George W. Bush

Ya sabíamos que el presidente de Estados Unidos tenía la lengua suelta. Pero no tanto como para pronunciar la palabra M... con tanta naturalidad como la expresara en su conversación con el Primer Ministro británico Tony Blair en el desayuno de despedida que se celebraba en la ciudad rusa de San Petersburgo con motivo de la reunión de los jefes de Estado que integran el llamado Grupo de los 8, las naciones consideradas mas ricas y poderosas del mundo.

Pero de eso no vamos a hablar ni una palabra mas, porque el incidente fatal, protagonizado por el mandatario norteamericano ya ha sido mas que reportado y comentado en toda la prensa mundial. Solo añadiremos que hay que tener mucho cuidado con eso de los «micrófonos abiertos» porque por lo visto, no es solo en los programas de la radio y la televisión de Miami donde se escuchan palabras sucias como la que ganó notoriedad, por venir de quien vino, en la solemne reunión del G-8 de San Petersburgo.

Decimos que Mister Bush “da mas de lo mismo” al referirnos a dos disposiciones dictadas por la Casa Blanca que tienen que ver con la política de Washington con Cuba y hacia los cubanos. La primera fue el caramelo que le regaló al exilio con el anuncio del reparto de 80 millones de dólares para supuestamente acelerar lo que ellos llaman «la transición en Cuba».

La segunda, la que vino después del anuncio del botín de los 80 millones, les debe saber a sal a los que primero se chuparon el caramelo. El cable de prensa vino de la capital norteamericana y dice así:

«WASHINGTON, 17 de julio. El presidente de EE.UU., George W. Bush, ha prorrogado por seis meses, a partir de agosto, la vigencia de una disposición que suspende las demandas judiciales de estadounidenses contra Cuba por propiedades confiscadas en la Isla, contempladas en el capítulo III de la ley Helms-Burton. Bush envió una carta a los comités de Relaciones Exteriores y de Asignaciones Presupuestarias, de ambas cámaras del Congreso -con fecha del domingo y divulgada hoy-, en la que señala que la medida es necesaria para los intereses nacionales de EE.UU. y acelerará la transición de la democracia en Cuba», informó EFE.

La ley Helms-Burton establece en sus capítulos III y IV castigos a empresas extranjeras con negocios en Cuba, permite las demandas contra compañías o personas que usen bienes nacionalizados por el Gobierno cubano a ciudadanos o empresas estadounidenses, y niega el ingreso a EE.UU. de directivos de esas empresas.

Visto el caso y comprobado el hecho no cabe duda de que la primera medida de Bush sobre Cuba, el anuncio azucarado de los 80 millones, así como la segunda disposición del mandatario norteamericano en la que se vuelve a suspender nuevamente el título III de la Ley Helms-Burton, no es otra cosa que mas de lo mismo. A lo que hay que agregar solo un comentario final para decirlo en una sola palabra tomada del léxico presidencial: Tremenda M la política de Bush hacia Cuba. En eso todos estaremos de acuerdo.