En nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso...

Hermanos, hermanas, amigos,

En este décimo octavo día de la bárbara agresión sionista contra el Líbano, de la bárbara agresión estadounidense-sionista, tengo el deber de dirigirme de nuevo a ustedes para exponer numerosos aspectos del actual enfrentamiento, en lo político, en lo militar así como desde los puntos de vista popular y oficial en el Líbano y en la nación, y finalmente daré respuesta a los combatientes que enviaron la carta que se hizo pública ayer.

Comenzaré por la situación en el terreno puesto que lo que allí sucede constituye el elemento decisivo, de primer plano, sobre la evolución del enfrentamiento, de los hechos políticos nuevos y los intentos de búsqueda de salidas a la crisis. En primer lugar, están las felices consecuencias de la legendaria tenacidad de la Resistencia en el Líbano, del pueblo libanés y de todo el Líbano, de todas sus creencias religiosas, sus regiones, sus organizaciones e instituciones.

Hasta el momento resulta evidente que el enemigo sionista no ha logrado éxitos militares, y no soy yo quien lo dice. Ellos mismos lo dicen, el mundo entero lo dice, los analistas políticos y militares también lo dicen. Cuando hablan de continuar la guerra dicen que el enemigo busca un éxito militar que le permita obtener una solución política. Todo el mundo reconoce hasta el momento que el enemigo no ha logrado ningún éxito militar.

En cuanto a la destrucción de la infraestructura, los asesinatos de civiles, el éxodo de poblaciones y la destrucción de casas, no se trata de acciones militares en el sentido militar del término. Son acciones bárbaras y salvajes. No podemos permitir que el enemigo se aproveche de ellas en el plano político. El enemigo no ha logrado hasta el momento ningún logro militar verdadero. Por el contrario, tiene como saldo una serie de duros fracasos militares, ha recibido terribles golpes en el plano militar.

En ese aspecto y de manera sucinta, el navío de guerra más importante de sus fuerzas marítimas fue destruido. Fue un golpe duro y humillante para sus fuerzas marítimas. En cuanto a sus fuerzas terrestres, la más importante de estas, la unidad Golani, sufrió una dura derrota. Uno de sus oficiales superiores dijo incluso que las fuerzas que fueron destruidas en los límites de ese triángulo de heroísmo, de bravura, de coraje y de dignidad que es el triángulo Marun el-Ras, Bint Jbayl y Aytaroun, eran lo mejor de la unidad Golani, lo cual significa que la élite del ejército israelí fue enteramente destruida, sus hombres fueron muertos o heridos y están afectados sicológicamente.

Ustedes pueden ver en fotos que soldados transportados en camillas yacían bocabajo porque habían recibido heridas en la espalda, lo cual implica que los miembros de esta elite huyeron como ratas en el campo de batalla.

En lo tocante a las fuerzas aéreas, la limitación del movimiento de helicópteros y el apoyo total de los aviones militares, e incluso los ataques, los miles de toneladas [de explosivos], la destrucción de puentes, autopistas, de casas y carreteras, el asesinato de civiles no han logrado que la fuerza aérea israelí sea capaz de impedir el bombardeo contra sus colonias. Por el contrario, el bombardeo entró en la fase «más allá de Haifa». Debido a esos fracasos e incapacidades, el enemigo trata de enmascarar sus bajas. Nosotros no tratamos de esconder nuestras bajas.

Las informaciones que hemos recogido sobre el terreno confirman que sus bajas son más importantes de lo que admite de forma fragmentada. ¿Por qué impone el enemigo, hasta este momento, una censura a los medios de difusión y a todo lo que se dice? Para que su pueblo no lo sepa, para que su pueblo no vea la envergadura de las pérdidas materiales, humanas y morales del enemigo. Hasta los sondeos de opinión que anuncia, como confirman nuestras informaciones desde el interior, están falseados y forman parte de la guerra sicológica. Pero hay realidades que el enemigo no podrá esconder a su pueblo, ni a nuestro pueblo ni al mundo.

Queridos hermanos y queridas hermanas, ¿cuándo, a lo largo del conflicto arabo-israelí, cuándo tuvieron que desplazarse dos millones de israelíes o pasar 18 días o más metidos en refugios? Esa cantidad aumentará con la ampliación de la fase «más allá de Haifa» porque el bombardeo contra Afula y su base militar no es sino el comienzo de esa fase, y muchas otras ciudades de la región central serán blanco de la fase «más allá de Haifa» si continúa la bárbara agresión contra nuestro país, nuestro pueblo y nuestras ciudades.

