JULIO CÉSAR BRICEÑO, En Toro por Europa, 2004

Entre 1961 y 1971, el ejército estadounidense
esparció en forma masiva defoliantes sobre
Vietnam. Se trataba de eliminar la cobertura
vegetal para impedir que el enemigo se
camuflara en ella, y destruir las cosechas para
privar de alimento a las poblaciones y a los
combatientes. Este segundo objetivo era explícito:
mientras que "las operaciones de la
guerrilla dependen estrechamente de las cosechas
locales para su aprovisionamiento",
"los
agentes antiplantas poseen un alto potencial
ofensivo para destruir o limitar la producción
de alimentos..."
 [1].

Estos defoliantes incluían esencialmente
el agente naranja, que contenía dioxina, un
producto químico particularmente tóxico. En
2003, un equipo de investigadores estadounidenses
estimó la cantidad de defoliantes esparcidos
en 77 millones de litros, y la de
dioxina en alrededor de 400 kilos, una cantidad
considerable [2]. La superficie afectada alcanza
las 2,6 millones de hectáreas (estas extensiones
fueron "tratadas" un promedio de 5
veces, y algunas zonas recibieron hasta 10 aplicaciones
seguidas). Esto representa el 10% de
la superficie de Vietnam del Sur y el 50% de
los bosques de manglar. En total, entre 2,1 y
4,8 millones de habitantes de 20.000 aldeas
resultaron directamente afectados. A modo de
comparación, en el accidente de Seveso [3], se
esparcieron unos cientos de gramos de dioxina
(probablemente menos de 2 kg.), durante 20
minutos, sobre 1.800 hectáreas donde vivían
37.000 personas.

En aquella época, esto constituyó para
Vietnam una catástrofe sanitaria y ambiental,
que continúa actualmente porque la dioxina,
un producto químico muy estable, sólo se
degrada lentamente, y se integra en la cadena
alimentaria. Sus efectos persisten en el medio
ambiente y afectan a los habitantes de las zonas
siniestradas [4]. Desde hace algunos años,
los dirigentes vietnamitas, las autoridades locales,
las asociaciones humanitarias y organizaciones
no gubernamentales (ONG) que intervienen
en el terreno –como la Cruz Roja
vietnamita– tomaron conciencia de este grave
problema que posee múltiples facetas [5]:
humanitaria - sanitaria, socioeconómica,
medioambiental, política y jurídica [6].
Treinta años después de esparcido, el
agente naranja sigue provocando muertes,
patologías de extrema gravedad, malformaciones
congénitas (discapacidades físicas y
mentales, miembros u órganos de más o de
menos, lesiones nerviosas irreversibles, etc.).

La Cruz Roja vietnamita estima el número de
víctimas en aproximadamente un millón. Desde
luego, la relación de causalidad entre la
dioxina y ciertas patologías no siempre se demuestra
científicamente. Pero investigaciones
realizadas en Estados Unidos sobre los veteraindicaron que la dioxina era la causante de
diversas patologías agudas o crónicas, especialmente
de diferentes tipos de cáncer [7]. En
Vietnam, los estudios genealógicos confirman
que las familias uno de cuyos ascendientes
fue víctima del agente naranja sufren
particularmente abortos espontáneos y malformaciones
congénitas.

Trauma colectivo

Actualmente, toda la población, tanto en el
norte como el sur, se encuentra afectada como
consecuencia de las mezclas vinculadas a las
migraciones. Numerosas familias tienen al
menos un integrante discapacitado, adulto o
niño, que debe recibir atención médica y
quirúrgica, una rehabilitación apropiada, prótesis,
sillas de rueda y otros elementos adaptados.
Desde el punto de vista psicológico,
las consecuencias del agente naranja se traducen
en un "trauma colectivo" que afecta al
conjunto del tejido cultural y social. La
discapacidad puede ser percibida por el entorno
como una manifestación de mala suerte
o la consecuencia de una "culpa", de ahí
las expresiones de rechazo a los enfermos
por parte de las comunidades de aldeanos.

