Estos días celebra su 60º aniversario el Instituto de Termotecnia de Moscú, uno de los mayores centros científicos del país donde se desarrollan los novísimos sistemas de misiles estratégicos: el RT-2PM2 "Topol-M" (SS-27, según la clasificación occidental) de lanzamiento terrestre –desde silos y plataformas móviles–, y el R-30 "Bulava-30" (SS-NX-30) destinado para los submarinos nucleares de la nueva generación.

Fundado mediante decreto del Gobierno soviético del 13 de mayo de 1946 como Instituto científico de proyectiles de pólvora, el Instituto de Termotecnia de Moscú ha hecho un largo y dramático camino histórico.

En sus laboratorios fueron diseñados más de 70 modelos de armamento y material bélico, cuyos rasgos característicos siempre han sido los motores cohete de propulsante sólido que hasta hoy no tienen equivalentes en el mundo. Vale mencionar los 12 misiles con ojivas nucleares –como el "Temp-S", el "Pioner" o el "Topol" lanzado desde la superficie– y el "Topol-M", un misil universal estacionado en silos y plataformas móviles. Recordemos también los 29 modelos de misiles para el Ejército de Tierra, entre los cuales destaca el sistema táctico "Luna-M" con el que están dotadas hoy las Fuerzas Armadas de Rusia y los ejércitos de varios países extranjeros. Mencionemos los misiles para la Marina de Guerra, especialmente los sistemas antibuque "Vijr", "Liveñ" y "Medvedka" (último desarrollo) y los misiles para la Fuerza Aérea, el sistema AS-71. Tampoco fueron olvidadas las Tropas Espaciales, las Tropas de Ingenieros Militares y las unidades del Ministerio de Situaciones de Emergencia. Por su ingente labor, que había contribuido a la capacidad defensiva del país, el Instituto de Termotecnia de Moscú fue condecorado en dos ocasiones con la Orden de Lenin –máxima distinción en la URSS–, y su director, Alexander Nadiradze, mereció dos veces el título de "Héroe del Trabajo Socialista".

Uno de los momentos más dramáticos en la historia del Instituto fue el concurso para el desarrollo del primer sistema misilístico táctico-operativo de lanzamiento terrestre, a principios de los años sesenta. En la final del concurso compitieron dos sistemas: el "Gnom", creado por Boris Shavyrin y Serguei Nepobedimiy de la oficina de diseños de Kolomna, y el "Temp", desarrollado por Alexander Nadiradze del Instituto de Termotecnia de Moscú. Cada uno de los sistemas tenía sus ventajas. Las del "Gnom" eran su propulsor de un paso y la elevada potencia que le permitía portar cabezas de combate de mayor peso. El "Temp", a su vez, se destacaba por su capacidad de tránsito y la baja observabilidad. Según las condiciones del concurso, los vehículos debían poder transitar por caminos vecinales y cruzar puentes que resistían no más de 30 toneladas. El "Gnom" era más pesado y a diferencia del "Temp" se desplazaba sobre orugas –como los carros de combate–, algo que no era conveniente si se trataba de caminos vecinales. Así lo consideraba el entonces ministro de la Industria Militar, Dmitri Ustinov. Las orugas dejaban huellas que se veían desde el espacio cósmico, mientras que las ruedas del "Temp" no tenían esa desventaja.

El sistema "Gnom" fue exhibido durante un desfile en la Plaza Roja y causó sensación entre los diplomáticos occidentales. No obstante, el proyecto fue suspendido.

De esta manera los misiles "Temp" integraron el arsenal defensivo de la Unión Soviética, aunque poco después se necesitó aumentar su alcance y el peso de la cabeza de combate que podían portar. Ello inevitablemente aumentó el peso del propio sistema que pasó a denominarse "Temp-S" y luego "Temp-2S". Muy pronto, la OTAN empezó a desplegar en Europa misiles norteamericanos de alcance medio "Pershing-1" y "Pershing-2". En respuesta, la Unión Soviética decidió crear cohetes similares capaces de portar tres ojivas nucleares en vez de una. Como resultado, las Fuerzas Armadas fueron dotadas con el sistema misilístico "Pioner" desarrollado por el Instituto de Termotecnia de Moscú.