¿Puede [el enemigo] esconder la envergadura de las importantes pérdidas financieras y económicas que ha sufrido? Dejaré a los especialistas en la materia la tarea de explicar este aspecto. En todo caso, la pérdida más importante es la que tiene que ver con la visión, con la confianza y el estado moral de esa entidad [referencia del orador a Israel. N. del T.] en relación con su dirección y con su «invencible» ejército, con sus sofisticados aparatos de seguridad y la capacidad de estos últimos para enfrentar a un pueblo inferior en número y a un país cuya superficie y posibilidades son restringidas, a una Resistencia que cuenta con medios limitados, tanto desde el punto de vista humano como material, pero firme en cuanto a su determinación y su fe.

Esto nos explica las palabras de Shimon Peres cuando afirmó que se trata de una lucha de vida o muerte para Israel. No quiere decir que la Resistencia libanesa vaya a entrar en Palestina o que vaya a liberar Palestina o borrar la entidad o destruirla sino que comprende que si esta formidable tenacidad libanesa y este coraje alcanzan la victoria significarán el fin de la arrogancia, del desprecio, de la insolencia y del espíritu que sirven de base a la entidad y, por consiguiente, esta no tendrá ya futuro alguno.

Es la historia de la vida y de la muerte en la batalla que actualmente libra Israel. Cuando el pueblo de ese Estado provisional pierde su confianza en su legendario ejército, empieza el fin de esa entidad ya que Israel es un Estado que ha sido fundado para servir a un ejército. Israel no tiene un ejército para servir a un Estado y cuando sienten que ese ejército se ha vuelto incapaz, débil, que se encuentra derrotado y humillado y que ha fallado, se trata ciertamente de una cuestión de vida o muerte.

Hermanos míos, hermanas mías, la única posibilidad que le queda al enemigo de presionar al Líbano, a la Resistencia, al Estado, al pueblo, es incrementar el sufrimiento humano y social, desplazar el máximo de gente, matar a los civiles, seguir destruyendo más casas y la infraestructura. Esperan poder utilizar ese sufrimiento para presionarnos a todos en el plano político, para obtener mediante la política lo que han sido incapaz de lograr por la fuerza militar. Ustedes, el pueblo, pueden hacerlo fracasar en ese empeño con paciencia, con tenacidad y con perseverancia. En ese contexto, Condoleezza Rice viene a la región para tratar de imponer de nuevo sus condiciones al Líbano, al servicio de su proyecto de «nuevo Medio Oriente», y al servicio de Israel.

Tenemos que saber que el israelí está listo y maduro para poner fin a la agresión porque empieza a temer lo desconocido y una agravación de su empantanamiento, pero quien insiste en la continuación de la agresión contra el Líbano es la administración estadounidense. Y hoy más que nunca Israel se ve como un instrumento dócil al servicio del proyecto estadounidense y de las decisiones estadounidenses. Para que el Líbano pueda ganar la batalla necesita una voluntad política, lo cual significa que el Líbano necesita una voluntad política que no es inferior a la de los combatientes que se encuentran en el terreno, ni inferior a la de los miembros de la resistencia, a la de los desplazados y de todos los que son solidarios con ellos, entre todos los libaneses.

El Líbano necesita hoy una voluntad nacional unificadora para que los sacrificios no sean vanos. Queremos garantizar esa voluntad y esa solidaridad, queremos –en este momento– que el gobierno sea poderoso para que asuma sus responsabilidades nacionales a favor del Líbano y de su pueblo. Queremos colaborar con el gobierno y con todas las corrientes y fuerzas políticas para presentar un Líbano unificado y coherente en lo tocante a lo que protege y garantiza sus intereses nacionales y actuamos en ese sentido aunque, ciertamente, el gobierno tiene el deber de actuar a partir de lo que expresan los libaneses, la Resistencia, la unidad, la grandeza, cuando se sobreponen a sus heridas y afirman que están dispuestos al sacrificio.

Todos tenemos que saber que, a pesar de esta destrucción y gracias a nuestra resistencia común, estamos ante una oportunidad histórica para el Líbano de liberar por fin hasta su último pedazo de tierra, de recuperar sus prisioneros, de garantizar su soberanía nacional para que nuestro cielo, nuestro mar, nuestro honor, nuestro ser, no vuelvan a verse en lo adelante bajo la amenaza de las violaciones o de las agresiones sionistas.