Las víctimas tienen entonces un estatuto social
menor, que se extiende a los demás miembros
de la familia: también rechazados, los
hermanos y hermanas que gozan de buena
salud no pueden casarse, etc. Además, en las
altas mesetas del centro de Vietnam, región
particularmente afectada por el agente naranja,
viven "minorías étnicas" cuya cultura
asigna un lugar importante a la naturaleza (el
bosque, el agua, etc.): con la degradación o
la destrucción de los ecosistemas a raíz de la
defoliación, se desmoronó su universo de
referencia.

Las repercusiones económicas son enormes
y la fuerza laboral resulta afectada. Los
adultos de una familia que gozan de buena
salud deben dedicar una parte más o menos
importante de su tiempo a ocuparse de sus
familiares discapacitados. Los niños enfermos
tienen dificultades en su escolarización.
Los ingresos de las familias se reducen y el
costo de la atención médica agrava su situación.
Una investigación realizada en 2001
en la provincia de Quang Tri (cercana al paralelo
17º, zona particularmente defoliada)familias
que poseen al menos un miembro
discapacitado es un 50% más bajo que el de
las familias no afectadas, y que sus gastos
médicos per capita las superan en un 30% [8].
Es necesario entonces implementar dispositivos
de ayuda para favorecer la inserción
de las víctimas en la vida económica y
social, y proveerles los medios para satisfacer
sus necesidades básicas. Por ejemplo, puede
brindarse formación para determinados oficios,
que exija la adaptación de los puestos
de trabajo, o una ayuda que permita el incremento
de los ingresos en las familias, a través
de la provisión de animales de cría (cerdos,
vacas, búfalos).

Frente a estos problemas, las autoridades
vietnamitas no permanecen inactivas. El
gobierno provee así a algunas víctimas subsidios
que van de 5 a 10 euros por mes (independientemente
de la eventual ayuda suministrada
por las provincias y los distritos). Lo
cual es poco, aun teniendo en cuenta el nivel
de vida promedio (530 euros anuales por habitante).
Y sin embargo, esto representa un
presupuesto considerable (unos 50 millones
de euros, es decir 0,5% del gasto público).

En materia de medio ambiente, y aunque
los niveles de dioxina en el suelo sean
afortunadamente bajos, regiones enteras continúan
siendo incultivables para los agricultores.
Una vegetación muy escasa llamada en
Vietnam "hierba americana" sigue cubriendo
las zonas fumigadas. Hay que rehabilitar los
suelos perdidos como consecuencia de las
actividades humanas, hacerlos nuevamente
aptos para el cultivo, y reforestar los bosques
y manglares.

Además, aún existen zonas contaminadas,
los hot spot, donde se detecta dioxina en
niveles elevados en el suelo o los sedimentos,
y en algunos lagos. Son las regiones donde
se esparció más masivamente el agente
(valle de A Lua al oeste de Hue, cerca de la
frontera laosiana, por ejemplo), o incluso los
lugares de almacenamiento, como algunos
aeródromos y sus alrededores, donde los aviones
terminaban de arrojar su carga antes de
aterrizar cuando regresaban de su misión
(Bien Hoa, Da Nang, Ciudad Ho Chi Minh,
etc.). En estas zonas la dioxina tiene consecuencias
sobre la salud de los animales y puede
encontrarse en algunos alimentos (pescados,
camarones, pollos, patos, cerdos). Puede
también detectarse en la leche materna, debido
a su reciclaje en la cadena alimentaria.
Hay que tomar medidas con el fin de proteger
a las poblaciones y sus actividades económicas:
se impone una descontaminación; es preciso
mantener informadas a las poblaciones y
eventualmente trasladarlas.

