Este anciano, increíblemente sigue como siempre: guapo como una estrella de cine; inclusive se le forma un hoyuelo en la mejilla derecha cuando sonríe o (frecuentemente), cuando hace una mueca desdeñosa ante la podredumbre del mundo. Eso sólo parece incrementar su glamour.

Su voz de barítono aún es robusta y musical. Gore Vidal no engorda ni se apelmaza, ni siquiera su piel se arruga a esta edad. Al contrario, parece adquirir la calidad del granito, como si en vida buscara ocupar el lugar que le corresponde en el Monte Rushmore.

Me encuentro con él en la Casa della Letteratura, afuera del Corso Vittorio Emanuelle, en el centro de Roma, donde ha pasado la mayor parte de la mañana. Está en la capital italiana para el famoso festival de literatura de esta ciudad, que se realiza en la semiruina de la Basílica de Massenzio, del siglo IV antes de Cristo, ubicada a un lado del Coliseo.

El programa decía que daría una conferencia de prensa, pero ésta se convirtió en una serie de entrevistas, lo que demuestra un sagaz conocimiento de lo que los periodistas quieren de él. Se ha estacionado con su silla de ruedas junto a un escritorio; luce inmensamente pulcro con su traje color arena y una corbata a juego.

Como todos saben, Vidal vivió mucho tiempo en Italia, pero hace dos años, cuando perdió a su pareja de mucho tiempo, Howard Austen, y su capacidad de caminar, regresó a vivir al sur de California. Le pregunté si ve las cosas diferentes en su patria, ahora que ya no vive en el extranjero.

’Nunca fui un expatriado’, responde. ’Nunca nadie me consideró expatriado con excepción de la extrema derecha. Tenía una casa en el sur de Italia y otra en el sur de California, pero para los círculos de la extrema derecha eso es suficiente para ser considerado apátrida. Estados Unidos siempre ha sido el tema del cual escribo’.

¿Qué se siente, entonces, vivir en Estados Unidos de tiempo completo?

Si a uno le importa Estados Unidos, es horrible. Pero si uno sólo se dedica a hacer dinero, ni se preocupa’, responde.

’A Benjamin Franklin le mostraron la nueva Constitución de Estados Unidos y dijo: «No me gusta pero votaré por ella porque la necesitamos en este momento. Pero esta Constitución va a fracasar, como ocurre siempre con estos intentos. Y va a fracasar por la corrupción de la gente, en general». Lo que ocurre ahora es exactamente lo que Franklin predijo’.

Así, llegamos muy pronto al mensaje medular de Vidal.

Como él mismo señala, ha vivido tres cuartas partes del siglo XX y un tercio de la historia de Estados Unidos, y al escucharlo uno efectivamente siente la permanencia de la historia, como sucede con muy pocos de sus compatriotas.

Cuando era pequeño, fue acompañante de su abuelo ciego, Thomas Gore, un prominente senador demócrata; más tarde, jugaba backgammon con John F. Kennedy, con quien estaba emparentado; fue amigo y guionista de Fellini, y se le consideró pionero valiente cuando puso la homosexualidad en el centro de su obra de ficción...

Bush

Aún ahora, a los 80 años y confinado en su silla de ruedas, se niega a renunciar a su lugar en el centro del escenario. Sigue siendo el más tenaz, erudito y despreciativo enemigo de la administración Bush. Nadie ha argumentado contra los neoconservadores con mayor pasión o precisión que él.

Le pregunté por qué es horrible vivir en Estados Unidos.

’Se nos ha privado de nuestro derecho al voto. La elección fue robada tanto en 2000 como en 2004 debido a que la maquinaria electrónica electoral es fácilmente manipulable. Llevamos dos elecciones ilegítimas seguidas...’

’El pequeño Bush dice que estamos en guerra pero no es así porque para que haya guerra el Congreso tiene que votarla. Dice que libramos una guerra contra el terror, pero eso es una metáfora, aunque dudo que él sepa lo que significa «metáfora». Es como combatir la caspa; algo que no tiene fin ni sentido.

Vivimos en una dictadura totalmente militarizada; todos somos espiados por el mismo gobierno. Las tres ramas del gobierno están en manos de esta junta militar’.

’Cualquier cosa que usted sea’, continúa, ’ellos dicen que usted es exactamente lo contrario. Los hombres detrás de la guerra en Irak son cobardes que no pelearon en Vietnam, pero gastaron millones de dólares para probar que John Kerry, quien fue un genuino héroe de guerra independientemente de sus políticas, era un cobarde.’

«Estúpidos, los medios actuales»

’Esto es lo que ocurre cuando se tiene control de los medios, y yo jamás había visto medios más despiadados, estúpidos y corruptos que los actuales’.

Italia, Roma, Fellini...

Gore Vidal fue llamado de nuevo a Italia por Maria Ida Gaeta, directora del Festival de Massenzio, que tiene un talento genial para atraer a los grandes nombres. Vidal le contó alguna vez que la semi ruina de la Basílica de Massenzio fue el primer lugar que él vio de Roma en su primera visita a la ciudad, cuando tenía 12 años. Este retorno podría parecer de carácter sentimental, salvo que Vidal no es nada afecto a los sentimentalismos.

Le pregunté si hay algo que extrañe de Italia desde que se mudó en forma permanente a California, hace dos años. ’Es sólo un lugar’, dice y la hendidura desdeñosa aparece en su mejilla. ’No soy sentimental cuando se trata de lugares’.