A todos los libaneses,

Lo esencial es que estábamos resistiendo para obtener la victoria y, si Dios quiere, saldremos victoriosos, si Dios así lo quiere. Y quisiera comentar lo que he escuchado y leído sobre la victoria desde hace varios días. He leído muchos artículos, he oído varias entrevistas políticas y la interrogante que se plantea es ¿qué pasará si la Resistencia sale victoriosa? Y supe también que ciertas personalidades de ciertas corrientes políticas, y no estoy hablando de las direcciones de esas corrientes, que algunas personas estaban tratando de suscitar temor entre sus militantes de base en cuanto a las consecuencias de la victoria de la Resistencia. Mi respuesta será categórica.

En primera, el Líbano y su pueblo conocen a la Resistencia desde la victoria del año 2000 y saben cómo reaccionó. Seguidamente, yo confirmo desde ahora que la victoria será para todo el Líbano, con todas sus regiones, sus diferentes confesiones, sus corrientes y sus instituciones oficiales y populares. Será en primer lugar, naturalmente, para el Líbano, y la victoria será también una victoria para cada árabe, para cada musulmán, para cada cristiano y cada hombre honesto de este mundo que haya estado en contra de esa agresión y que haya defendido el Líbano mediante la palabra o la acción o su apoyo.

Para los miembros de la Resistencia y sus simpatizantes en particular, la victoria será un poderoso motor para el amor y la concordia entre todos los libaneses y sobre todo para quienes los apoyaron y los ayudaron, tanto en el plano político como en el mediático, para quienes los acogieron y les rindieron honor desde Saida hasta el Monte Líbano, desde el norte hasta el sur, desde Beirut hacia el norte y la Bekaa. Esta victoria será un catalizador para la reconstrucción del Líbano, más bello que antes, de un Líbano bello pero fuerte, de un Líbano bello pero digno. Esta victoria será un catalizador para la unidad y la complementaridad y no un factor de dominio y de orgullo.

Esta victoria será un poderoso motivo para concretar nuestra unidad nacional, unidad que nuestro pueblo manifestó en estos días, gracias a los valores de Jesús –la paz sea con él– y a los valores del mensajero de Dios, Mahoma –que las oraciones y la paz lo acompañen–, gracias a los valores de la ayuda mutua, de la solidaridad, de la amistad, de la fraternidad, de la inquietud compartida, de la cooperación y del amor que todos han manifestado, de manera concisa y muy responsable. Y espero que cierta gente no vaya más allá en sus explicaciones. Yo les digo a los libaneses que no deben algunos de ustedes temer la victoria de la Resistencia y que lo que hay que temer es más bien su derrota. Así se comporta todo patriota.

Hermanos y hermanas, estamos viendo movimientos populares cada vez más importantes en los países árabes y musulmanes, y en otras partes, en solidaridad con el Líbano y con Palestina. Esto nos fortalece ciertamente, nos alegra y nos hace felices y lo agradecemos, y apreciamos todo lo que hacen. En este contexto, pueden producirse palabras, posiciones, discursos tendientes a dañar la unidad de las filas y el espíritu de lucha. Eso no puede afectarnos, no puede empujarnos a responder.

Advierto contra toda reacción no apropiada porque reacciones erróneas pueden favorecer a nuestro enemigo y al enemigo de nuestro país y de nuestra nación. Envío mi más encarecido agradecimiento a todos los ulemas y muftís del mundo musulmán, a todos los dirigentes de los movimientos islámicos de todo el mundo que han enfrentado los intentos de sembrar la sedición y la división en las filas de los musulmanes, sobre todo en esta fase sensible.

En cuanto a los gobiernos y regímenes, no hemos pedido a ninguno que luche con nosotros o que nos defienda, todo lo que les hemos pedido es no proporcionar cobertura a la agresión contra nuestro país y nuestro pueblo. Es lo único que les hemos pedido, aunque puedan hacer mucho más por el Líbano, y lo mínimo sería utilizar sus posibilidades y sus energías, aprovechar sus amistades para lograr el cese de esta agresión, sólo eso.

En todo caso, cuando haya una evolución positiva en la actitud de cualquier Estado árabe hacia el Líbano y cuando ese Estado aporte su ayuda y su apoyo y dedique sus esfuerzos a la obtención del cese de la guerra, recibiremos esa actitud con toda nuestra amistad, nuestro agradecimiento y estima.

