
países de la región, hay sectores de la oficialidad
comprometidos con los designios
del imperio, pero hay también seguramente
otros, incluyendo también suboficiales,
clases y soldados, que comparten y han
compartido en épocas anteriores la misma
conciencia social de las masas populares y
los sectores nacionalistas de la clase media
boliviana.

El gobierno de Evo Morales se inscribe
dentro del proceso de Liberación Nacional
que actualmente sacude las bases
de sociedades de la costa atlántica suramericana,
las cuales han estado fuertemente
intervenidas y neocolonizadas por el imperio
estadounidense: Brasil, Argentina,
Uruguay, Paraguay, y Venezuela, agrupadas
en el bloque económico de Mercosur
+Cuba. Este bloque agrupa las economías
más poderosas de Suramérica y el Caribe
las cuales presentan actualmente un índice
excepcional de desarrollo económico y democrático,
lo cual le dará a la anhelada democracia
participativa boliviana un margen
más amplio de libertad política y financiera.
Sobre la región pacífica, cuyo litoral
le fue arrancado a Bolivia por la oligarquía
chilena aliada con el capital inglés, el contexto
político no es muy definido.

Chile es
una democracia tutelada por un poderoso
ejército, el cual no permite disidencias de
la ortodoxia neoliberal que impuso la dictadura
militar del general Pinochet. Por otra
parte, Chile es aliado político de los gobiernos
de Estados Unidos, de la Comunidad
Europea y del Sureste de Asia, así como
de las transnacionales que controlan tanto
a esos gobiernos como al chileno mismo.

En el vecino Perú, la oligarquía se
debate en una profunda crisis de identidad
política. Rechazada la propuesta de
autoctonía nacionalista forjada por Mariátegui,
sostenida de manera militante por
Sendero Luminoso y el Movimiento Tupac
Amaru, fracasada la propuesta de autoctonía
demagógica que encubre el ajuste
neoliberal ensayada por Fujimori y Toledo,
la oligarquía se disfraza de modernidad
abrazando un Tratado de Libre Comercio
firmado con las transnacionales estadounidenses.
El triunfo de Evo Morales revela a
las mayorías indígenas del Perú, que es
posible luchar por el triunfo de un proyecto
político que no solamente los incluya
sino que los convierta igualmente en un
sujeto social con poder para llegar a formar
gobierno. El éxito político del cual disfruta
el coronel Ollanta Huamala en la actualidad,
indica que el socialismo militar o
nasserista del finado general Velasco, quizás
no está del todo muerto.

En Ecuador, vecino también de Bolivia,
la mayoría de la población indígena y
trabajadora en general y los sectores de la
clase media, pareciera que no se deciden
todavía a unificar sus fuerzas en un solo
movimiento político que estaría destinado
a transformar la sociedad ecuatoriana, a promover
también la liberación nacional y la
descolonización del país para integrarlo
plenamente en la unión de naciones
suramericanas.

En Colombia, la radicalización de la
sociedad boliviana y su inserción militante
en el nuevo paradigma político y social
suramericano, seguramente hará reflexionar
a la poderosa oligarquía colombiana,
comprometida y aliada con el gobierno y
las transnacionales estadounidenses, sobre
la posibilidad de quedar cada vez más dependiente
de Estados Unidos, pero más
aislada de lo que promete ser uno de los
futuros bloques de poder mundial: Suramérica
y El Caribe.

Nueve

La correlación de fuerzas entre los actuales
bloques de poder mundial, particularmente
China y La India y particularmente la
dependencia de los mismos de la energía
fósil, hace que sea imperativo para la industria
petrolera de Venezuela, Bolivia y
Brasil, lograr un acceso hacia la costa pacífica
que permita transportar el petróleo, el
gas y sus derivados hacia los mercados
emergentes de Asia. De allí el ajedrez político
que juega el imperio estadounidense
en Suramérica, tratando de desestabilizar y
destruir los procesos de liberación nacional,
particularmente el venezolano y el
boliviano, reforzando por el contrario los
procesos políticos regresivos de Colombia,
Ecuador y Perú. Chile es militarmente muy
poderoso, pero muy dependiente también
de los suministros energéticos, por lo cual
su política exterior, particularmente con
Venezuela, es ambigua: coquetea con el
presidente Chávez, pero al mismo tiempo,
como dice el refrán, arroja su libra de carne
a la jauría de fieras que alimenta el imperio
en Suramérica.

Diez

Bolivia, el Alto Perú, siempre fue el corazón
del mundo andino. De allí parten las
venas que han alimentado y alimentan el
cuerpo de ese gigante dormido. Cuando el
corazón palpita fuerte, ese coloso nutrido
con las esencias milenarias de la tierra, vuelve
a la vida. Como habría dicho José Carlos
Mariátegui: ¡despierta el Tahuantisuyo
a la Nueva Era de la sociedad mundial, vuelve
a incorporarse a la civilización suramericana
y caribeña!