Quizás provoque asombro saber que solo un año después, el 18 de abril de 1970, fue puesta en funcionamiento una minicomputadora cubana, la CID-201, categorizada como de tercera generación.

Este innegable éxito tecnológico, impensable para la época en no pocos países aun del mundo desarrollado, tenía lugar solo 18 meses después de la aparición de su homóloga norteamericana, la más avanzada del orbe, conocida como PDP.8 L/1 y apenas a un lustro de hacerse público en ese territorio la primera computadora de mesa, en 1965, pues las anteriores era muy voluminosas.

La CID-201 tuvo desde su aparición un amplio empleo en la industria azucarera, entonces considerada la rama más importante de la economía cubana. El presidente Fidel Castro personalmente estuvo al tanto de su utilización y pidió ser informado detalladamente de sus avances.

Queda para los registros de esta historia que en febrero de 1971 se instaló una minicomputadora CID 201-A en el central capitalino Camilo Cienfuegos, con el objetivo de organizar y controlar de la forma más eficaz el tránsito ferroviario para transportar la caña hasta el basculador de la industria.

Los resultados iniciales posibilitaron llevar semanas más tarde una segunda al central avileño Ecuador. Ya en ese momento, según señala el profesor de la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), Tomás López Jiménez, ’Todo el software básico y de aplicación de esas computadoras en ese momento era autóctono, fruto de la idea de haber creado ese grupo, ese centro, dentro de la Universidad...’

Quizás la más importante contribución de aquellos modestos primeros pasos fue la temprana toma de conciencia entre las instituciones estatales vinculadas de un modo u otro al desarrollo de las ciencias, acerca del papel futuro asignado a la computación y la electrónica.

En 1972, en un acto celebrado en el Instituto Central de Investigaciones Digitales, el propio líder de la Revolución vislumbró el porvenir en este terreno.

’He venido aquí -dijo- después de ver aquella computadora -se refiere a la francesa instalada en el actual Ministerio de Economía y Planificación- adonde casi no se puede entrar, donde el pueblo no tiene acceso, para solicitarles que hagan muchas computadoras para que el pueblo, los estudiantes puedan tener acceso a ellas, estudiándolas, aprender la computación.’

Desde entonces no se ha dejado de trabajar y a pesar de las enormes limitaciones económicas y los obstáculos impuestos por el bloqueo económico norteamericano, entre los que destacan los relacionados con la transferencia de tecnologías, Cuba puede mostrar no pocos adelantos, tanto en la creación de la infraestructura como en la formación de profesionales de la informática y la electrónica.

Cuatro elementos son suficientes para avalar lo anterior. En la mayor de las Antillas, desde el curso 2003-2004, la computación forma parte de los programas docentes de todos los centros educacionales, desde el nivel pre escolar hasta el universitario.

En los 169 municipios del país han sido construidos y funcionan 600 clubes de computación y electrónica, 200 de los cuales ya cuentan con conexión a Internet, y de los que han egresado hasta la fecha más de 750 mil ciudadanos, fundamentalmente jóvenes, que accedieron a este servicio de manera absolutamente gratuita.

En julio próximo concluirá el segundo año de los 26 Institutos Tecnológicos de Informática y Electrónica, abiertos en todas provincias y con una matrícula de 40 mil estudiantes, que egresarán de sus aulas como bachilleres-técnicos en programación.

Colofón de este colosal esfuerzo es la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), dotada de la más moderna base material de estudios, en la que se preparan como ingenieros ocho mil jóvenes, seleccionados entre los más talentosos bachilleres de toda la nación. La UCI prevé a partir del curso venidero el ingreso anual de dos mil estudiantes. Tal unidad docente constituye, además, un importante y dinamizador elemento de todo el proceso docente del sistema educacional cubano y de otros programas de investigación social en marcha.

La informatización de la sociedad en la Isla deviene prioridad de la dirección del Partido y el Estado, tarea en la que están comprometidos en mayor o menor medida, todos los organismos de la administración central.

Este esfuerzo responde al Programa Rector que persigue promover el uso masivo de la tecnología de la información a escala nacional, buscando el desarrollo coherente y una identificación de los actores de la sociedad de la información justa, equitativa y solidaria.

Con tales elementos resulta fácil pronosticar que se trata de una historia constantemente enriquecida y tan prometedora como puede ser el auge de esta segura ciencia del futuro.

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