El contundente triunfo del Presidente y el hecho de que éste se haya producido en la primera vuelta con un 62% de la votación, frente al 21% de su inmediato seguidor el candidato del Polo Democrático Alternativo Carlos Gaviria, permiten a Álvaro Uribe tener uno de los mayores márgenes de gobernabilidad con los que haya contado un presidente en la historia reciente el país. Esto resulta más significativo aún en el contexto novedoso de estas elecciones, debido a la posibilidad de reelección presidencial inmediata; lo que a la postre sucedió ya que cuatro años en ejercicio del poder no representaron un desgaste en la imagen favorable del Presidente, sino que por el contrario se tradujeron en su fortalecimiento político y electoral, obteniendo 25% más de votos que en el 2002.

Cabe señalar que tanto las elecciones parlamentarias del 12 de marzo como las elecciones presidenciales del pasado 28 de de mayo favorecieron ampliamente al presidente Uribe y a los partidos políticos que lo apoyaron. Éstos lograron holgadas mayorías en el Congreso, lo que permite asegurar para el segundo mandato del Presidente un elemento central de la gobernabilidad: consensos y acuerdos entre el Ejecutivo y el Legislativo en temas cruciales como la política de Seguridad Democrática, el diálogo con las autodefensas y las reformas económicas y sociales (ver mapa 1).

Otros dos fenómenos que marcaron el proceso electoral del 2006, fueron: el extraordinario ascenso de la izquierda, cuya votación creció en un 236% entre el 2002 y el 2006 (ver mapa 2) ; y de otro lado, el descenso o derrota del Partido Liberal cuyo caudal electoral disminuyó en un 60% entre el 2002 y el 2006, lo que resulta mas dramático si se tiene en cuenta que éste es históricamente el partido mayoritario en Colombia (ver mapa 3).

El triunfo del 2002

En el 2002 Álvaro Uribe obtuvo el 54% de la votación con 5.862.655 votos - y al igual que hoy, cuatro años después, ganó en primera vuelta. Sin embargo la distribución departamental de esta votación sugiere algunos elementos regionales y locales que vale la pena considerar.

En efecto el presidente Uribe ganó en 20 departamentos y en 14 de ellos obtuvo más del 50% de los votos (ver mapa 4).

Las mayorías uribistas fueron contundentes en Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío y Meta, donde obtuvo entre el 61% y el 70% de la votación. Este hecho pude explicarse por varios elementos: en primer lugar, en Antioquia y el Eje Cafetero, por el origen paisa del Presidente, ya que factores regionalistas no son descartables un unas elecciones; pero sin duda fue definitivo para esta votación su exitosa gestión como gobernador entre 1997 y el 2000.

El triunfo en Meta, donde obtuvo el 64% de la votación, se explica ya que este departamento fue el epicentro del fracasado proceso de negociación con las FARC entre 1998 y el 2002. No sólo el sentimiento de frustración por no haber logrado la paz es lo que explica el triunfo en dicho departamento -como sí sucedió a nivel nacional-, paradójicamente allí se recrudeció la guerra y la inseguridad se generalizó debido a que el cese de hostilidades en el Caguán y los cuatro municipios despejados produjeron un efecto de traslado al resto del departamento, donde sus pobladores fueron victimas de las acciones guerrilleras y del cerrojo paramilitar sobre la zona.

Uribe Vélez también ganó con amplias mayorías -aunque con menor contundencia que en los departamentos antes mencionados- en Huila, Valle del Cauca, Bogotá, Cundinamarca y Norte de Santander, con una votación de entre el 52% y el 60%. Los resultados mayoritarios en Valle del Cauca, Bogotá y Cundinamarca, seguramente se deben a la ventaja comparativa que representó para Álvaro Uribe presentarse como un candidato disidente del oficialismo liberal, ya que en estas jurisdicciones la fuerza del voto urbano y de opinión tiende a preferir lo “independiente” frente la política tradicional representada en Horacio Serpa. Por su parte, las votaciones obtenidas en Huila y Norte de Santander, se explican por la oferta de seguridad y acción decidida contra la guerrilla en dos departamentos especialmente golpeados por la guerra, sobretodo Huila, que al igual que Meta, también recibió lo efectos colaterales de la zona del despeje.

Fue más estrecho el triunfo uribista en los departamentos de Nariño, Caquetá, Guaviare, Tolima, Boyacá, Arauca, Casanare y Magdalena, donde la votación que obtuvo el Presidente osciló entre el 43% y el 51%. Cabe anotar que de éstos, se hubiese producido segunda vuelta en Boyacá, Caquetá, Casanare, Magdalena y Nariño.

