La FID Fundación Internacional para la Democracia es una organización sin fines de lucro, cuyo Consejo Directivo está formado por el historiador Howard Zinn, Mumia Abu-Jamal, el ensayista Gore Vidal, el abogado Ramsey Clark, Barbara Foley, presidenta del sindicato de académicos progresistas, Michael Parenti, Immanuel Wallerstein, ex presidente de la Asociación Internacional de Sociología, Michael Ratner, presidente del Centro sobre Derechos Constitucionales y ex presidente del National Lawyers’ Guild, por el geógrafo David Harvey, Harry Magdoff, coeditor de la primera revista de marxismo teórico Monthly Review – hasta su triste muerte el primero de enero, y dos docenas de otros académicos, abogados y activistas estadounidenses progresistas.

Preámbulo

Pregunta

¿Cómo se denomina a sí mismo el país que acaba de tener dos elecciones presidenciales fraudulentas?

Respuesta
«La mejor democracia del mundo.»

Pregunta

¿Cómo denomina el gobierno ilegítimo de ese país a sus políticas económicas, militares y culturales de control de todas las personas de este mundo –sin tener en cuenta el costo que estas tienen para ellas o para sus entornos inmediatos?

Respuesta

«Fortalecimiento Democrático de las Naciones» y «Promoción de la Democracia».

Pregunta

¿Qué nombre le dio el gobierno de EE.UU. a la organización que formó para debilitar y/o quebrantar a los gobiernos extranjeros que desaprueba (incluyendo a Haití y Venezuela, cuyos presidentes fueron electos honestamente)?

Respuesta

« The National Endowment for Democracy (NED) Fundación Nacional para la Democracia.

¿Existe acaso un mejor ejemplo de la antigua máxima del escritor francés La Rochefoucaul «la hipocresía es el homenaje que el vicio le paga a la virtud»? En un mundo donde no hay virtud más consensuada que la democracia, el gobierno de los EE.UU. considera inteligente hacer «desfilar» su peor vicio bajo la bandera de la virtud de la «democracia». Debemos ser inteligentes y ver esta hipocresía y el vicio criminal al que sirve. No sólo eso. Además, debemos pelear contra ello. Más aún, debemos hacerlo todos juntos.

Llamado

¡Socorro! ¡Socorro! La casa está en llamas y estamos todos dentro. El gobierno de los EE.UU. y sus dependencias oficiales, como la Fundación Nacional para la Democracia (NED) respondieron al fuego… ¿Cómo? Tirando un fósforo encendido.

Lo llaman «Fortalecimiento Democrático de las Naciones» –un nombre atractivo para denominar a las perpetuas guerras, al robo a la gente, a la explotación económica de la desigualdad, al debilitamiento de las libertades civiles (incluyendo el uso de prácticas de tortura) y la creciente degradación y destrucción total de nuestro medio ambiente, que subyace al «Libre Comercio» y a la promesa (rara vez cumplida) de elecciones libres. Millones de personas del mundo (fuera de los EE.UU.) quieren frenar esta locura. Sin embargo… ¿Qué pueden hacer?

La International Endowment for Democracy (IED) Fundación Internacional para la Democracia (FID), nuestra organización independiente, considera que esto únicamente se va a terminar si la construcción de Estados Democráticos (la real, no la ficticia) se aplica primero a los EE.UU., que es el país principalmente responsable de este aterrador escenario global y todas las personas del mundo pueden asumir un importante papel para frenar este proceso.

En resumen: si grupos como La Fundación Nacional para la Democracia (NED) utilizan el presupuesto del gobierno norteamericano (de ahí, la denominación «NACIONAL») –y una importante dosis de hipocresía– para debilitar las democracias que no les gustan en el mundo, la Fundación Internacional para la Democracia (FID) aspira a utilizar presupuesto extranjero (de ahí, el nombre «INTERNACIONAL») para promover la construcción de una democracia real en el país que más lo necesita: Estados Unidos.

Llamamos también a la comunidad internacional a controlar y monitorear las elecciones en los Estados Unidos. ¿Acaso hay alguien de este mundo, fuera de los EE.UU., que no reconozca la necesidad de tal monitoreo?

Esto no es porque haya menos democracia en EE.UU. que en otros países –existen otros pocos países que son aún peores–, sino porque el déficit democrático que sufren los EE.UU. implica, en la práctica, la mayor amenaza a la vida, la libertad y la felicidad de miles de personas de todo mundo. Su influencia es mayor a la de cualquier otro país del mundo.

La mayoría de los ciudadanos de EE.UU. son víctimas de las políticas destructivas de su gobierno y no sólo no están interesados en mantenerlas y sostenerlas, sino que desean modificarlas cuando ven que «su» democracia no funciona como les dicen que lo hace.

