Entonces, como todo acontecimiento de gran connotación social, el fútbol tiene sus resortes para existir, entre los más importantes: los medios de comunicación. Y dentro de los medios, los periodistas-comunicadores sociales. Sería redundante ahondar en detalles acerca del medular papel que cumplen los medios de comunicación en este mundo globalizado. Sostener este orden impuesto -en todos los planos de la vida- requiere, entre otras cosas, medios con los mejores y más adelantados avances tecnológicos que garanticen el espectáculo mediático, la superabundancia informativa y la ganancia económica. A cualquier precio. Siempre.

Nos encontramos en vísperas de un nuevo campeonato mundial de fútbol, y con todo lo planteado anteriormente sobre los medios de comunicación, la pregunta es ineludible: ¿cuál es el papel de los trabajadores de prensa ante un mundial?

Si en otros terrenos, los periodistas deben elegir entre decir las mentiras que matan o gritar las verdades que dan luz, en el fútbol, los periodistas debemos elegir: o defendemos el juego de muchos o custodiamos el negocio de pocos.

Ante esta encrucijada, la ética de vida prevalece. Como siempre, ante cualquier situación, y antes de las éticas de las profesiones. Como decía el periodista Ricardo Masetti: “No se puede ser objetivo entre el bien y el mal”. Y en el fútbol, sabemos quien es el bien y quien el mal.

En este marco, los periodistas debemos proveernos de las más avanzadas tecnologías para brindar la información al servicio de la esencia del juego.

El debate queda abierto. Los periodistas-comunicadores sociales, inmersos en un tiempo que no acepta neutrales, deberán elegir una determinada ética periodística para desarrollar su tarea: la que defiende -sin perder nunca el profesionalismo- la esencia de fútbol-juego, o la otra, la que aboga por el fútbol-negocio. Entre la ética que da pases cortos y juega en equipo, o la que le pega de punta y la manda a la tribuna.

# Revista del Observatorio de Medios - UTPBA Junio/Julio (Argentina)