En el 2002 Álvaro Uribe perdió en 14 departamentos: Amazonas, Atlántico, Bolívar, Cauca, Cesar, Chocó, Córdoba, Guainía, La Guajira, San Andrés, Santander, Sucre, Vaupés y Vichada; en su gran mayoría departamentos de la Costa Atlántica y los antiguos “territorios nacionales”, donde existe una tradicional fuerza electoral del Partido Liberal del cual Uribe se presentaba como disidente. Esto datos arrojan dudas o relativizan la afirmación según la cual el Presidente debe su triunfo en el 2002 a aquellas regiones donde el paramilitarismo se había convertido en una fuerza electoral y política, especialmente la Costa Atlántica.

Por el contrario, en la región del Caribe Serpa obtuvo mayorías, con excepción de Magdalena donde Uribe ganó con el 46% frente a un 43% del candidato liberal. Además, en Sucre y Córdoba, departamentos de fuerte dominio paramilitar, Uribe apenas alcanzó el 30% y el 39% de la votación.

En Amazonas, Atlántico, Bolívar, Cauca, Cesar, Córdoba, Guainía, San Andrés y Santander, la votación por el actual Presidente fue baja: osciló entre el 33% y el 43%. Cabe destacar que Cauca y Santander son los dos únicos departamentos de la Región Andina donde Uribe perdió en el 2002. En este último departamento el contendor de entonces -Horacio Serpa- le llevaba ventaja, ya que no sólo existe allí una fuerte tradición liberal sino que además es en esta región donde Serpa tiene su fortín electoral y allí inicio su carrera política. Fue aún más reducida a la votación por Uribe en La Guajira, Sucre, Chocó, Vaupés y Vichada, donde apenas alcanzó entre el 21% y el 32% de la votación.

En síntesis, en triunfo de Uribe en el 2002, hay que buscarlo en el interior del país o en la Región Andina, especialmente en Antioquia, Caldas, Quindío y Risaralda, y en menor medida en Bogotá, Valle y Cundinamarca, los cuales tienen todos un gran peso nacional, es decir que son circunscripciones electorales que de lejos definen el ganador. Es errado buscar el triunfo del uribismo en la región del Caribe o en los departamentos “periféricos”.

La ratificación de sus mayorías en el 2006

Las elecciones del 28 de mayo del 2006, más que un proceso que despertara amplias expectativas sobre el posible ganador, se convirtieron en un acto político de refrendación o ratificación de mandato de Álvaro Uribe. En estas elecciones el Presidente obtuvo 7.363.421 votos, consolidando sus mayorías en 32 de los 34 departamentos y circunscripciones electorales del país. Perdió -incluso con estrecho margen- en La Guajira y Nariño frente al candidato del Polo Democrático Alternativo, Carlos Gaviria.

El presidente Uribe no sólo ratificó, sino que amplió con creces la votación que obtuvo en aquellos departamentos donde ganó holgadamente en el 2002, ubicados en su mayoría en la Región Andina del país (ver mapa 5).

Al Eje Cafetero y Antioquia, se le sumaron en el 2006, Huila y Cundinamarca. Además, reiteró su triunfo en Meta y amplió su control electoral y político al departamento de Casanare, éstos dos ubicados en la región de los Llanos Orientales.

En efecto en Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío, Huila, Cundinamarca, Meta y Casanare, la votación de Uribe osciló entre el 68% y el 82%. En Antioquia el Presidente aumentó su votación en un 18% respecto al 2002, mientras que en Caldas, Quindío y Risaralda aumentó en un 7%, 10% y 5% respectivamente. Resulta significativo el aumento de la votación en Meta, Huila, Casanare y Cundinamarca, con porcentajes del 35%, 56%, 140% y 48% respectivamente.

Estos últimos cuatro departamentos tienen un común denominador: comparten territorios sobre la codillera oriental, precisamente donde las FARC ha desplegado gran parte de su dispositivo militar en el marco de los objetivos estratégicos trazados en sus conferencias VII y VIII. Sin duda, allí el tema de la seguridad, entendida no sólo como seguridad personal y el derecho a la vida, sino en su estrecha relación con la viabilidad del desarrollo regional, permitió que el eje central del gobierno de Uribe, la cuál consiste en recuperar la seguridad mediante la acción militar contra esta guerrilla en sus zonas de mayor influencia, haya tenido un fuerte respaldo que se expresó en las elecciones del pasado 28 de mayo.

