Desde que alcanzó la independencia, en 1956, Sudán no ha conocido más que un breve período de paz entre 1972 y 1982. Una primera guerra civil enfrentó la revuelta del sur sedentario, animista y cristiano al gobierno de Jartum, apoyado por el norte nómada y musulmán. Esta guerra civil se terminó mediante un acuerdo que instituía un sistema paritario de gobierno y reconocía una semiautonomía al sur.

Pero en 1980 la compañía estadounidense Chevron descubre nuevos yacimientos de petróleo en el sur. Le general Numeiry, jefe del Estado, suspende entonces la semiautonomía del sur y crea en 1982 una provincia llamada de la Unidad que corresponde a la zona petrolera, de manera que el gobierno de Jartum controle la riqueza del país. Al hacerlo, el general desencadena una segunda guerra civil, que continúa actualmente.

Los yacimientos sudaneses son de mediana importancia. La guerra vino a interrumpir un intento de explotarlos, a principios de los años 80. chevron se retiró después del asesinato de varios de sus cuadros, en 1984. La solución del problema no comenzó realmente hasta 1999. Como siempre, las primeras perforaciones produjeron un crudo barato con técnicas rústicas. Estas fueron realizadas por la compañía nacional china CNPC.

Esta empresa invirtió, sin obtener grandes ganancias, en la construcción del oleoducto GNPOC, que lleva hasta el Mar Rojo el petróleo extraído en el centro sur del país, y en una gran refinería cerca de Jartum. Para ello, la CNPC se asoció con Talisman, una compañía canadiense que disponía de técnicas más sofisticadas, reemplazada más tarde por la compañía nacional india ONGC Videsh. Al margen de la guerra, la CNPC trajo sus propios obreros: más de 20 000 presos comunes chinos que obtuvieron una dispensa para venir a colonizar el país. Una compañía sueca, Ludin, participó también en la explotación de nuevas reservas descubiertas en el «Block 5A», situado en el sur, zona particularmente peligrosa del país.

La producción total se eleva así a 250 000 barriles al año y debe continuará así al menos hasta el año 2020. Este yacimiento seguirá produciendo, por consiguiente, cuando muchos otros hayan entrado en declive o se hayan agotado en el mundo entero. Esta perspectiva a largo plazo es la que ha despertado la ambición de las grandes potencias y de sus compañías petroleras, como la francesa TotalElfFina, que adquirió una concesión en el extremo sur pero no ha comenzado a explotarla aún.

La definición de las fronteras de Sudán se hizo de forma muy artificial. Estas no corresponden a elementos físicos o humanos precisos. Al tener fronteras con Chad, Libia, Egipto y Eritrea por el norte y con la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Uganda, Kenya y Etiopia por el sur, el país está sometido a influencias, sino a injerencias múltiples.

El general Omar Hassan Ahmed el-Bechir

En ese contexto, el gobierno de Jartum trató a toda costa de dividir a los campesinos del sur oponiendo, por ejemplo, a cristianos y animistas. Mientras tanto, los Estados vecinos apoyaban cada uno tal o más cual facción. Por otro lado, la colonización china se agregaba a la implantación militar israelo-estadounidense en las vecinas islas Dahlak. De manera que, al cabo de dos décadas de guerra civil, los beligerantes son numerosos.

Para aclarar las cosas, aunque corriendo el riesgo de simplificarlas demasiado, solamente mencionaremos aquí los dos bandos principales: el gobierno de Jartum, presidido por el general Omar Hassan Ahmed el-Bechir, y el Ejército Popular de Liberación de Sudán (APLS) del coronel John Garang.

Como sucede a menudo, las grandes potencias esconden sus maniobras sucias mediante la desinformación. Esa es la razón por la cual la prensa occidental está convencida de que la guerra civil es una expresión de la guerra de civilizaciones. Para ella, el conflicto habría comenzado cuando el sur animista y cristiano rechazó la sharia musulmana. En realidad, Jartum adoptó la sharia únicamente seis meses después del comienzo de la segunda guerra civil.

De la misma manera, nuestros colegas africanos describen un norte árabe y un sur negro, lo cual es absurdo ya que el término «árabe» designa una lengua y una cultura mientras que negro se refiere al color de la piel. Durante siglos, las poblaciones blancas del norte se mezclaron con las poblaciones negras del sur, de manera que actualmente la mayoría de la población sudanesa es árabe negra, o sea de piel negra y lengua árabe.