Responsabilidades

Frente a la magnitud del desastre, la cuestión
de fondo sigue siendo la de las responsabilidades.
El 10 de enero de 200, se produjo un
giro con la creación en Hanoi de la Asociación
vietnamita de víctimas del agente naranja
/ dioxina [9]. El 30 de enero esta asociación
y las víctimas presentaron ante el Tribunal
del Distrito Este de Nueva York una demanda
contra las 36 empresas que fabricaron
el agente naranja para el ejército estadounidense
 [10]. Entre ellas, las conocidas Monsanto
 [11] y Dow Chemical. Los fundamentos jurídicos
son múltiples: violación de leyes internacionales,
crímenes de guerra, fabricación
de productos peligrosos, daños tanto
involuntarios como intencionales, enriquecimiento
ilícito, etc. Los querellantes reclaman
daños y perjuicios por las lesiones personales
sufridas, las muertes injustas, el nacimiento
de niños con malformaciones, así
como por la necesaria descontaminación del
medio ambiente y la restitución de los beneficios.
Por el momento, esta demanda, analizada
únicamente desde el punto vista de su
admisibilidad, fue rechazada por el tribunal,
en primera instancia, el 10 de marzo último.

Los querellantes apelaron inmediatamente:
su objetivo no sólo es obtener la reparación
de los daños sufridos, sino también
lograr que la comunidad internacional, y especialmente
Estados Unidos, reparen un escandaloso
olvido de la historia "oficial". En
este sentido, este proceso no puede ser sino
un primer paso, porque más allá de las víctimas
y las empresas químicas, la cuestión de
las consecuencias del agente naranja atañe
ante todo y sobre todo a dos Estados, Estados
Unidos y Vietnam: al primero, por haber cometido
un crimen de guerra; al segundo, por
haber sido afectadas su población y su tierra.
Plantea pues la cuestión de la eficacia del
derecho humanitario y la imperiosa necesidad
de reparar los daños de guerra.

[1Headquarters, Department of the Army, "Training circular N°
3-16. Employment of riot control agents flame, smoke, antiplant
agents, and personnel detectors in counterguerilla operations",

Washington D. C., abril de 1969.)

[2Jeanne Mager Stellman et al., "The extent and patterns of usage
of Agent Orange and other herbicides in Vietnam", Nature, 17-4-03.

[3Ciudad de Italia, cercana a Milán. En julio de 1976, un accidente
en la fábrica Icmesa, en un reactor químico que producía
clorofenol, desprendió una nube de vapores que contenía dioxina.

[4Schofield Coryell, "En Vietnam, el napalm sigue matando", Le
Monde diplomatique, edición Cono Sur, marzo de 2002.

[5En esta perspectiva, la AAFV organizó una Conferencia
Internacional en París, en el Senado, celebrada el 11 y 12 de
marzo de 2005, y publicó una obra, "L’agent orange au Vietnam.
Crime d’hier, tragédie d’aujourd’hui" (Tirésias, 2005).

[6Monique Chemillier-Gendreau, "Los daños de guerra debe
pagarlos el responsable", Le Monde diplomatique, edición Cono
Sur, octubre de 2003.

[7Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos nunca reconoció su
responsabilidad, no sólo respecto de sus veteranos (véase Howard
Zinn, "La última de las traiciones", en Le Monde diplomatique, edición
Cono Sur, abril de 2004), sino tampoco de las víctimas vietnamitas.

[8Michael G. Palmer, "The legacy of agent orange: empirical evidence
from central Vietnam", Social Science and Medicine, N° 60, 2005.

[10El texto de esta demanda se encuentra disponible en el sitio:
www.nnn.se/vietnam/environ.htm, sección "Open Forum".

[11Es también la empresa Monsanto la que fabrica el "Round Up
Ultra", el defoliante utilizado en Colombia en el marco del plan
Colombia cuyo objetivo oficial es erradicar la producción de coca
y el tráfico de drogas en ese país.