“El Tratado determina, por ejemplo, que si Cuba permite el ingreso de trigo uruguayo con arancel aduanero cero, y le impone al de Paraguay un arancel de 10, en adelante todo el Mercosur podrá venderle trigo con arancel cero”, explicó la fuente.

“En sentido inverso –añadió- si a la importación de medicamentos cubanos Brasil le impone un arancel cero pero la Argentina los grava con un arancel 30, en adelante todo el Mercosur deberá suprimir los aranceles para generalizar los valores brasileños”.

La cantidad de productos que entran en juego en total en este convenio equivalen aproximadamente a la mitad de los 11 mil que componen el universo arancelario del nomenclador con el que el Mercosur estableció su unión aduanera.

Algunos serán de aplicación inmediata y automática, pero otros serán de ejecución paulatina e irán sufriendo desgravaciones anuales hasta alcanzar la desregulación total a más tardar en una década.

Los convenios bilaterales de los que se parte para este tratado fueron los negociados entre La Habana y los países del Mercosur en la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), compuesto por todos las naciones suramericanas más México y Cuba.

Esos convenios se llaman Acuerdos de Complementación Económica (ACE) y establecen beneficios arancelarios específicos sobre determinados rubros de la economía en los que ambos firmantes son complementarios y no competitivos.

Desde su ingreso en 1999, Cuba tejió muchos acuerdos por separado que ahora totaliza en un solo convenio con todos los integrantes del Mercosur.