En esa misma dirección es evidente el caso de Cundinamarca, donde la fuerza pública ha logrado propinar importantes golpes a las FARC; también, aunque en menor mediada, en Huila, Meta y Casanare, donde los logros de la Seguridad Democrática han permitido neutralizar el accionar de esta guerrilla, percibida por muchos como el principal obstáculo para el funcionamiento “normal” del modelo de desarrollo que agencian las elites regionales en cada uno de estos departamentos.

En el 2006, Uribe ganó por amplio margen -pero en menores proporciones que en los departamentos anteriores- en Cesar, Norte de Santander, Arauca, Boyacá, Vichada, Guaviare, Caquetá y Tolima, donde su votación osciló entre el 61% y el 67% del total de los votos. La comparación con el 2002 arroja resultados interesantes: el ascenso del Presidente fue especialmente importante en Arauca donde la votación subió en un 110%; en Cesar ascendió en un 118%; en Guaviare aumentó en un 113%; y en Vichada aumentó en un 136%. Aumentó en menores proporciones en Boyacá, Tolima y Caquetá con el 43%,38% y 78% respectivamente. En contraste, en Norte de Santander la votación sólo creció en un 14%.

En el rango entre el 55% y el 60% -que sigue siendo considerable- están Vaupés, Valle del Cauca, Córdoba, Bolívar y Magdalena, los cuales en comparación con el 2002 registran el siguiente comportamiento y características: en la mayoría son departamentos de la Región del Caribe que en el 2002, no fueron un caudal importante en la votación uribista, pero que esta vez aumentaron significativamente su apoyo al Presidente. Es así como en Bolívar obtuvo un 63% más de votos, en Córdoba un 55% más y en Magdalena un 20% más. También cabe destacar Vaupés donde la votación uribista creció en un 122%.

Fue menos abrumador el triunfo de Uribe en Guainía, Choco, Santander y Sucre, donde obtuvo entre el 44% y el 55% de la votación. Y menor aún el respaldo en Amazonas, Putumayo, Nariño, Cauca, Atlántico, La Guajira con un rango de 40% a 43% de los votos. En todos estos departamentos, además de Chocó -donde el Presidente ganó con el 49%- se habría producido una segunda vuelta. Comparativamente, si en el 2002 se habría producido una segunda vuelta en 20 departamentos, en el 2006, esta posibilidad se redujo a 7 departamentos.

En síntesis, el Presidente ganó en el 2006 con lo votos de la Región Andina, especialmente con la votación de Antioquia y el Eje Cafetero, donde se mantuvo lo alcanzado en el 2002.

Fue vertiginoso el ascenso en la Costa Caribe, departamentos que registraron aumentos significativos con respecto al 2002 -incluso superiores a tasa de crecimiento nacional que fue del 25%- como los son Cesar con el 118% y Sucre que registró un 93% más. Sin duda el proceso de negociación con los paramilitares y su desmovilización, que ha tenido como contrapartida negativa su consolidación en vida política regional y local del caribe, explican el ascenso del uribismo en esta región. Sin embargo, por contraste, cabe destacar que Atlántico y La Guajira se resisten al embrujo de Uribe, incluso fue en La Guajira, además de Nariño, donde ganó las elecciones el candidato del Polo Democrático.

Uribe obtuvo gran respaldo en aquellos departamentos más beneficiados por la Seguridad Democrática. No sólo se consolidó en Meta, donde ya lo había logrado en el 2002, sino que se sumaron al embrujo Cundinamarca, Casanare y Huila y menor medida Caquetá, Guaviare, Arauca y Vichada. En todos aumentó su votación en porcentajes muy superiores al promedio nacional, estos últimos de tradicional votación liberal donde seguramente el Presidente se benefició ante la debilidad de convocatoria de Horacio Serpa.

En resumen, para el 2006 el triunfo y ascenso en la votación hay que buscarlo nuevamente en la Región Andina, además de los “nuevos” votos conseguidos en la Costa Caribe y en los departamentos que ha recibido los beneficios de la política de seguridad, especialmente los ubicados en la Orinoquía.

Por último, se resisten al embrujo cuatro departamentos ubicados en el sur de país: Amazonas, Putumayo, Nariño y Cauca, donde la tradicional votación liberal y de oposición -salvo Nariño, de mayorías conservadoras- fue canalizada por Carlos Gaviria. Varios factores están detrás de este fenómeno: de un lado la política antinarcóticos del actual gobierno, basada en la erradicación en y en la fumigación, además de un recorte sustancial de los programas de desarrollo alternativo; y en el Cauca, las respuestas represivas del gobierno ante la protesta indígena por tierras y contra el TLC, explican un electorado que se inclina por formulas alternativas al uribismo. También se debe destacar que en dos departamentos del caribe se niegan sucumbir ante uribismo, estos son Atlántico y La Guajira.