Luis Carlos Ugalde presidente del IFE (Instituto Federal Electoral)

Casi 31 horas después de haber iniciado las sesiones en los consejos distritales, al filo de las 15:04, la pantalla gigante de la macrosala de prensa registraba el último ajuste a las cifras del cómputo presidencial.

El resultado oficial: el panista Felipe Calderón ganó la elección con 15 millones 284 votos, equivalentes a 35.89 por ciento, frente a 14 millones 756 mil 350 (35.31) de Andrés Manuel López Obrador, de la coalición Por el Bien de Todos, es decir, una diferencia de 0.58 por ciento, que en términos absolutos fueron 243 mil 934 sufragios.

En tanto, el aspirante de la Alianza por México, Roberto Madrazo, alcanzó 9 millones 301 mil 441 votos, 22.26 por ciento del total; Alternativa Socialdemócrata y Campesina obtuvo el registro como partido político y su candidata, Patricia Mercado, alcanzó un millón 128 mil 850 sufragios, 2.7 por ciento, por arriba del 2 por ciento requerido por ley. Por su parte, Roberto Campa, de Nueva Alianza, registró 401 mil 804 votos, que equivalen a 0.96 por ciento.

Fórmula rebuscada

Hacia las 6 de la tarde, se reanudó la sesión para escuchar el informe final del cómputo que corroboraba los porcentajes del informe final; acto seguido, el consejero presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, encontró una fórmula para declarar ganador a Calderón, algo que compete al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación una vez revisados los recursos de impugnación:

’’El candidato que obtuvo el mayor porcentaje de la votación presidencial es Felipe Calderón, del PAN. La regla de oro de la democracia establece que gana el candidato que tenga más votos.’’ Ugalde concluía así un discurso reivindicador del desempeño del organismo a lo largo del proceso.

La única voz discordante fue la del representante de la coalición Por el Bien de Todos, Horacio Duarte, quien reprochó al consejero presidente haber postergado la reanudación de esta sesión la noche del miércoles, ’’para no presentar un informe con cierta tendencia (la ventaja que llevaba AMLO), en una actitud que buscó beneficiar, en términos del manejo de la opinión pública, al candidato del PAN’’.

Insistió en lo que consideró fue una manipulación del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), ’’cuando observamos que el domingo en todo momento siempre mantuvo a un candidato presidencial, alrededor de un punto en promedio arriba, y el día del cómputo (distrital) vimos que el abanderado de nuestra coalición siempre estuvo adelante, hasta que cambió la tendencia con 97.5 por ciento de actas computadas’’.

En el ocaso de la participación del IFE en la elección presidencial, el cierre de filas de algunas fuerzas políticas en torno a los consejeros se hizo evidente. El panista Germán Martínez aceptó ’’con humildad’’ el llamado de las urnas, prodigó halagos al PREP y aseveró que el resultado habla de un país dividido, lo cual se ’’puede usar para sembrar encono, odio y resentimiento. Nosotros tendemos la mano a PRD, PRI, Nueva Alianza y Alternativa para construir un camino de concordia’’.

Así es el PRI...

El priísta Felipe Solís Acero dijo asumir el resultado en sus términos, porque ’’así es el PRI: cuando gana reivindica sus triunfos y cuando pierde no regatea victorias ajenas’’. Sin embargo, ’’el partido no extiende certificados de reconocimiento ni de desconocimiento a los números de los demás; que los procesos sigan la ruta que les corresponde; no regatearemos en los tribunales lo que no ganamos en las urnas’’.

Así concluyó la participación del IFE en lo que compete a la elección presidencial -como será el próximo domingo en cuanto a los comicios para el Congreso-, la que culminó con la posición de PRD-PT-Convergencia de denunciar las irregularidades ante el Tribunal Electoral, el que, recordó Duarte, es el único que puede declarar ganador, ’’aunque aquí Ugalde se quisiera anticipar’’.

Habían concluido casi 36 horas de procesar las actas de la elección presidencial. Muy temprano, cuando las oficinas del IFE apenas comenzaban a reactivarse tras una jornada exasperantemente larga y alistarse para el tramo final del cómputo, la realidad política ya era otra. Calderón había ya proclamado su triunfo y pronunciado un discurso de presidente electo, y López Obrador había anunciado que impugnaría el proceso.

Hacia las 4:07 de la mañana la suerte de la elección estaba echada. Fue el punto de quiebre cuando Calderón asumió la delantera de manera irreversible. Era una madrugada interminable que no impidió un seguimiento puntual de los acontecimientos por los consorcios televisivos, que no dejaron de transmitir hasta empalmarse con sus noticiarios matutinos.

De acuerdo con los resultados definitivos, la participación ciudadana se ubicó en 58.55 por ciento, como media nacional. En la elección presidencial de 1994 el nivel de participación del electorado fue de 78 por ciento, mientras que en 2000 la intervención llegó a 64 por ciento.

En las elecciones del domingo pasado hubo entidades que superaron sustancialmente ese porcentaje: en Tabasco fue de 68.22 por ciento, en el Distrito Federal 68.05 y en Yucatán 66.95 por ciento. En contrapartida, Guerrero fue el estado con mayor abstencionismo, con 46.47 por ciento, y Baja California volvió a distinguirse por la ausencia de votantes, pues sólo acudió a las urnas 46.97 por ciento.

Congruente con los porcentajes de votación, el territorio quedó virtualmente dividido entre el Partido Acción Nacional y la coalición Por el Bien de Todos. El norte para el panismo, aunque sin Zacatecas, Baja California Sur y una parte de Coahuila; el sur para la coalición, con excepción de Yucatán y Puebla.

El PAN y el PRD obtuvieron importantes ventajas en las entidades que gobiernan. Aunque la coalición Por el Bien de Todos ganó en Zacatecas, donde gobierna Amalia García, la ventaja obtenida fue mínima: 35.62 por ciento, contra 31.95 del PAN, es decir, una diferencia de votos menor a 20 mil. Asimismo, Michoacán, gobernado por Lázaro Cárdenas Batel, representó un triunfo estrecho de la coalición con 41.17 contra 34.49 del blanquiazul, que en términos absolutos representaron 100 mil votos. En Baja California Sur, con una ventaja menor a 9 puntos porcentuales, López Obrador apenas rebasó con 15 mil votos a Calderón Hinojosa.

El DF, amarillo

A diferencia de estas entidades, el Distrito Federal fue el que más ventaja le dio al perredista, pues le reportó un millón 487 mil 638 votos más que Calderón; en Guerrero, López Obrador obtuvo 510 mil 217 sufragios, frente a 160 mil 253 de su adversario panista, más de 3 a 1, proporción que se repitió en Oaxaca con 620 mil 62 contra 226 mil 304.

La entidad que proporcionalmente reportó más ventaja para algún candidato fue Tabasco, que por añadidura tuvo el más elevado porcentaje de participación. En esa entidad, de donde es oriundo López Obrador, éste alcanzó 512 mil 743 votos, contra 31 mil 975 de Calderón, más de 15 a 1.

Las diferencias alcanzadas por López Obrador sobre Calderón en estas tres últimas entidades no compensaron, según los cómputos oficiales, las ventajas obtenidas por el panista en tierras bajo el gobierno blanquiazul: 4 a 1 en Guanajuato y 3 a 1 en Jalisco, además de otros estados del norte, como Chihuahua o Nuevo León.

Fuente
La Jornada (México)