La estrategia de la Casa Blanca es seguir reforzando la matriz de opinión internacional por la que el proceso que vive Venezuela sea visto como una dictadura antidemocrática, donde su población se mantiene en la miseria y en la que reina la más campante inseguridad ciudadana. Y en lo tocante a Latinoamérica, la imagen de Chávez es presentada como la de un autócrata que se intromete groseramente -petrodólares por medio- en los asuntos internos de los países del área solidificando un “eje del mal” regional. Por cierto que con tan repetidos argumentos, por cansancio se terminan imponiendo esas “verdades”.

Esto no es nada nuevo en la geopolítica imperial; pero vale la pena citar a título de ejemplo uno de los tantos editoriales que por allí circulan. Pero en este caso, no surgido directamente de las entrañas del monstruo sino de un país centroamericano, a través de su diario más prestigioso, cuyo director es justamente directivo de la Sociedad Interamericana de Prensa, y quien reclama a voz en cuello hasta el hartazgo por la supuesta falta de libertad de expresión padecida en el país caribeño.

Sólo para ejemplificar la guerra en la que la Revolución Bolivariana debe moverse, permítasenos presentar un editorial típico de esta batalla mediática (ver más abajo), el que fuera valientemente respondido por el Embajador venezolano en el país donde apareció: Guatemala.

La historia no es nueva. Pero vale la pena dejar plasmado con un interesante ejemplo cómo la llamada “prensa libre” se mueve en esta lucha. Y cómo, también, a través de un acertado servicio exterior, la revolución sabe responder. De saber dar esa batalla -para el presente caso, con el necesario tacto diplomático- dependerá el avance del proceso y su triunfo final.