La versión modernizada, "Pioner UTTJ", tenía un alcance de 5.500 kilómetros y batía los blancos con tan alta precisión que ese factor fue una de las causas que aceleró la firma del Tratado entre la URSS y EE UU sobre eliminación de los misiles de corto y medio alcance (misiles que podían alcanzar blancos a distancias de entre 500 y 5.500 kilómetros, o sea, casi todos los que había desarrollado el Instituto). En la Unión Soviética se eliminó 1.752 misiles desplegados y 845 no desplegados, y en Estados Unidos, 859 y 283, respectivamente. De los 650 misiles soviéticos "Pioner, 72 fueron eliminados siendo lanzados al océano. Los lanzamientos se habían efectuado en las afueras de Krasnoyarsk (Siberia) y los testigos afirman que los inspectores norteamericanos habían quedado boquiabiertos cuando vieron cómo salían disparadas una tras otra y sin el menor fallo varias decenas de cohetes soviéticos. Sólo entonces comprendieron que el "escudo soviético de misiles nucleares" no eran palabras hueras. Quizá por esta razón, uno de los cohetes "Pioner" se exhibe hoy como la principal muestra en el Museo Nacional Smithsoniano de Aviación y Espacio de Washington.

La experiencia y los conocimientos acumulados durante el desarrollo del "Pioner" sirvieron para crear el nuevo misil estratégico "Topol", de lanzamiento terrestre. Ese trabajo lo había empezado Alexander Nadiradze, y después de su repentina muerte tras un ataque cardíaco en 1987 –año en que se firmó el Tratado sobre eliminación de los misiles de corto y medio alcance – lo continuó Boris Lagutin. Precisamente el sistema de misiles RT-2PM "Topol" (SS-25 "Hoz", según la clasificación occidental) con un alcance de 10.000 kilómetros fue el primer complejo misilístico móvil en el mundo. Aparte de todo, era capaz de burlar sistemas antiaéreos. Fueron construidas 360 piezas en total que iban instaladas en los camiones pesados MAZ-7912 y MAZ-7917 de siete ejes. En 1986 ese armamento se desplegaba principalmente en la taiga y demás zonas boscosas de Rusia, donde no lo podían detectar los satélites espías ni los aviones de vigilancia AWACS. Ahora, el "Topol" será sustituido por una versión más moderna, el "Topol-M", otro producto del célebre Instituto de Termotecnia de Moscú.

Verdad es que Rusia podría quedar sin misiles de la nueva generación. A principios de los 90 del siglo pasado, cuando se desintegró la Unión Soviética y cesó la cooperación entre los productores de misiles estratégicos con base en tierra (habían quedado en Ucrania y en Kazajstán), el Instituto de Termotecnia de Moscú y su planta de producción en serie situada en Votkinsk fueron en Rusia los únicos capaces de salvar la situación. Tenían para ello casi todo –personal calificado, conocimientos y experiencia– menos el dinero. El nuevo director del Instituto, Yuri Solomonov, había llamado a todas las puertas y fue recibido en el Kremlin, en el Gobierno y en Parlamento. Lo apoyaron sobre todo los militares, quienes anunciaron que los misiles puestos en servicio operacional en Rusia tenían una vida útil reducida y que dentro de poco el país podría verse sin fuerzas de disuasión estratégica.

Nadie discutió ni opuso reparos y los papeles necesarios fueron firmados. No obstante, el dinero se hizo esperar. Como a propósito, empezó la "privatización salvaje" en el sector militar-industrial. Las empresas que producían componentes para los "Topol", de repente comenzaron a elaborar botellas para cerveza y coca-cola. Se necesitaría un artículo aparte para describir las dificultades que han tenido que superar –y siguen superando– el director Solomonov y sus colegas. Pero ya es un hecho consumado que el 24 de diciembre de 1997, en el poblado de Tatischevo en la provincia de Saratov entró en servicio operacional el primer sistema "Topol-M" estacionado en silo. Ahora los hay 5 regimientos de ese tipo dotados con 42 misiles estratégicos (enero de 2006).

Yuri Solomonov ha comunicado que en 2006 entrará en servicio operacional otro regimiento de los "Topol-M", pero ya lanzados desde la superficie. Mientras, el Instituto de Termotecnia de Moscú sigue trabajando en los nuevos "Topol" y en los misiles estratégicos "Bulava-30" para los submarinos atómicos de la nueva generación –proyecto 955, clase "Borei"– que se construyen en los astilleros de Severodvinsk, base logística de la Flota Rusa del Norte.

El presidente Vladimir Putin había hablado recientemente de los misiles que desarrollaba el Instituto de Termotecnia de Moscú y declaró que podían burlar cualquier defensa antiaérea. Se había referido, en particular, a la ovija maniobrable que se desplazaba a velocidad hipersónica y en trayectoria impredecible, y era un arma que protegía eficazmente los intereses del país.

Por último, vale destacar que el Instituto de Termotecnia de Moscú también es célebre por sus productos de uso civil, como por ejemplo, los cohetes "Start" y el complejo aeroespacial "Ishim" destinados para lanzar satélites a la órbita circunterrestre, el monorriel de Moscú, las instalaciones eólicas, los ozonadores de alta capacidad para la depuración de agua potable, y mucho más.

Fuente
RIA Novosti (Rusia)