El coronel John Garang

Tradicionalmente, sobre todo en el siglo XIX, las tribus del norte incursionaban en el sur para capturar esclavos. En 1988, la guerra acabó con los cultivos. 200 000 campesinos desplazados murieron de hambre. Hoy, el régimen de Jartum, que se encuentra en el poder desde el golpe de Estado de 1989, utiliza las tribus nómadas para aterrorizar y desplazar las poblaciones campesinas del sur en función de sus propias necesidades. Cuando no ayuda directamente a esas milicias aportándoles armas, apoyo logístico e incluso apoyo aéreo, el gobierno central no hace nada para impedirles realizar sus incursiones. Realiza una política de tierra arrasada que tiene como consecuencia el desplazamiento de poblaciones, masacres colectivas, saqueos y violaciones masivas. [1]

La ONU estima que el año pasado unos 700 000 civiles se desplazaron de una región a otra en Sudán y que 130 000 lo hicieron hacia Chad [2]. El conflicto amenaza por tanto con extenderse, sobre todo teniendo en cuenta que la historia reciente de ambos Estados se entrelaza. En un pasado reciente, los chadianos Hissene Habré, primero, e Idriss Deby, más tarde, utilizaron la región de Darfur como base de retaguardia para tomar el poder en Chad.

La Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (Intergovernmental Authority on Development – IGAD), bajo la autoridad del kenyano Lazarus Sumbeywo, emprendió una mediación que dio lugar al Protocolo de Machakos, en julio de 2002, pero resultó insuficiente.

En 1997, el president Bill Clinton impuso un régimen de sanciones económicas a Sudán con vistas a restringir la adquisición de armas por las partes beligerantes. El 6 de septiembre de 2001, el presidente George W. Bush envió al país un emisario especial, el ex senador John Danforth, para que evaluara la situación. Este concluyó que ninguna de las partes podía tener esperanzas de ganar la guerra.

El regreso de Chevron (que tuvo a Condoleezza Rice como administradora) exige por consiguiente la obtención de un compromiso o la organización de la división del país. En octubre de 2002, George W. Bush decidió cambiar de política y ratificó la Sudan Peace Act. Concedió 100 millones de dólares al gobierno de Jartum para ayudarlo a hacer posible la paz. Pero, en caso de que fracasara, prometía ofrecer una ayuda de 300 millones a los rebeldes del sur, oficialmente con fines humanitarios, evidentemente para hacer posible la independencia.

En 2003, el presidente chadiano Idriss Deby inició nuevas negociaciones con el apoyo de Francia. Estas se aceleraron con el viaje de Dominique de Villepin a Djamena y Jartum, los días 19 y 20 de febrero de 2004.

Estas negociaciones abordan cinco temas principales:
 La creación en Sudán de una presidencia rotativa en lugar de una presidencia ejecutiva y una presidencia honorífica.
 El estatuto de la capital federal que, aunque se encuentra en el norte, debe considerarse neutra, lo cual implica que no se aplique allí la ley musulmana que rige en el norte.
 El proceso de designación de los gobernadores de las provincias, que actualmente son nombrados por Jartum mientras que los sudistas quieren poder elegirlos.
 Establecimiento de una administración paritaria que reclute la mitad de sus funcionarios en ambas partes del país, por lo menos para los ministerios del Interior, de Defensa, de Energía, de Finanzas así como para la diplomacia.
 El estatuto de los montes Nuba, del Nilo Azul y de Abyei, regiones ligadas al norte desde el fin de la primera guerra civil, que piden actualmente pasar al sur.

La combinación de la presión estadounidense y de la mediación franco-chadiana fue, en definitiva, lo que permitió alcanzar, el domingo 11 de abril de 2004, un acuerdo de cese del fuego de 45 días, el primero efectivo en 21 años de una guerra civil cuyo saldo se eleva ya a 1,5 millones de muertos y 4 millones de refugiados y desplazado

[1Darfour: les attaques contre les civils se poursuivent, Amnesty International, 16 de marzo de 2004.

[2ICG Africa Report N°76, 25 de marzo de 2004.