Cuadro Azul, Omar Gasparini

Al parecer, la respuesta del gobierno de George W. Bush a tan malas noticias es tratar de matar al mensajero. En la propuesta ejecutiva del presupuesto federal, el gobierno propone eliminar un sondeo del Buró del Censo que registra el bienestar económico de residentes estadounidenses, particularmente los pobres.

Los datos del "milagro" económico de Bush sólo ofrecen buenas noticias para los más ricos, y casi todos los demás van de mal en peor. Por ejemplo, la Reserva Federal recientemente informó que el ingreso promedio de las familias estadounidenses se desplomó por primera vez en 12 años, 2.3 por ciento entre 2001 y 2004. A la vez, los salarios reales promedio se desplomaron 3.6 por ciento.
El hecho de que el ingreso haya caído, además de que hubo casi ninguna mejora en el valor neto de las familias en este periodo fue aún más notable, según economistas, ya que se produjo durante años que registraron un crecimiento robusto de productividad y una expansión de la economía. Peor aún, la deuda promedio de hogares se incrementó 34 por ciento (alcanzando 103 mil 400 dólares en promedio por hogar) entre 2001 y 2004. También se redujo el ahorro familiar.

¿Y los frutos de la expansión y el incremento de productividad? De acuerdo con el economista Paul Krugman, columnista del New York Times, todo fue a dar no al 10 por ciento de los más ricos, sino al uno por ciento más rico del país.

Citando una nueva investigación académica, Krugman dice que esto es una tendencia de largo plazo. Entre 1972 y 2001, el ingreso del 1 por ciento más rico se incrementó 87 por ciento, el ingreso del 0.1 por ciento más rico se incremento 181 por ciento y el ingreso del 0.01 por ciento más rico se elevó 497 por ciento.

Krugman disputa la explicación convencional sobre la creciente brecha en la distribución del ingreso de que es resultado del nivel de educación de los trabajadores.
Ese argumento, indicó, insiste en que un 20 por ciento de la fuerza laboral tiene la capacitación y educación necesaria para tomar ventaja de la nueva tecnología y la globalización, mientras que un 80 por ciento carece de ello.

Sin embargo, la realidad no ofrece tal evidencia, afirma, y señala que aunque los egresados de universidad sí gozan de mejor remuneración que los menos educados, en este sistema no ha significado grandes incrementos en ingreso.
De hecho, el ingreso real de trabajadores con educación universitaria se desplomó más de 5 por ciento entre 2000 y 2004, según datos oficiales.

Para Krugman, la realidad no tiene que ver con capacidad educacional y la recompensa de esto en el mercado libre, sino con algo mucho más claro. "La idea de que tenemos un oligarquía emergente perturba mucho más. Sugiere que el crecimiento de la desigualdad puede ser resultado tanto de relaciones de poder como de fuerzas del mercado. Desafortunadamente, esa es la historia real".

Pero si la historia real se opone a la oficial de que todo está bien, todo avanza sobre el carril correcto, y que las políticas económicas son para bien de todos, tal vez lo mejor es deshacerse de sondeos, investigaciones y otros datos incómodos, como el caso del sondeo sobre el bienestar de las familias que de repente no apareció en el presupuesto federal de Bush.