Con el nombramiento de Caleb McCarry como «coordinador de la transición en Cuba», o sea futuro procónsul de Estados Unidos en Cuba, Condoleezza Rice sacó a escena a un hombre de las sombras y levantó el velo de ciertas operaciones que hasta entonces se habían mantenido en secreto.

Caleb McCarry no es ni un mercenario ni un espía. Es un verdadero neoconservador. Como la mayoría de estos, es un trotskista formado según el pensamiento de Leo Strauss y moldeado por el Partido Republicano.

McCarry comenzó su carrera como director de oficina del Center for Democracy en Guatemala. Esta asociación era una prolongación de la CIA/NED. La misión de aquella oficina consistía en ofrecer a Guatemala una nueva fachada parlamentaria luego de la liquidación de la guerrilla católica indígena por el general-reverendo Ríos Montt, liquidación que contó con el apoyo militar de Estados Unidos, Israel y Sudáfrica.

Posteriormente, Caled McCarry prosiguió su acción en Haití. Trabajando también para la CIA/NED, aunque por la vía del Internacional Republican Institute, McCarry desempeñó un papel central en los dos derrocamientos del presidente Jean-Bertrand Aristide. Se ignoraba en aquel entonces que era McCarry el que manejaba por detrás del telón el IRI en Haití y el Haiti Democracy Project.

Hasta el momento de su nombramiento, McCarry fue jefe del equipo de Henry Hyde (presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes). En la actual coyuntura, McCarry espera aprovechar la hospitalización del presidente Fidel Castro para apoderarse del poder en Cuba y desempeñar en ese país un papel comparable al de Bremer en Irak.