No buscamos querellas ni enemistades, buscamos la unidad, la concordia, la cooperación y la solidaridad y lo único que queremos es el bien y la dignidad para nuestra patria y nuestra nación. A ese objetivo dedicamos nuestras almas y nuestra sangre, que son nuestros bienes más preciados.

Ya que hablamos de gobiernos y regímenes, quisiera comentar las interrogantes cruciales que se han planteado durante los últimos días, que no son simples interrogantes, en cuanto a Siria e Irán, preguntas que nos han hecho diciéndonos: ¿Dónde están sus aliados en esta dura batalla?

Hoy responderé solamente, ya que hablan de Siria e Irán, que estos países no han empujado a nadie contra el Líbano, que no han participado en ofrecer ninguna cobertura a esta guerra y que en ningún momento han regateado [su apoyo a] la Resistencia, ni en el Líbano, ni en Palestina, ni en el pasado, ni [lo harán] en el futuro aún cuando están abiertas las puertas. Siria e Irán siguen estando al lado del Líbano, de su pueblo y de su Resistencia, han puesto al servicio de estos todas sus posibilidades ante sus amigos en el mundo para lograr el cese de la agresión sionista contra el Líbano, lejos de toda manipulación y de todo exhibicionismo; ni siquiera se han interesado por sumarse a la crisis para sacar provecho de ella en el plano regional, solamente desean el bien del Líbano, de su pueblo y de su Resistencia.

Y por nuestra parte, de ellos no queremos otra cosa. Y yo quisiera resaltar aquí la inmensa acogida que ha dado Siria, su dirección, su gobierno y su pueblo, a decenas de miles de libaneses desplazados.

Nosotros recibimos informes sobre el cuidado, la honorabilidad y el interés digno que reciben, lo cual es digno de nuestro agradecimiento y de nuestro orgullo y eso es lo que pensamos. Hermanos y hermanas, al final de mi discurso, en el que he querido mencionar a todos y cada uno, quiero dar respuesta a la carta enviada por los combatientes de la Resistencia, un mensaje para el enemigo y para el mundo.

¿Qué puedo decir a la gente generosa y tenaz, que resiste en sus aldeas y sus ciudades, a los desplazados, a todos los [que esperan] pacientes y a los que están seguros de la victoria, a los que han asombrado al mundo por su paciencia, su resistencia, su confianza y su cohesión, a los viejos, a las mujeres, a los niños y a los enfermos, a las familias que se han quedado sin techo sin que ello afecte su determinación ni su coraje?

¿Existe una palabra equivalente a vuestro derecho y vuestra resistencia? En mi nombre y en nombre de mis hermanos les digo que nuestras almas, nuestra sangre y nosotros mismos les pertenecemos a ustedes, por vuestras lágrimas, vuestras heridas, vuestra resistencia y vuestro orgullo.

Ustedes regresarán a sus casas con la frente alta, con la dignidad que les caracteriza y que sabrán conservar. No tenemos más promesa que la de la victoria que ustedes quieren. Y les deseo que Dios les recompense, en este mundo y en el otro, a ustedes, la gente más noble, más valiente y más pura.

A los combatientes les digo que recibí su mensaje y que les escucho. Son ustedes tal y como dicen en él. Sí, son ustedes la promesa sincera, son ustedes la victoria que llega con el permiso de Dios, son ustedes la libertad para los prisioneros y la liberación de la tierra, son ustedes los defensores de la patria, del honor y de la dignidad.

Hermanos míos, son ustedes la autenticidad de la historia de esta nación, son ustedes la quintaesencia de su alma, son ustedes su civilización, su cultura, sus valores, su amor y su espíritu, son ustedes su bravura, son ustedes la permanencia del cedro en nuestras cumbres y la humildad de la espiga de trigo en nuestras casas, son ustedes el orgullo como los montes del Líbano. Al enemigo y al mundo les digo que, dure lo que dure esta guerra, estamos dispuestos. Cualesquiera que sean los sacrificios, sabremos asumirlos.

En la batalla de la voluntad, no seremos derrotados. A Bush y a Olmert, y a todos los tiranos y agresores, les digo “Haz lo que quieras, por Dios. No borrarás nuestra memoria y no matarás nuestra inspiración. Lo que te formó será dispersado y tus días están contados.”

Los que actuaron injustamente conocerán un día el funesto destino que les espera y verán el venturoso final de quienes Lo respetan.

Paz y misericordia para ustedes.