El 8 de septiembre de 2006, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos prohibió a todos los bancos de estadounidenses la realización de transacciones con el banco Saderat, uno de los más importantes de Irán. Según el secretario del Tesoro Henry Paulson, el banco iraní financia el terrorismo (léase, el Saderat es el banco de Hezbollah, el movimiento de acaba de derrotar al ejército israelí en el Líbano y que está reconstruyendo ese país). La prohibición se extiende además a todos los bancos extranjeros con sucursales en Estados Unidos.

El 16 de septiembre, en entrevista concedida a Emerging Markets y publicada al margen de la reunión anual de los 183 gobernadores de bancos centrales miembros del FMI y del Banco Mundial, Ebrahim Shebanu, director del banco central iraní, proclamó la inocencia del Saderat. Subrayó que para continuar sus actividades el Saderat se verá obligado a renunciar al dólar. Como consecuencia, el banco central iraní estaba considerando la posibilidad de vender una parte de sus haberes en dólares y de renunciar al uso de esa moneda. Sheibani indicó además que ante esa circunstancia Irán había decidido transferir sus transacciones internacionales hacia cámaras de compensación de Arabia Saudita o Bahrein.

La repercusión fue tan grande que la cumbre de gobernadores de bancos centrales, que tenía que discutir la reforma de las instituciones financieras internacionales, se vio dominada por el conflicto monetario entre Estados Unidos e Irán. Varios responsables, como el gobernador del banco central alemán, Axel Weber, aseguraron que la venta de las reservas iraníes de dólares era improbable. Otros señalaron que Irán ya no establece sus nuevos contratos petroleros en dólares, lo cual posibilita la venta de una parte de sus reservas en dólares. El problema es que la divisa estadounidense está tan frágil que una venta rápida podría provocar una fuerte recensión del otro lado del Pacífico.

En definitiva, ante el riesgo de desestabilización general, Estados Unidos cedió y permitió que el gobernador del banco central de Japón anunciara que compensará los intercambios del Saderat en los mercados internacionales, lo cual constituye una violación de las directivas estadounidenses. Así que no habrá crisis, pero está claro que en caso de guerra entre Estados Unidos e Irán el dólar se vería gravemente amenazado.