Vamos, señor Vidal, cuénteme otra cosa. La mayor parte del año, de los 40 años que vivió con Howard Austen en una casa llamada La Rondinaia, o el Nido de Golondrina, podían verse nítidamente las empinadas cañadas infinitas bajando hasta el brumoso Mar Tirreno, así como la rocosa y serpentina curva de la famosa y bella costa del sur de Nápoles. Es el tipo de lugar que se traduce en el paraíso para cualquiera que alguna vez haya deseado librarse de la lluvia y el esmog.

La vida de Vidal en La Rondinaia fue la larga culminación de su periodo italiano iniciado en 1959 cuando el director de Hollywood, William Wyler, lo contrató, junto con el dramaturgo británico Christopher Fry, para hacer el guión de la película Ben Hur. Se mudó a Roma para esa tarea.

’Sobre el mismo corredor en que estaba mi oficina’, recuerda en un extracto de un nuevo e inédito volumen de memorias que leyó para el público de Massenzio, Federico Fellini preparaba lo que se convertiría en La Dolce Vita. Le fascinaban nuestras enormes producciones de Hollywood. Al poco tiempo me llamaba Gorino (pequeño Gore), y yo le decía Fred.

’Ni Willy Wyler ni Sam (Zimbalist, el productor de Ben Hur), quisieron conocer a Fellini porque ambos sabían del mal hábito italiano de apropiarse de los costosos sets de las películas estadounidenses ya terminadas y usarlos para sus filmes. Creo que eso fue lo que pasó con Quo Vadis. Para evitar que se robaran los sets de Ben Hur, guardias seguían custodiándolos después de que cerró la producción. Pero antes de eso, a escondidas llevé a Fred al escenario del Jerusalén del siglo I. Estaba extasiado...’.

Vidal apareció interpretándose a sí mismo en la película ’Roma’, de Fellini, y también escribió para él un guión sobre la vida de Casanova, que fue filmado posteriormente. Él y Austen vivieron primero en Roma y luego se mudaron al enorme Nido de Golondrina construido por la hija de Lord Grim Thorpe, abogado y político británico del siglo XIX, propietario de la mansión más pomposa del lugar, la Villa Cmbrone, que está a unos pasos de la casa que ocupó Vidal.

Casas y amigos

’Siempre acabo en casas grandes por tener tantos libros’, dice Vidal. ’Si no tuviera 8 mil volúmenes, estaría en algún departamento de una habitación’.

’A pesar de su área de terracería’, escribió un visitante poco antes de que Vidal se mudara, ’La Rondinaia parece más terreno que propiedad, se yergue abruptamente en la parte más angosta de la propiedad y se reduce hasta convertirse en un acantilado. La casa es aérea; está más ligada con el cielo que con la tierra. Esta rara mansión europea prácticamente no cuenta con una fachada que anuncie el elevado estatus de quien la ocupa’.

Ningún artículo sobre Vidal está completo sin citar a su constelación de amistades, y es verdad que el Nido de Golondrina recibió a muchos amigos vistosos en los 30 años que estuvo en manos de Vidal y Austen. Estos incluyen a Rudolf Nureyev, Lauren Bacall, Paul Newman, la princesa Margaret, Tennessee Williams, entre muchos otros. Pero más que un ambiente selecto, una vieja amiga vio soledad -una soledad muy productiva- en ese bastión italiano.

’Gore vive trabajando, pero la puerta a su enorme estudio siempre está abierta’, dice Barbara Epstein, editora del New York Reveiw of Books, al recordar sus visitas. ’Por la noche, después de una maravillosa cena rebosante de pasta en un pequeño pero hermoso comedor -porque Howard era un magnífico cocinero- se escuchaba música en el salón y se tomaba un poco del excelente vino local. Todo era muy relajado y acogedor’.

’Es un anfitrión fabuloso porque le encanta tener compañía. El realmente trabaja en su casa, y lo hace muy duro en el invierno. Me imagino que añora la compañía porque actúa como esperando el momento en que llegaras para convivir contigo...’.

El estadounidense

Sí, trabajaba en Italia, pero como él me dijo, Estados Unidos siempre estuvo en sus pensamientos.

Fue introducido a la política desde muy pequeño, gracias al abuelo senador que se obsesionó con la Constitución de Estados Unidos. Este país y sus males son un tema que jamás lo ha dejado en paz. Uno sospecha que, independientemente del clima, la comida y el paisaje, el principal mérito de Italia fue ayudarlo a mantener distancia de su patria y sus problemas.

Vidal cuenta que Fellini le explicó que eligió a Gorino para interpretarse a sí mismo en Roma, "porque es típico de cierto personaje anglo que viene a Roma y se vuelve nativo’. Pero Vidal dice que esto es absurdo. ’Nunca aprendí italiano, mucho menos el dialecto de Roma, y pasaba los días en la biblioteca investigando el siglo IV después de Cristo, así que me volví lo menos «nativo» que pude’.

«No soy sentimental cuando se trata de lugares»

’No soy sentimental cuando se trata de lugares’, dice Vidal, pero parece posible que detrás de esa aura de granito y juicios fríos y bellamente construidos, existan sentimientos demasiado dolorosos para ser mostrados.

’Me vuelvo nostálgico cuando leo dónde que en 1992 yo estaba en mi estudio, en Ravello’, dice a su público en Roma cuando cita un pasaje de Palimpsest, un volumen anterior de memorias: ’Un cubo blanco con techo de bóveda y una ventana a mi izquierda con vista hacia el golfo de Salerno, en dirección a Paestro. En ese momento, un mar gris metálico había creado una bruma blanca capaz de hacer palidecer al sol más hostil’.

’Cuando cito estas líneas, me obligo a volver a ese entonces, cuando Howard todavía vivía y nuestro mundo aún no había sido despedazado’.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

Entrevista publicada en español por el Diario La Jornada de México.