El hecho de que no lo hayan hecho es consecuencia de que las leyes, las elecciones, los medios de comunicación y otro canales que deberían servir para realizar estos cambios estuvieron fuera de su alcance y deformados (a través de una manipulación sistemática y una creciente represión), ocultos (a través de un explícito mecanismo de mantenerlos en la ignorancia), comprados por «grandes sumas de dinero» (esto último, especialmente), y –cuando fuese «necesario»– robados (como en las dos últimas elecciones presidenciales). ¿Quién puede dudar, entonces, que las personas tienen una traba inmensa para la democratización de Estados Unidos?

Este puede ser un primer paso: los ciudadanos americanos están pidiendo ayuda a los ciudadanos de otros países. Muchos de los que escuchen este llamado, fuera de los EE.UU., se preguntarán «¿Por qué deberíamos ayudar a los norteamericanos a llevar a cabo estos cambios? No tenemos, acaso, suficientes tareas que llevar a cabo en nuestros propios países?» La respuesta puede presentarse en la forma de otra pregunta: ¿Existe algún lector, que viva fuera de la capital de su país, que crea que no tiene sentido (y que es una pérdida de tiempo y de dinero) tratar de influir sobre la política de su gobierno cuya sede está en la capital? Sobre todo, ante la evidencia de que es ahí donde está la base del poder político…Obviamente, en este periodo de imperialismo militar, económico y cultural de los EE.UU., no cabe duda de que Washington se convirtió en la real capital de todos los países del mundo, ya que es desde ahí que se toman las decisiones más destructivas que afectan las vidas de todas las personas. En este contexto, tiene todo el sentido del mundo dedicar parte de vuestro tiempo, energía y dinero para ayudar a llevar a cabo los cambios que ustedes desean en Washington. Si aunque sea hay una oportunidad…

En este momento de la historia, quienes vivimos en EE.UU. somos los que estamos mejor posicionados para enfrentar a nuestro opresor común. En consecuencia, nuestra responsabilidad es enorme pero nuestras fuerzas son débiles.

Mientras que el debilitamiento de nuestro –imperfecto– proceso democrático llevado adelante por el gobierno actual constituye una amenaza creciente para todos los disidentes, también nos proporciona una evidencia clara respecto de en qué aspecto nuestros gobernantes son extremadamente vulnerables. Como la explosión de la hipocresía gubernamental atestigua claramente, la democracia sigue siendo la virtud favorita de los ciudadanos de EE.UU. Por eso es que necesitamos ayuda en este tema crucial. Por las implicancias que tiene para la política gubernamental en los EE.UU. y el mundo.

Existen muchos grupos en los EE.UU. que están tratando de defender lo que queda de nuestra democracia y/o intentando construir una democracia mejor y más igualitaria. Pero, en su mayor parte, son grupos y organizaciones pequeñas y carecen de los fondos necesarios.

La Fundación Internacional para la Democracia (FID) quiere dar la oportunidad a todas las personas del mundo de participar en esta lucha, a través de una donación (no importa cuán pequeña sea). Luego, la FID la distribuirá a estos grupos y organizaciones. Todo el dinero recibido se redistribuirá. Únicamente, se utilizará un pequeño monto para los gastos operativos. Ninguno de los miembros del Consejo Directivo de la FID cobra honorarios. Por extraño que parezca, con esta muestra de solidaridad las personas de todo el mundo puedan ayudarse ellos mismos ayudándonos a nosotros. Después de todo, tal vez esto no parezca tan extraño.

Contribuyentes potenciales: es importante aclarar que no daremos dinero a ningún partido político y que no aceptaremos dinero de ninguna organización que utilice formas de activismo político violento, así como tampoco aceptaremos dinero de ningún gobierno extranjero.

A los lectores norteamericanos, que no necesitan nuestro consejo para donar dinero a sus organizaciones progresistas preferidas, únicamente les pedimos que continúen haciéndolo (OK, tal vez les pidamos que lo hagan un poquito más); pero sí les pedimos, por favor, que hagan circular este llamado a sus amigos y conocidos, especialmente en el extranjero (si quisieran apoyar esta iniciativa realizando alguna donación, por supuesto, no la rechazaremos).

El éxito de nuestro proyecto depende de su divulgación a los millones de personas que hay en el mundo. En consecuencia, si usted aprueba lo que estamos haciendo y cree que puede ser importante, le pedimos por favor que envíe este llamado (junto con el link a nuestra página web) a todas las personas que tenga en sus listados de correo electrónicos así como a todos los blogs que visita y a las listas de discusión a las que pertenece, especialmente fuera de los EE.UU. Además, por favor, no escatime sus contactos con los medios de comunicación. Por ejemplo, la organización Move On llegó a un público de entre diez y veinte millones de norteamericanos por este medio, apoyando a Howard Dean durante la elección presidencial del año 2004. Sin embargo, nuestro intento puede llegar a ser el primero en extender esta estrategia al mundo entero.

Definitivamente, este es el primer intento de utilizar Internet para involucrar al mundo entero en la urgentemente necesaria democratización de los Estados Unidos. La extremadamente seria naturaleza del problema, así como la magnitud «planetaria» del mismo es la que justifica una acción de esta envergadura. Internet es la nueva tecnología que lo hace posible. Sin embargo, se necesita un poco de ayuda para llevarlo a cabo.