México atraviesa por una agonía lenta. Quienes hemos apoyado a Andrés Manuel López Obrador, nos encontramos devastados y ofendidos. Y sólo era obvio: la escena actual, histórica, que le da a Felipe Calderón la nimia ventaja de medio punto porcentual en la elección presidencial, se veía venir desde hace tiempo. Si algo es cierto, es que muchos nos dormimos en nuestros laureles, y no quisimos ver las señales más evidentes.

Empezando por las inesperadas críticas de Cuauhtémoc Cárdenas a López Obrador, donde incluso llegó a expresar un supuesto temor por que éste se perpetuara en el poder, hasta las alarmas que se dieron con mucha anticipación, anunciando un posible fraude cibernético, similar al ocurrido en Estados Unidos. Reformas como la llamada "Ley Televisa", que favorecían ampliamente al candidato derechista en su extensa campaña mediática. Todos estos síntomas eran de lo más preocupantes, pero no se les prestó demasiada atención o no hubo suficiente organización para iniciar una contraofensiva apropiada.

La campaña del miedo, iniciada por calderón, fue todo un éxito. Un gran porcentaje de la población resultó mal informada de una manera sorprendente. Hemos escuchado comentarios tan inverosímiles como que López Obrador va a hacer una guerra contra Estados Unidos, va a meter a otra familia en tu casa, va a quitar las propiedades a los que tengan más de una, es comunista, va a expulsar la inversión extranjera... Nunca terminaríamos de enumerar estos argumentos tan ridículos que repiten una y otra vez.

Los medios favorecieron ,claramente, a Calderón, y el resultado fue una acentuadísima polarización política, social e ideológica. Las cloacas del clasismo mexicano inundaron cada una de las regiones, todo aparece como un conflicto entre norte y sur, entre las clases bajas y las más acomodadas. A quienes apoyamos a López Obrador nos llaman "nacos", mientras que el odio de las clases bajas hacia quienes están encima de ellos es ahora muy exacerbado. En la campaña electoral no existieron los puntos medios y las inclusiones, sólo dos opciones: el bueno y el malo, el rico y el pobre, el tolerante y el violento, el culto y el ignorante.

Dicen que el proceso electoral fue ejemplar, y tanto Televisa como TV Azteca lo han elogiado tanto que hasta llegaron al punto de dar una aprobación completa a un programa meramente estadístico y manipulable como lo es el Programa de Resultados Electorales Preeliminares (PREP).

Sin embargo, la realidad en el conteo de votos y actas narra una historia muy distinta. Estuvimos ayudando a representantes del PRD en el conteo distrital de actas. Esto ocurrió en el distrito 10 de Nuevo León, y notamos que casi la mitad de las actas tienen irregularidades, la mayoría de entre 1 y 3 votos. Curiosamente, la representante del PAN se oponía a la apertura de paquetes donde había errores con esta cantidad de votos, ya que, según dijo, "dos o tres votos no son significativos". Teniendo en cuenta que esta elección se ha de resolver por menos de un punto porcentual, cada voto en las actas marca una diferencia y, después de todo, es impensable regatear con los mismos cimientos de la democracia.

Ahora, esto ocurrió, como ya dijimos, en el distrito 10 de Nuevo León, que es uno de los más tranquilos en toda la república. Si así están las cosas aquí, ¿cómo lo estarán en los lugares más problemáticos, como Oaxaca, Chiapas o el Distrito Federal? Nos da miedo imaginarlo.

Todo esto nos lleva a la eterna pregunta de si puede existir o no la democracia;la realidad es que, al parecer, México nunca ha salido del porfiriato.

En caso de que logren llevar a cabo el fraude electoral, Calderón tendrá el apoyo del 15 o 20% de la población; apoyo que se irá reduciendo conforme trancurra su mandato. Además, nadie le quitará el desprestigio de haber llegado a la presidencia de forma ilegítima.

En estos momentos todo es incierto, incluso para la derecha. Calderón intenta una conciliación con López Obrador; ha asegurado que está dispuesto a otorgarle un puesto en su gabinete. Mientras, López Obrador declara que va a impugnar la elección. No sabemos que es lo que pueda pasar, pero hay una cosa segura; la popularidad y la presencia política de López Obrador no van a disminuir.

Calderón debe estar muy preocupado, difícilmente encontrará la manera de conseguir la aceptación de un pueblo que él mismo contribuyó a dividir. La incertidumbre reina en México, y su futuro sigue en juego. Lo único que podemos hacer es estar atentos.

Fuente
Rebelión.org (España)