En la novela, dos veces llevada al cine (1955 y 1999), el jefe de la insurrección zoológica que derrocó al dipsómano señor Jones, encargado de la granja Manor, era un cerdo llamado Napoleón.

En la desigual granja global del tercer milenio, los que “son más iguales que otros” están haciendo escuchar sus voces de enojo: ¿cómo se atreve Corea del Norte a efectuar prácticas con alrededor de diez misiles tipo Scud? Algunos de ellos son del tipo que puede recorrer mil kilómetros y detonar en Alaska o Japón en diez minutos. Otros, tienen capacidad de llegar a Washington. Y, además, ¿por qué este país asiático, integrante del “eje del mal”, elige como día de lanzamiento justamente el 4 de julio, cuando se conmemora la independencia de Estados Unidos?

La palabra es “provocación”. Lo dijo el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Steve Hadley: la decisión del régimen norcoreano no supone una “amenaza” pero sí una “provocación”.

Lo repitió Japón, que anunció sanciones económicas contra el régimen del dictador Kim Jong-il, en el poder desde 1994. Se sumó al estridente coro de protestas el Consejo de Seguridad de la ONU, que desaprobó las pruebas balísticas. Lo mismo hicieron Rusia y China. Y la Unión Europea informó que “condena fuertemente los provocativos lanzamientos de misiles”.

Estas son las buenas noticias. El propietario de la granja ubicada en el Nº 1600 de la avenida Pennsylvania, en Washington DC, tiene quienes lo respalden. El no terminará desplazado como el alcohólico mister Jones.

Pero la mala noticia es que la República Democrática Popular de Corea posee más de 800 proyectiles de largo alcance. Y, además, Kim Jong-il, a quien la prensa occidental califica como “el Stalin de Asia”, ha replicado que su país tiene el derecho soberano de efectuar pruebas misilísticas.

El hombrecito de aspecto pop-bizarro y baja estatura -que se alborota el pelo con secador eléctrico y usa zapatos con plataforma de varios centímetros para parecer más alto- se apoya en un ejército de más de un millón de hombres, varias fábricas de armamentos, una poderosa artillería, armas químicas y, según datos de la inteligencia militar estadounidense, bombas nucleares. Estos artefactos, aunque son tecnológicamente viejos, tienen una potencia equivalente a 200 toneladas de TNT: pueden exterminar a 200 mil japoneses, provocar daños graves a Corea del Sur y causar insoportables bajas a las tropas norteamericanas establecidas en el país vecino. Con un 22.9 por ciento del presupuesto nacional, las Fuerzas Armadas norcoreanas son unas de las más poderosas de Asia.

El exótico y mitómano Kim Jong-il es comandante supremo del ejército, presidente de la Comisión de Defensa Nacional y jefe del Comité Militar del Partido de los Trabajadores de Corea. Aunque jamás dirigió una batalla, se considera la versión oriental de Napoleón. Así se llama el cerdo supremo de Rebelión en la Granja, el que decretó que “todos los animales son iguales, pero unos son más iguales que otros”.

¿Por quién tomar partido? Por nadie, desde luego. Esta granja global, con sus administradores en primer plano, es una auténtica porqueriza que apesta hacia los cuatro puntos cardinales.

Fuente
Bambu Press